Yo le diría a Prat Gay que lo piense, el país todavía lo necesita.

Para revertir la herencia terrible que dejó la administración anterior era necesario un ser de capacidad superior, es una suerte que lo hayamos tenido. ¿No se han preguntado como puede ser que un ministro con semejante gestión se vaya? Tal vez la respuesta sea que, simplemente, todos los problemas económicos del país ya están resueltos. Eso es verdad. Sin embargo, también se puede decir que este gran economista se va cuando más hacía falta. Prat Gay era el hombre justo para esta etapa, en que la inflación está cayendo y empiezan a llegar las inversiones. El momento en que los gastos están bajo control y en el que no se está tomando más deuda. El momento en que los salarios no paran de aumentar y el consumo llega a cifras record. Justo ahora en que las políticas de estímulo triunfan y llegamos el balance fiscal, el responsable de este éxito, Prat Gay, de algún modo el artífice del cambio, decide dar un paso al costado. Después de sincerar el valor del dólar y de algunos ajustes sin importancia a las tarifas de los servicios públicos, la inflación se ha establecido en valores mínimos, la desocupación viene reduciéndose y todos disfrutamos de la bonanza. La inflación fue bajísima en noviembre y seguramente en diciembre, como nos explica el nuevo e infalible INDEC, descenderá aun más. Porque en 2017 va a ser bajísima, si, claro que si. Además el freno a la inflación nos va a encontrar con la economía a toda máquina. Es imposible separar los éxitos de una economía floreciente del nombre de Prat Gay. Pocos pueden olvidar la habilidad de este gran estadista, como por ejemplo la salida del cepo cambiario, una medida que ha beneficiado enormemente al grueso del pueblo, creando empleo y evitando la especulación, piensen que ahora cualquiera puede comprar hasta 5 millones de dólares, un problema grave que se solucionó. También el dólar mantuvo su precio y eso no generó inflación ni déficit, es verdaderamente increíble. Piensen que gracias a Prat Gay salimos del default que durante más de 10 años impidió que el país creciera, piensen en todas las inversiones que no llegaban y que, ahora si, están dando empleo a troche y moche. Los nuevos empleos y la creciente obra pública nos están dando un país moderno y de gente feliz. Prat Gay brillaba como comunicador, tenía siempre la palabra justa, llamaba las cosas por su nombre cosa que muchos no le perdonan. Un genio caminó entre nosotros y no siempre fue bien comprendido. La mejor demostración de su talento como economista y pensador social son sus pronósticos, que acertaban siempre. Recuerden, por ejemplo, la existencia de brotes verdes y la gran reactivación que tuvo al país en vilo. Casi sin darnos cuenta nos convertimos en un gran brote verde. Vale la pena señalar la sabiduría profunda de financiar el déficit que generó la caída de la recaudación y la desaparición de algunos impuestos, mal llamados progresivos, para ser substituidos con éxito por el endeudamiento a tasas record. Faltó nada más llegar al blindaje. Lo importante es que Prat Gay dejó el camino para lo que de veras va a salvar a este país: un profundo, preciso y prolongado ajuste. Dicen que el inspiradísimo ex ministro tiene grandes aspiraciones, es seguro que volveremos a verlo en plena lucha política, ahora con el prestigio inmenso de su inolvidable gestión de un año. Pienso que la renuncia coincide con el comienzo del verano, me pregunto si volveremos a ver los alegres paseos de Prat Gay del brazo con Vicky Donda en las, afortunadamente ya no tan concurridas, playas de la costa. De Prat Gay se puede decir que tomó un ministerio y dejó 2.