¿Para qué preocuparse por tener una ideología, una organización y coherencia si al final el pueblo hace la revolución "espontáneamente"? Lo único que hay que hacer es saber esperar. Unos 200 o 300 años, más o menos.
1.Con el Zar estábamos de fiesta, estábamos..
2.Los 4 zurditos de siempre.
3.El ascenso revolucionario.
4.La revolución en el descenso.
5.El país oscuro.
6.El retorno.
7.La guerra es el mejor negocio, 1914.
8.La retirada interminable
El pueblo nunca aprende las lecciones, eso quiere decir que hay esperanza.
Los meses de enero y febrero del 17 vieron un ascenso imparable de huelgas. Informes de la policía zarista avisaban sobre el "ánimo revolucionario" de mujeres obreras que tenían a sus maridos en la guerra y que veían a sus hijos comer cada vez menos.
Cada vez había más huelgas y las huelgas eran cada vez más políticas.
Aun sin dirección y sin mayor contacto con los líderes en el exilio los partidos de izquierda empezaron a surgir. Los bolcheviques tenían en Petrogrado 2000 afiliados en febrero del 17. En tiempos normales no es nada, una gota en el océano. En tiempos de cambio es mucho.
El aire se cortaba con un cuchillo, los partidos socialistas armaron reuniones de los dirigentes que les quedaban, en algo estaban de acuerdo: no iba a pasar nada.
El día 9 de enero, el aniversario del "domingo sangriento", abrió el año con una huelga que abarcó más de 20 fábricas.
El día 14 de febrero el parlamento comenzó sus sesiones.
La empresa Putilov, con perdón de la palabra, la más grande de Rusia, y tal vez del mundo por aquella época, declaró un lockout entre el 19 y el 22 de febrero.
El día 22 los obreros de Putilov intentaron marchar hacia el centro de la ciudad.
Hasta dios pareció haber entendido lo que estaba pasando. El día 23 de febrero Petrogrado amaneció con un día tibio, para ser Rusia, y soleado. Ese día se celebraba el día de la mujer y las obreras, que no tenían mucho que festejar, salieron a pedir pan y el fin de la guerra.
Ya en julio de 1916 viudas de soldados habían aplastado a patadas símbolos del zarismo en plena región cosaca y los cosacos, lejos de reprimir, se habían hecho notoriamente los boludos.
El día 23 comenzó la segunda revolución y nadie se dio cuenta.
Las obreras que celebraban, protestando, el día de la mujer fueron a las fábricas a sumar más gente. Al final del día 100 mil obreros estaban en la calle. Los metalúrgicos agregaron consignas políticas que cambiaron el eje de una simple protesta contra el hambre al derrocamiento del régimen. Incluso los señores de eterno traje, los pobres chupatinta, los empleaditos de los boliches y las señoras bienudas salen a protestar.
Superada la policía, Balk, el intendente de petrogrado, ordena a los cosacos dispersar a la multitud envalentonada.
Pero la historia ha cambiado, las cosas son diferentes.
Los cosacos cabalgan hacia la multitud, su paso se hace cada vez más lento y se frenan.
El día 24 a la mañana nadie trabaja, todas las fábricas se convierten en locales políticos, el pueblo intenta entender que carajo pasa.
Las unidades militares enviadas a reprimir dudan y confraternizan con el "enemigo".
Un grupo de cosacos encuentra a la policía reprimiendo una manifestación. Entonces ocurrió lo que no puede ocurrir. Lo absurdo, lo impensable, lo imposible. La palabra que les falta a los poetas. La fecha que no conocen los historiadores. La inteligencia que los genios no poseen.
Los soldados levantan sus armas y disparan contra la policía.
El día 25 el pueblo todavía está en la calle.
Los representantes del establishment discuten ¿Puede sostenerse un gobierno que ya no tiene poder para reprimir? El único dirigente bolchevique de la ciudad, están todos presos en siberia o exilados, hace hincapié en la necesidad de ganarse a los soldados.
