Una vez, hace algún tiempo, Roma estuvo dominada por un dictador protofacista llamado Sila. Sila ganó la guerra civil contra el partido popular. La debacle de los populares fue completa, vencidos militarmente por un enemigo inferior en número, desplazados políticamente y con sus dirigentes, y figuras varias, asesinadas por escuadrones de la muerte.
Estoy seguro de que esta historia les va a encantar a los amigos peronchos y a las almas ¡románticas! en general, en Roma los matrimonios de la nobleza no se hacían por amor, se arreglaban por intereses económicos, Cesar llevó durante toda su vida esa, por cierto que muy sana, política pero hubo una excepción. En su primer matrimonio, Cesar, estaba casado con Cornelia la hija de uno de los principales líderes del partido popular: Cinna. Siendo Cesar de una familia patricia, Sila ordenó que se divorciara. Cesar se quedó con su mujer y pasó esos años entre el exilio y el exilio interno, habiendo perdido su herencia, confiscada por Sila, se compró una casa en el Súbura, como si dijéramos Barracas. Los peronistas dirían que era una Unidad Básica.
El Partido Popular, el peronismo, tenía una tradición importante, tenía votos pero estaba lejos, muy lejos del poder. La política de alianzas de Cesar sería absurda e incomprensible si no tuviéramos al peronismo, es más, muchos historiadores rehúsan analizar la política romana como política y hablan como si cada político romano fuera una especie de “facción” de un solo hombre, afirmación disparatada que, como criollo de esta pampa, me hace reír. Los aliados de Cesar son Craso, el hombre más rico de Roma, villano de muchas películas y represor de Espartaco y Pompeyo, Pompeyo es hijo de un empresario provinciano importante de aquellos tiempos y tiene antecedentes siniestros como auxiliar de la dictadura, para un argentino del siglo XXI diríamos que era, como Moyano, de la triple A. Es decir, tenemos la alianza de un populista con un político provinciano derechista y con un empresario. Evidentemente nadie inventa nada en este mundo.
Ver a Craso como meramente un ricachón es un error, Craso representa a una corporación que manejaba algunas de las industrias más grandes del mundo. A Craso se le atribuye la, genial, invención de los bomberos privatizados, si no les pagabas, dejaban que se te quemara todo. Si la memoria no me falla Craso, y su grupo, tenían contratos para fabricar las armas del ejército romano.
Pompeyo era el terrateniente más grande de Italia o algo así.
Porque estos tipos, insospechados de simpatías izquierdistas, terminan aliados con Cesar tiene motivos políticos concretos y muy poco de determinismo o lucha de clases. Pompeyo había hecho una campaña en el medio oriente y pedía algunas concesiones, básicamente que sus soldados recibieran tierras del estado. Craso era, entre otras cosas, recaudador de impuestos y quería una tajada más grande. Uno sospecha que descubrieron, hace 2000 años debía ser una novedad, que el estado populista ejerce un poder menos opresivo que el liberal. El gobierno, más o menos informal, de este trío desparejo es conocido como el triunvirato.
En el año 70 AC Pompeyo y Craso fueron cónsules, lo que hicieron estos protoduhaldistas fue abolir la constitución de Sila, devolviéndole parte del poder que tenían los tribunos representantes de las clases más bajas pero sin exagerar.
El retorno de los populistas no comienza con un manifiesto ni con una acción concreta, comienza con un símbolo. A Cesar el populismo le venía no solamente de su militancia, también estaba emparentado con el mítico, en futuros post me voy a ocupar de él, caudillo militar Mario, la tía de Cesar era la mujer de Mario, cuando esta noble matrona romana murió, Cesar, preparó una serie de homenajes y celebraciones de una magnitud que nunca antes se le había brindado a una mujer, los miembros del partido oligárquico contemplaron con asombro como los sobrevivientes del populismo volvían a poner en su lugar los trofeos y las estatuas de Mario.
Cesar tuvo su ley de medios, creo el “Acta diurna” que es un diario mural, el primero que se conoce, también impulsó el retorno de los clubes de barrio que habían sido prohibidos por la libertadora.
