Aunque hayan votado bien esta vez, Pino, Degenaro y compañía siguen derrapando.

Van pasando los meses y los años y Claudio Lozano todavía no nos pudo explicar porque votó contra la 125.

Extinguido el partido militar, no hay corporación más retrógrada que “el campo”, que nada tiene que ver con los indígenas o los campesinos de verdad que tenemos. Más tiempo pasa menos explicable se vuelve. Después de eso hicieron el, también memorable, acuerdo con el grupo A, con el PRO, los radicales, Carrió y los me*mistas, dejaron para presidir la comisión de agricultura a ese tal Buryaile, el mismo tarado que propuso cerrar el parlamento. Y esa Negri de no-se-cuanto del Opus Dei que quiso joder a los gay en esa comisión del senado. Los pinistas apoyaron la ley servicios audiovisuales porque no les quedaba más remedio. Políticamente hubiese sido un suicidio, ni su propia gente se lo hubiera bancado. Quedaron en la incoherencia, mientras Pino parece capaz de decir cualquier cosa con tal de aparecer en TN, votaron una ley contra TN. El mismo Pino afirma que se volvería loco sin faibertel, dios santo que viejo frívolo y estúpido, mientras sus partidarios, de nuevo, dicen lo contrario. Dieron quorum, sabiendo que salía el proyecto de la derecha, para votar el 82% sin aclarar fuentes de financiamiento, una de las peores trastadas que se le han hecho a los jubilados en este país. Lo último que pasó fue que los diputados pinistas votaron a favor del gobierno y en contra de cajonear la ley que declara al papel de los diarios como un servicio público. Mientras Pino se encargó, de nuevo, de hacer declaraciones a favor del Clarín. Ahora volvemos a leer en la blogosfera a compañeros kirchneristas/peronistas que vuelven a soñar con Pino, y tal vez los pinistas, como aliados. Ojala sea cierto pero ya estamos un poco viejos y desconfiados. Fíjense, en la campaña de la elección de la CTA, la lista pinista no tiene como eje principal luchar contra la oligarquía, que, después de todo, son sus propios aliados en diputados. No, el eje de la propuesta es condenar a Yasky por abrazarse con Hugo Moyano. Ir con los energúmenos de la Sociedad Rural, con los socios de Videla del Clarín, eso está bien, parece que son todos “honestos”. Ir con Moyano, un dirigente sindical ampliamente representativo, eso jamás. Ciertamente que, la coalición pingüino-peronista que gobierna, no está compuesta por angelitos del cielo o por jóvenes seminaristas, los dirigentes sindicales tienen sus cosas para no mencionar a los caudillos feudales de las provincias. Pero los dirigentes sindicales son los representantes que tienen, mal o bien, los trabajadores y los caudillos provinciales tienen votos y gobiernan. Y el pueblo los vota cada vez que lo dejan. Mi problema con el pinismo es que, a esta, yo ya la vi. A los amigos de Videla de Clarín y a los “ruralistas” los une una identidad feudal. Les importa tres carajos el país. No tienen sus negocios acá. Siempre ha sido lo mismo. Su ideología les dice que el país tiene que producir no lo que le conviene a la mayoría de la población sino aquello que es “más competitivo” en el “mercado mundial”. Y les voy a decir más: Clarín empezó su cruzada contra los Kirchner el día en que el gobierno de Nestor le pagó, de una vez y al contado, la deuda al fondo. Si el FMI no te dice lo que tenes que hacer todo es un desastre. La izquierda pinista, pinógena, pinóide no es la izquierda peronista ni tiene nada que ver con el peronismo. La izquierda de Pino es la Fede del 45 que se fue con el grupo A y que marchaba con Braden porque el viejo Perón “era nazi”. Chavez es nazi, Kirchner es nazi y, ya que estamos, yo también soy nazi. La Fede del 55 apoyó el golpe y después ayudaron a legitimar cualquier cagada de todos los golpes y medidas represivas de aquellos años. En los 70 hicieron autocrítica, intentaron acercarse al peronismo. Después boyaron y a medida que el partido abandonó el gorilismo fue desapareciendo. Pero, el antiguo PC, tenía al socialismo en su programa y si nunca gobernó nada, al menos, no fue por falta de ganas. La izquierda liberal, el partido socialista, sin ir más lejos, no tuvo problemas en agarrar intendencias, con los milicos por ejemplo, y en aliarse con quien cuadre y ganar elecciones. Hizo, hace, gestiones de gobierno de una derecha liberal de las que no vale la pena perder el tiempo hablando. Pero los pinistas, ni eso. No nos vamos a cansar de repetir que dejarle el gobierno de la CABA, probablemente el distrito más importante del país, al PRO es de lo más lunático que he visto hacer en política en mi vida. Tuve oportunidad de hablar con unos amigos, nadie es perfecto, que militan en la CTA en los sectores del degenarismo. Francamente, se me frunció el orto. Tienen una militancia intensa como no veía desde la década del 70. Son gente grandecita, nunca se acordaron de comprometerse, no hasta este grado por lo menos, cuando gobernaban Delarua o el turco culoroto. Pero, ahora, les agarró la onda revolucionaria que ni que fueran el ERP. Al igual que su líder Degenaro se pasaron el 2001 bajo un felpudo. La llegada del, moderadamente, progre gobierno pingüino los volvió locos. Si esa gente tiene algo de peronista yo soy Antonio Cafiero. Tampoco son progresistas, quieren que gane la derecha porque contra el sorete patilludo vivían mejor. Que dios me perdone pero estos pibes, después de que gane la derecha, no militan nunca más. O, al menos, hasta que no vuelva un gobierno populista. La izquierda liberal arranca en este país en la época en que gobernaba Mitre o algún otro de esos hijos de puta. Los inmigrantes europeos llegaban hechos mierda y en pocos años se convertían en patroncitos. Esa mierda la arrastramos como un karma.

Rinti: "Creo que la escena más impresionante que me tocó protagonizar fue aquella en la que Chuarseneguer me partía a balazos en Terminator. Dicen que, todavía, muchos perros se desmayan cuando la ven. Además me dejaron comerme el ketchup."

¿Será casualidad todos esos derrumbes? ¿Cuántos van 10, 12? ¿Será casualidad o están del tomate Macri y sus muchachos?

No se pierdan el próximo capítulo con novedades de último momento del Imperio Romano.