La misión evangelizadora y civilizatoria española en América y su gran triunfo.

Hay versos que están bien hechos, hay versos que son pura propaganda y hay versos que son más como pseudociencia. Si quieren un verso pelotudo, está ese que define la conquista de América y el holocausto de los pueblos originarios como “encuentro de culturas”. Si quieren un verso de propaganda está el que nos dice que los españoles casi no mataron a nadie, que eran unos buenazos que encima nos legaron el idioma, como si los idiomas fueran una gran cosa. Si nuestros hermanos originarios hubiesen podido elegir, seguro hubiesen preferido hablar en chino o directamente ser mudos pero conservar el pellejo. Si quieren un verso fino que nos están vendiendo como pseudociencia está el verso de las epidemias. En realidad, queridos pollitos, los conquistadores eran difusores de cultura pero, desgraciadamente, y ellos que culpa tenían, trajeron algunas pestes. En México las huestes del amigo Hernán Cortéz venían con flores y pan dulce para evangelizar a los indios pero por culpa de la peste terminaron por aniquilarlos a casi todos. Lo divertido es que el hecho de que, en América, vivían entre 50 y 70 millones de personas en el 1500 y que, un siglo después, vivían 10 millones, no lo discute nadie, la despoblación de América tiene que haber sido un espectáculo terrible, puesto que los archivos están repletos de fuentes que hablan de eso. Se habla de la desaparición, en el primer siglo de la conquista, del 95 % de la población americana. Es cierto que las epidemias mataron gente, las peores epidemias fueron las de viruela, esa peste es muy contagiosa, el periodo de contagio es relativamente largo y la mortalidad, en una población que no tiene experiencia previa de la enfermedad, es enorme, llega hasta el 50 %. La enfermedad viene del ganado bovino, inexistente en América antes de la conquista. La mortalidad de la viruela es un caso único, las otras enfermedades tienen una mortalidad de alrededor del 10 %, el sarampión, por ejemplo. Hasta ahí pareciera que la hipótesis de la “gran peste” es correcta. Pero, hay un problema, la primera epidemia registrada en América es la de 1518 que se extendió por la zona de las islas del caribe y México, para ese entonces la población de indios Taino de la Española, los actuales Haití y Dominicana, estaba casi extinguida. Acá rindo homenaje al Colón. En el caso de los Tainos la epidemia de 1518 sirvió para terminar una tarea de exterminio que ya estaba muy avanzada, como si dijéramos la epidemia de escarlatina que termina de matar a los judíos sobrevivientes del campo de exterminio de Auschwitz en el relato de Primo Levi. Por cierto que el tratamiento ofrecido a los originarios, hacerlos trabajar hasta morir sin darles de comer, no tiene mayor diferencia con Auschwitz. La epidemia de 1518 alcanzó las islas del caribe, México en 1520, le sirvió a Cortéz para joder a los mexicanos, y Guatemala en 1521, hasta ahí es comprobadamente cierto, lo que se ha repetido como verdad histórica es que de Guatemala fue hacia el sur hasta Perú. La idea es que la epidemia, viruela, llegó a Perú antes que los conquistadores que llegaron a un país diezmado. No es así. Los Incas venían de una guerra civil cuando llegaron los conquistadores pero la primera epidemia grave constatada es de 1546 o aun más tarde. Entre otras cosas, la epidemia de Guatemala de 1521 tendría que haber atravesado miles de kilómetros de áreas de clima muy húmedo y el virus de la viruela es de climas secos. En cuanto a la epidemia de 1518, tipos que si son científicos, hicieron un cálculo de la cantidad de casos de viruela que se presentaban en el sur de España para la época de la conquista, calcularon la cantidad de barcos y la cantidad de pasajeros, calcularon los días de incubación y resultó que cualquiera que hubiese tenido la viruela al subir al barco estaría curado o muerto al llegar a América, era necesario que hubiera un brote en el propio barco, lo que es poco probable, por eso la primera epidemia sucedió 25 años después de la llegada de Colón. Además hay un ejemplo, ampliamente documentado, de un sector de los pueblos originarios que, a pesar de estar en contacto con europeos, no solamente no sucumbió sino que aumento su número. Son las colonias guaraníes de los jesuitas. En las colonias jesuitas hubo también epidemias devastadoras sin embargo la población no disminuyó, la política de apoyar a las familias y evitar la explotación, la destrucción y los traslados constantes ayudaron, por último los jesuitas trajeron estabilidad social y progreso económico. Lo que prueba lo de los jesuitas es que las epidemias, por si solas, no explican la aniquilación de los pueblos originarios, a lo sumo, las pestes aceleraron el proceso. A nuestros hermanos originarios los aniquiló, entre otras cosas, la destrucción de sus sistemas de agricultura, en Perú y Bolivia, por ejemplo, estaban basados en sofisticados métodos de riego con acueductos y terrazas, los aniquiló el trabajo en las minas para buscar el famoso oro, los indios formalmente no eran esclavos pero a la mina tenían que ir igual, el sistema se llamaba “encomienda”, para bajar costos no les daban de comer como ya dijimos, los aniquiló la seguidilla interminable de guerras, a veces luchas de resistencia, a veces la guerra de indio contra indio y, en la mayor parte de los casos, guerras entre colonizadores donde se luchaba “hasta el último indio”. También tuvo su papel en el holocausto todo el trabajo que los originarios tenían que hacer para mantener a sus amos españoles. Se supone que los últimos Tainos sucumbieron intentando servir a sus amos. ¿Cuál es la conclusión? Que los alemanes con su tecnología, inventaron ese gas maravilloso que usaban en un chupadero capaz de aniquilar a 5 mil judíos de un saque, incluso inventaron camiones tipo cisterna con el escape para adentro, no pueden competir con la hombría de los putitos gallegos que a pura espada de machos, cañoncito y pistolón se cargaron 10 veces más judíos que ellos. Que viva España y el Rey, que joder. ¿Judíos dije? Perdón quise decir indios. Un último mensaje: ándense con cuidado que el que lo niega es porque está dispuesto a volver a hacerlo.