Las medidas sociales y políticas del triunvirato son demasiadas para tratarlas acá y ameritan una discusión más profunda. Las esenciales para este caso son la ley de tierras impulsada por Cesar como cónsul y, sobre todo, las leyes que extendían la ciudadanía romana a todos los habitantes de la Galia romana y a los galos que se engancharan en el ejército. Fue gracias al triunvirato que Cesar pudo acceder a gobernar la Galia, recibió 4 legiones, a lo largo de los años de guerra armó 4 más. Cesar tuvo que pelear con uno de los más grandes dirigentes políticos y militares de la historia: Vercingetorix, de esa mala suerte sale el que probablemente sea el mejor de todos los ejércitos que el mundo ha visto.
Un rey de Francia, casualmente, decía, cada vez que aparecía un asunto complicado, “busquen a la mujer”. Las mujeres romanas no solamente tenían prohibido votar o presentarse a elecciones sino que, directamente, tenía prohibido entrar al edificio del senado. El motivo manifiesto de esta discriminación era la necesidad de tener líderes que fueran, además de políticos, militares, un tipo como Cesar o Pompeyo o Catón podía correr kilómetros junto con sus soldados, cruzar un río a nado o, como Cesar en la Galia, abrirse camino paleando nieve. Sin embargo dos de la grandes personalidades políticas de Roma en tiempos del triunvirato eran Sempronia, nieta de uno de los Gracos, fundadores del partido populista, mujer de la más rancia nobleza romana y que, debido a su posición, podía hacer lo que se le cantara, como defender los derechos del pueblo, por ejemplo. Hete aquí que el marido de Sempronia se llamaba Curion y era líder del grupito de izquierdistas que predicaban los derechos humanos y el igualitarismo en la eterna Roma. La otra era Servilia, también una aristócrata del carajo, que no era ninguna izquierdista, Cesar la tuvo durante muchos años de amante-consejera, nunca la hubiera conservado tanto tiempo si la señora no hubiese sido un cuadro político excepcional. Con lo que podemos concluir en que Cesar, también, tenía su Shegua.
Todas las cosas buenas, y las no tan buenas, se terminan en esta vida, para fortalecer el triunvirato Pompeyo se casó con Julia la hija de Cesar. El matrimonio funcionó muy bien, hasta que la hija de Cesar murió al dar a luz, junto con el bebé, nada raro en aquellos tiempos. Todavía hubo una nueva reunión de los triunviros y un nuevo reparto del mundo. Craso fue en busca del oro de los persas, esto vale para el siglo XXI también, cuidado con meterse con los persas. En realidad si Craso no hubiera estado en decadencia como político las cosas hubieran sido diferentes pero el plutócrata estaba más interesado en el botín que en la guerra y los persas lo cortaron en pedacitos.
En cambio Pompeyo en vez de partir a la provincia que le habían dejado, España que en aquella época estaba bien gobernada y era un país riquísimo, decidió quedarse en Roma y asumir el poder, una vez ahí Pompeyo empezó a gobernar cada vez más para la oligarquía. No creo que hubiera algún motivo ideológico o político para ese viraje, en primer lugar para conservar el poder no podía contar con Craso que estaba muerto ni con Cesar que, de hecho, combatía contra un ejército galo enorme y que no estaba para andar haciendo boludeces en Roma.
Cesar tenía al partido popular, a veces, algunos historiadores nos dejan pensando que Cesar estaba solo, como si un tipo pudiera, por las suyas, hacer algo. Los cesaristas eran, por ejemplo, los Balbos, eran dos primos españoles y cartagineses, uno se encargaba de la administración, imagínense el laburo de armar y equipar 8 legiones de 4000 hombres cada una, más la caballería que eran galos y germanos, más los ejércitos aliados y Cesar sabrá que más. El otro primo era “el operador” de Cesar en Roma, un político de aquellos, capaz de transar con Pompeyo o los otros oligarcas o con los zurdos. Curion, y otros izquierdistas que no vamos a nombrar acá, empezaron siendo críticos de Cesar, decían que la conquista de la Galia era insensata, que se gastaba guita al pedo, que Cesar les prometía a los galos cosas que no iba a poder cumplir, incluso criticaban la asignación universal y el fútbol para todos, en este caso sería las luchas de gladiadores para todos, que Cesar también estaba metido en eso. Pero en aquellos tiempos muy lejanos los izquierdistas en vez de traer ideas de filósofos del Imperio, no del romano precisamente, pensaban con su propia cabeza y terminaron, después de varias concesiones, por aliarse con Cesar. Las reivindicaciones de la izquierda eran 2: la ciudadanía y los subsidios al precio del pan, Curion, Sempronia y sus aliados vieron que el único que podía, al menos, aproximarse era Cesar.