Los dirigentes parlamentarios están desorientados, quieren cambios en el gobierno pero no la caída del zarismo. Desde su punto de vista la situación esta fuera de control. Y es cierto.
Los únicos más o menos preparados para vivir sin el Zar son los miembros de la naciente coalición liberal-socialista.
La táctica del jefe militar de la región, un tal Khabalov, es dejar a los exaltados protestar y marchar hasta que se cansen con un mínimo de represión. Sin embargo el día 25 recibe un telegrama directamente del Zar ordenándole reprimir de inmediato. El país está en guerra, después de todo. El gobierno del Zar, lo que queda de él, decide encarcelar a todos los opositores que pueda esa misma noche y preparar un dispositivo de represión al día siguiente.
El 26 es un domingo de invierno templado, los soldados ocupan las calles. Cuando los manifestantes intentan llegar al centro de la ciudad son recibidos a balazos. En una plaza el regimiento Volynsky, al mando de un tal Lashkevich, empieza con sables y látigos, después con tiros al aire y, finalmente, las tropas reciben la orden de disparar contra la multitud. La policía se suma y desde los techos, a la policía del zar le gustan mucho los techos, disparan ametralladoras. Hay cientos de muertos ¿Es este el fin de la insurrección?
Muchos de los soldados de Petrogrado son de Petrogrado. Están cagando a balazos a sus vecinos, sus amigos y hasta a papá y mamá.
Los soldados del regimiento Volynsky vuelven a sus cuarteles y se pasan la noche debatiendo que hacer. La mañana del día 27 de febrero de 1917 los soldados del regimiento se rebelan. El capitán Lashkevich recibe una suave lluvia de plomo mientras escapa. La vida es hermosa.
Para los soldados se trata ahora de triunfar con la rebelión o morir intentándolo. Los del regimiento Volynsky van a todas partes, donde haya otro soldado, para convencerlos de que se unan. Durante el día los obreros, estudiantes y locos que estuvieron en la calle los días anteriores descubren que los soldados se están sumando a la insurrección. Al atardecer están todos juntos y el gobierno del Zar en Petrogrado ha cesado de existir.
El pueblo en rebeldía recibe aun otra señal maravillosa: desde el día 25 de febrero los diarios han dejado de salir.
Y desde ese mismo día comienzan a reunirse las asambleas obreras. Los zaristas, los de verdad, los de la primera hora, dieron todavía una última prueba de sus intenciones aquel día. Desde los techos disparaban a la multitud, a veces con ametralladoras y otras más en tren francotirador usando pólvora sin humo, evitando que los rebeldes identificaran la dirección de donde provenían los disparos. El saludo del ejército blanco.
Los soldados y los obreros toman el arsenal y se reparten más de 100 mil fusiles.
Los símbolos del zarismo son destruidos. Líderes espontáneos y cuyo nombre no ha pasado a la historia conducen al pueblo a destruir sistemáticamente las comisarías.
Mientras tanto en el "Palacio Táuride", sede del parlamento estaban reunidos los miembros del comité de empresas de guerra, líderes políticos y el establishment en general. Lo que pensaban, todavía, era arrancarle al Zar algunas concesiones y los más avanzados aspiraban a una monarquía constitucional. Eso era en un ala del palacio. En la otra se estaban reuniendo los socialistas moderados, entre ellos los mencheviques, del parlamento, algunos presos a los que la rebelión recién había sacado de la cárcel. A las 9 de la noche del, interminable, día 27 de febrero crearon el soviet provisional de Petrogrado. El 1ro de marzo el soviet pasó a llamarse "Soviet de trabajadores y soldados". La colaboración entre el soviet menchevique y el gobierno provisorio del parlamento no parece haber ofrecido problema. Lo único que veían como amenaza era el contraataque del Zar usando tropas traídas desde el frente. Sin embargo los ejércitos, eran varios, en la región marcharon en formación y con bandas militares haciendo bochinche en apoyo al nuevo gobierno. Cualquiera que este sea.
Es el fin. |