Cuando hace una semana Jeremy Corbyn se convirtió en el nuevo jefe del laborismo, la reacción de los líderes de la socialdemocracia europea fue de rabia. Una vez le preguntaron a Margaret Tatcher cual fue su máximo triunfo político, respondió que la creación de Tony Blair y el “Nuevo Laborismo”. No se si esta anécdota es verdadera o no pero da en el clavo. La llamada “tercera vía” de Blair de los 90 marcó el rumbo de la socialdemocracia hasta nuestros días. En 1997 el Labour ganó por aplastamiento y resultó ser el gobierno laborista que más tiempo gobernó. La política de la tercera vía llevó al Labour hacia el centro, el partido prefería hablar de la economía de mercado en vez de hablar de las contradicciones de clase y se recostaba en la elite financiera en vez de apoyarse en los sindicatos. Muchos políticos oportunistas de la clase media vivieron el fin del discurso de la cuestiones de clase y de la desigualdad como una liberación, en vez de esas antigüedades ahora podían ufanarse de la “cool Britannia”. Los conservadores parecían vencidos para siempre. Desde la 10 Downing Street se vislumbraba el fin de la Historia. Es fascinante observar los dolores fantasma que la época de Blair dejaron en la política británica y aun en la sueca. Los más altos dirigentes del Labour han sido verdaderos tradicionalistas desde hace mucho: extrañan una era de grandeza que se ha perdido. Y todo lo que esté en el camino de esa nostalgia es visto como complicado, difícil y doloroso. Cuando hace una semana Jeremy Corbyn se convirtió en el nuevo jefe del laborismo, la reacción de los líderes de la socialdemocracia europea fue de rabia. Se sintió como si los editorialistas de los diarios socialdemócratas y de los liberales hubiese estado sentados unos junto a otros cuando escribieron sus artículos sobre la incomprensible tragedia que había azotado al Reino Unido. Al comienzo de los años 80 el Labour intentó un fuerte giro a la izquierda bajo el liderazgo de Michael Foots. Fue un fracaso. La elección del 83 resultó una catástrofe. Este hecho ha sido utilizado por montones de escribientes tenidos por socialdemócratas para advertirnos sobre el giro a la izquierda de Corbyn. Y yo me agarró la cabeza cuando veo el carácter conservador de la argumentación. Los que nos recuerdan la derrota de Foots en el 83 viven en un mundo contrafáctico donde 30 años de neoliberalismo nunca han sucedido. Desde el comienzo de los 80 una ola de desregulación de libre mercado, de privatizaciones, de reducción de impuestos y política anti sindicatos ha invadido el Reino Unido y Europa. Los últimos 30 años las ideologías de libre mercado y el neoliberalismo le han dado forma a la sociedad y el resultado es evidente: creciente desigualdad, elites y clase alta que se separan de la sociedad, desocupación masiva. Y, no menos importante, el desprestigio de la política que sirve para el surgimiento de la extrema derecha. Pero la guerra de 30 años contra los pobres de Europa y del Reino Unido parece no entrar en los cálculos de los que están espantados con la victoria de Corbyn. Y es quizás porque forman parte de la hegemonía neoliberal en Europa. Tatcher tenía razón: la gran hazaña del nuevo Labour fue educar a los votantes británicos en dejar de pensar que una sociedad distinta era posible o siquiera deseable. Tony Blair dejó detrás de si un grupo de votantes de clase obrera políticamente indiferente que, con el tiempo, están votando a los xenófobos de UKIP. Pero también a una clase media cuyo lado progresista nunca más pudo despertarse para un mensaje más a la izquierda. La herencia de Blair a la socialdemocracia europea es el adiós a las herramientas keynesianas en política económica y a las ideas políticas necesarias para enfrentar la desigualdad galopante. Personalmente me hizo muy feliz enterarme de que Corbyn había ganado la elección en el Labour. Lo que no quiere decir que yo, automáticamente, piense que Corbyn es el futuro de la socialdemocracia europea. Que haya puesto a todos varones en los puestos importantes del gabinete en las sombras es una mala señal. Corbyn es más bien el tipo que canalizó el deseo de cambio y de ruptura que late entre los laboristas. Un movimiento que, hasta hace poco, era invisible, se fue detrás de Corbyn. Yo creo que en Europa vamos a ver más y más señales de que los votantes quieren romper la hegemonía neoliberal y eso quizás se vea también dentro de la socialdemocracia. Pesada y compacta es la hegemonía neoliberal que lleva ya una generación en la socialdemocracia europea. Parece que solamente puede romperse a través de figuras en el extremo de los partidos, sin cargos en el poder que canalicen el deseo de cambio. |
Göran Greider, es director de un diario de la socialdemocracia, está a la izquierda de Scioli y a la derecha de la Cámpora, diríamos que no es lo suficientemente izquierdista como para que me tome el laburo de traducirlo, pero, por esta vez, pase.
Y otra cosa más, el Labour se parece al peronismo.
Buenísimo este artículo, por supuesto no tanto por lo que se dice (que lo sabemos) sino por el lugar de donde viene. Las calmas aguas del neoliberalismo empiezan a arremolinarse en su mismísimo centro. Veremos que hacen los gorilas imperiales, por ahi se les ocurre reactivar el "IRA", si acá el virrey de cabotaje Mugricio se atreve a anular elecciones, la realeza del norte no quiero imaginarme de lo que son capaces.
ResponderEliminarES el peronismo: http://deshonestidadintelectual.blogspot.com.ar/2007/08/pern-entre-los-sindicatos-y-las_26.html
ResponderEliminarLa primera parte de la anterior: http://deshonestidadintelectual.blogspot.com.ar/2007_08_24_archive.html
ResponderEliminarMe parecía que no era tu estilo de escritura. Pero la traducción es muy buena, felicitaciones.
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