Fíjense que el gobierno del viejo Perón y el de la Shegua siempre han tenido una relación especial con los judíos, con los judíos no con los sionistas, a Cesar le pasaba lo mismo. Cesar les reconoció los días sagrados e incluso el Sabbath a los paisanos, es algo totalmente fuera de lo común en la sociedad romana ¿Por qué habrá sido? Recuerden los muchos años que Cesar pasó en Súbura, era un barrio de conventillos e inmigrantes, los arqueólogos encontraron sinagogas, no es nada improbable que Cesar haya pasado muchos años entre vecinos moishes. Los judíos apoyaron a Cesar tanto en la campaña de Alejandría, esa historia va haber que contarla bien, y en la famosa campaña del oriente donde Cesar triunfa en unos pocos días (“Veni, vidi, vici”) en ambos casos tuvo fieles ejércitos moishes peleando para él.
Pero eso es posterior a lo que veníamos contando. Pompeyo termina por imponer su dictadura aunque no lo hace como tal sino como “cónsul único”, los cónsules eran 2, aun así no se atreve a meterse con Cesar, en parte, Pompeyo quiere conservar la amistad, cada vez más precaria, en parte, las victorias de Cesar en la Galia imponen cautela. Al año siguiente uno de los cónsules es un tal Marcelo que es de la fracción que se opone más extremamente a Cesar. Cesar había concedido ciudadanía romana a los habitantes de las provincias del norte de Italia, la “Galia Cisalpina”, uno de los nuevos ciudadanos tuvo un cruce con un magistrado romano y lo cagaron a latigazos, un castigo prohibido en un ciudadano. “Mojar la oreja” le decimos a eso en BA.
Se producen dos hechos que deben ser considerados como un golpe de estado, primero Pompeyo recibe de los cónsules el mando de los ejércitos en Italia, sin la aprobación del senado, además el 1º de enero Cesar mandó carta al senado donde se ofrecía a dejar sus tropas si Pompeyo hacía lo mismo, los líderes oligarcas no permitieron votar esta propuesta.
Cesar es obligado por el senado a licenciar a su ejército y presentarse en Roma para ir a juicio, hay negociación, se propone que tanto Cesar como Pompeyo conserven una legión cada uno para su protección personal y Cesar acepta ser juzgado. Marco Antonio es un primo de Cesar, básicamente es un borracho, mujeriego y amante de la extravagancia. Marquitos participó en la campaña contra Vercingetorix en la Galia, es un atorrante pero pone lo que hay que poner. Él y Curion representan a Cesar en el senado, eran “tribunos de la plebe” y tenían derecho a vetar decisiones del senado, en el momento culminante la reunión termina mal, ambos son cagados a palos por la patota de los oligarcas. Marco Antonio y Curion tienen una patota populista que los ayuda a escapar. Para los que les interesen las analogías anacrónicas que usamos acá, Cesar lo pone a Curion a representarlo por el mismo motivo por el cual Perón lo pone a JW Cooke.
¿Planea Cesar la guerra civil? Meses antes de la jornada crucial, la noche del 11-12 de enero del año 49 AC, en Roma se vivió una onda de denuncias sin sustento, las denuncias afirmaban que las legiones de Cesar estaban en la frontera de la Galia y marchaban hacia Roma. No era así y Cesar decidió, para terminar con la campaña de mentiras, dispersar sus legiones, 1 legión era prestada de Pompeyo y Cesar se la devolvió junto con otra legión más, el resto se dispersaron, él se quedó con una sola, la XIII legión. La llegada de Marco Antonio y Curion, cagados a palos, según parece, le provocó un ataque de rabia, Cesar no siempre controla su temperamento, es un italiano, después de todo. La idea de avanzar hacia Roma con 4 mil soldados es descabellada, piensen que Roma tiene alrededor de medio millón de habitantes para esa época, además se supone que las principales figuras políticas, por lo tanto también militares, se oponen. La frase celebre “La suerte está echada” es incorrecta, para empezar no es en latín, es en griego y es “los dados están en el aire”, es decir nadie sabe lo que va a pasar.
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