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Con Cristina.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Donde volvemos a Grecia. Las sirenas de Europa derrotan al astuto Varoufakis.

Grecia siguió un ciclo, casi, igual al de España. Tuvieron años buenos en la década del 80-90, para fines de los 90 se sumaron alegres al Euro. Grecia contaba con 2 grandes partidos uno de centro derecha y uno de centro izquierda que eran socialdemócratas como el PSOE o los que gobiernan Santa Fe.

Los partidos “gemelos” apostaron a integrarse a Europa, lo que, hasta cierto punto, tiene sentido si sos europeo. Abandonaron sus monedas nacionales y la protección a sus industrias, como compras todo y les cobras a los turistas en euros, debes cada vez más guita.

En vez de pagar la deuda, te las rebuscas para endeudarte más y te ganas la confianza de la troika, la comisión europea, el banco central europeo y el fondo monetario, con planes de ajuste.

Haces lo mismo que hizo Delarua, como no podes hacer cagar las jubilaciones por medio de la inflación, las rebajas. Con todo lo demás haces lo mismo. Cuando la actividad económica se reduce, tus ingresos caen, llegado cierto punto, cuando haces el ajuste, en vez de bajar el déficit, sube.

Misterio del cosmos al cual, los argentinos, vamos a enfrentarnos pronto.

¿Alguno de ustedes tuvo, alguna vez, un boliche? Para no gastar, te ahorras la guita que deberías usar en mantenimiento, comprar mercadería o poner empleados, entonces vendes menos, tus ingresos caen y tenes que ahorrar más que antes.

Con los boliches y los países, pasa más o menos lo mismo, al boliche lo vendes, más o menos por lo que te den, lo que yo hice, cuando las cosas se ponen jodidas soy capaz de pensar como un capitalista, que dios me perdone, fue comprar mercadería con plata prestada y vender el boliche, lo que hacen los europeos es emigrar.

Francamente no se cuantos malabarismos hicieron en Grecia cuantas combinaciones hubo de gobernabilidad, pactos fiscales, planes de ajuste, elecciones que siempre ganaban los mismos.

Al final ganó SYRIZA o como se llame, un partido nuevo, con alguna similitud, piensa uno, con la reunión de partidos y grupos varios de izquierda del PT de Brasil.

El nuevo partido llegó al gobierno en enero del 2015, su programa era, básicamente, el repudio de los pactos con la troika, medio año después SYRIZA ganó un plebiscito, con más del 60 % los griegos votaron contra la famosa troika, será de dios que justo ahí SYRIZA firmó el acuerdo.

Ese fue el final, al principio los SYRIZA pusieron al frente de la economía a Yanos Varoufakis, un académico independiente. Aun antes de entrar a su despacho, la troika amenazó con cerrar los bancos griegos. SYRIZA negocia alguna clase de alivio. Es una guerra de nervios entre Grecia y la troika. Las reuniones siguen día y noche, se discute a muerte por una palabra.

SYRISA pierde. Varoufakis constata que tiene infiltrada a su propia administración, tiene secretarios que trabajan para la troika. El jefe del banco central griego, antes de cada decisión política genera una corrida bancaria advirtiendo sobre… una corrida bancaria.

Varoufakis intenta repartir unos folletos en las reuniones de la comunidad europea, le dicen que no, que está prohibido. Recibe papeles para firmar y le dicen que ya no puede hacer reclamos que el plazo se cumplió ¿Se acuerdan de los “juicios” de los buitres? Bueno es eso mismo. Hay papeles que desaparecen, parece una especie de broma.

Al pobre griego, un intelectual importante aunque ingenuo, lo engañan, se reúne con esa tal Lagarde, la del fondo monetario, una virreina a la que pronto vamos a tener por acá para felicitar a los macristas por sus audaces “reformas”. Lagarde le dice que ella también está de acuerdo con una quita de deuda.

Una vez reunidos los tipos de la comunidad europea, Lagarde dice todo lo contario, Grecia debe cumplir hasta la muerte los acuerdos leoninos.

Los genios del neoliberalismo también usan el “dividir para reinar”, Angela Merkel hace una cita con el primer ministro griego Tsipras, a solas, Varoufakis queda afuera.

Varoufakis acuerda con los chinos, les vende el puerto del Pireo, los chinos reciben una llamada desde Berlín con amenazas, los chinos se echan atrás.

El tiempo para pagar un préstamo gigantesco del fondo monetario se agota. Varoufakis anuncia la imposibilidad de pagar, entonces le llega una llamada del banco central griego: encontraron una suma enorme en una cuenta olvidada.

El fondo monetario depositó la guita y se pagó a sí mismo. El tema nunca fue la deuda, mantienen a Grecia a flote con respiración artificial, salvan a los bancos de la unión europea, que prestaron guita sin ton ni son y llevan a Grecia a una política de shock.

Unos meses después Tsipras empieza a sonar desmoralizado, Varoufakis quiere sacar a Grecia de la unión europea pero Tsipras no quiere hacer enojar a Angela Merkel, hay que cooperar. Cualquier parecido entre esto y lo que se lee en los diarios de hoy en BA no es una coincidencia.

Grecia se compromete a un superávit del 3.5 %, imposible por completo. Varoufakis pregunta que obtuvieron a cambio, Tsipras le dice que les prometieron un alivio de las deudas. Una promesa vacía, de la que nunca más se oyó hablar.

Llega el plebiscito, 61 % votan no al acuerdo, Varoufakis está feliz, es el único, el resto del gobierno lo mira para otro lado, están rojos, si, pero de vergüenza. La troika logró desmoralizar al gobierno griego, infiltrarlos, los líderes de SYRIZA no estaban preparados para la lucha.

Creyeron, incluso Varoufakis, que podían convencer a la troika con argumentos y buena conducta. SYRIZA no contaba con dirigentes con experiencia sindical, de esos que negocian duro y que conocen los trucos del poder.

Sindicalistas experimentados saben que no es la colaboración sino la amenaza de huelga lo que da resultado en las negociaciones. Las trampas y las infiltraciones de la troika se usan a todos los niveles, entre iguales, entre países y en los juicios.

Una enseñanza de la capitulación de SYRISA es que no alcanza con tener razón, uno tiene que poder imponer su punto de vista. Como castigo por haber intentado rebelarse los griegos tuvieron el peor acuerdo de la historia.

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