63 % más de hurtos, 25 % más de muertes en robos en la provincia de Buenos Aires.

Primero quiero aclarar algo, los chorros no son nuestros compañeros, no son Robin Hood, ni revolucionarios expropiadores, ni siquiera son Don Corleone. Tampoco son los ladrones de profesión que había en otras épocas, ya no se ven robabancos ni bandas como las del gordo Valor que asaltaban camiones. Son gente desesperada que toma una salida individual y ni siquiera se meten con la clase alta. Los ricachones viajan en autos blindados, viven en barrios con seguridad privada, cantris con muros y edificios con rejas, son prisioneros pero están a salvo de los chorros. Los chorros martirizan a la clase media, que no podemos pagar murallas ni policía privada, puede ser que un tipo se haga matar, sin ninguna necesidad, por un auto que tiene seguro o que, directamente, no vale una mierda, eso hay, pero lo aterrador es que le apunten con un arma a tu familia, que te pongan un cuchillo en el cogote, que te entren a la casa. No solamente a la clase media, un factor que no siempre se ve es lo terrible que es, para una familia de la villa, que le choreen la garrafa. Hay 200 millones de nuevos policías, armados con picanas portátiles, aparecen tipos con escudos, para una manifestación son 1200 canas con armaduras. Nunca hubo tanta gente en las cárceles, muchos menores, morochos con portación de rostro, encerrados por tiempo indefinido, están yendo en cana pibitos que fuman porro o gente que tiene plantas en su casa. Las plazas están rodeadas de rejas. No se habla mucho de eso pero los linchamientos siguen y, en general quedan impunes, el tipo que mató un chorro atropellándolo con el auto, no solamente quedó libre de culpa y cargo, ahora es candidato, adivinen de quienes. Cualquier justiciero tiene licencia para matar. Un policía, que mató a un chorro que corría, con una serie oportuna de tiros en la espalda es elogiado y premiado públicamente. La mano dura y el gatillo fácil se imponen, reciben premios, alabanzas y el apoyo oficial. En el mejor de los casos el poder judicial desensilla hasta que aclare. Hay nuevas armas, nuevos patrulleros, nuevas comisarías, escuchas ilegales, programas espías, nuevas leyes que aumentan las penas. Hay un discurso histérico del orden que termina en la persecución de los vendedores callejeros, parece que esos pibes manteros o que pasan con una valija y te ofrecen una cadenita son los culpables de la catástrofe y la miseria. Aparecen comerciantes que se quejan por los vendedores ambulantes, es un clásico, si vos tenés un boliche y no podes competir, contra un descamisado con una mantita en la vereda, tu negocio ya está muerto, chabón. También hay endurecimiento de penas, leyes draconianas, persecuciones varias, niños muertos a balazos nadie sabe bien porque. Qué resulta de toda esa propaganda/paranoia del orto. Resulta que los hurtos en provincia aumentaron más de un 60 % y los asesinatos en robos un 25. Y cosas por el estilo, las cifras están por todos lados. Se ha vuelto a probar lo que todo el mundo sabe que la redistribución de la riqueza, el estado de bienestar y el respeto por los derechos humanos hacen disminuir los delitos y la miseria, la violencia, la pérdida de derechos y la mano dura generan más delitos. Vamos a resumirlo: Si tu idea es buena es posible que todo vaya mal porque tu práctica es mala pero si tu idea es mala el desastre está garantizado. A más mano dura, más punitivismo, más pérdida de derechos, más crímenes.