Una vez pasado el "Grå munken" había un puente. No era raro ver, en esas mañanitas camperas de 10 bajo cero, pero antes de que se congele, a los tenaces gringos pescadores, si, ahí mismo, no solamente podes pescar, en verano tienen un balneario en medio de la ciudad. Cuando se congela, los suecos van con una máquina y convierten todo en una pista de patinaje, posta. Igual, a mí me daba fobia caminar arriba de un lago congelado, así que dejaba que patinaran ellos.Cuando uno cruzaba ese puente, estaba ya en lo que sería el microcentro. El punto donde convergían todos los subterráneos. Estocolmo es como el delta del tigre, para llegar a cualquier lado tenes que o usar un barco o cruzar 25 puentes, de modo que los tipos hicieron una red de subtes que, en relación con la población de la ciudad, es disparatada. Montevideo tiene los mismos habitantes y de pedo tiene micros. Al lado de la central de subtes estaba el edificio provisorio del parlamento, íbamos ahí para algo pero no tengo idea de que podía ser.Si uno seguía para el sur había un par de hipermercados a los que nunca entré. No tenían alcohol, no tenían carne, de hecho ni siquiera tenían pan. Más adelante pintaba una plaza, había como un mercado donde, si, había cosas interesantes. Descubrí que, si hacías un trámite, en vez de comer en la escuela, si vienen leyendo, sabrán que la comida no era recomendable, te daban vales para comer en cualquier lado. Será de dios que, en ese mercado, los podías usar para comerte una Kebab, que es como si dijéramos el chivito al pan de los yoruguas. Además te vendían yerba y dulce de leche que venía en una lata de lo más pituca. A la vuelta estaba un café bastante horrible pero, era como que, quedaba cerca de todo, no se como se llamaba. Frente al café corría una avenida ancha como la 9 de julio pero, oh! milagros del primer mundo, todavía más fea. Un par de cuadras delante estaba el cine donde lo mataron al, ya citado, Palme. Al asesino de Palme nunca lo encontraron, lo que es una payasada porque es un país chiquito super organizado y donde, si te robas un caramelo, te levantan como sorete en pala. Me acuerdo un pibe que se zarpó y se afanó un televisor, al rato sonó el timbre y era el encargado del boliche con un tipo de acción social y un cana. Cuando constataron que el chabon tenía hijos chicos, le hicieron firmar algo, le dejaron el televisor y le dijeron que, la próxima vez que precisara algo, lo pidiera. A Palme se la dieron los yanquis y fue por que, el sueco, quería crear una zona libre de armas nucleares en Escandinavia. A la OTAN no le gustan ni las zonas libres de bombas nucleares, ni el pacifismo. Tampoco le gustamos nosotros, los sudacas, para el caso. Cuando lo boletearon a Palme el progresismo sueco murió, de muerte violenta. La última batalla de Palme era sorprendente, no conozco los detalles porque yo ya no estaba en Suecia, y aclaro, por si no se dieron cuenta, que no volví nunca más. El tema de la última batalla se llamaba: "fondos de asalariados" y se trataba de que los laburantes pagaran una especie de "jubilación extra" y usar esa guita para invertir. De esa manera los sindicatos iban a tener una participación creciente, sobre todo, en las grandes empresas. Lo interesante era lo que decía la oposición de derecha, decían que los fondos iban a llevar a la "libre tierra nórdica" a la órbita soviética.De Palme decían que era autoritario y corrupto y que estaba loquito y que era comunista/fascista. ¿Les hace acordar algo? A la vuelta de donde bajaron al líder socialdemócrata estaba "Casablanca" un boliche propiedad de un argentino, un pibe que era emigrante y que no tenía nada que ver con el mundo político. Sin embargo, ese flaco, ayudaba a cualquier criollo por el solo hecho de serlo. Le mando un abrazo, dondequiera que este. Casablanca vendía artículos indispensables para el argento, que se precie de tal, chorizos, salamines, queso con gusto a algo y dulce de batata.A una cuadra estaba "ComuSal" o algo por el estilo, era una agencia de noticias de los cumpas salvadoreños. Yo trabajaba ahí, nos ocupábamos de hacerle llegar noticias, fotos y testimonios de la guerrilla salvadoreña. El trabajo consistía en atender el teléfono y armar material. A veces venía algún salvadoreño y armábamos una conferencia de prensa. Recuerdo al menos un caso en que un cumpa vino de allá hecho un colador, los suecos lo emparcharon y, en cuanto se sintió mejor, se volvió. Yo, por mi parte, donaba mi sueldo, es posta. Cuando los guerrilleros salvadoreños entregaron las armas me quería apretar los gobelinos con una morsa. No por la revolución sino por haber invertido mal la guita. Tendría que haberles pedido recibo. En el local estaban todo el día unos cumpas que hacían artesanía "salvadoreña" y que la vendían en ferias y eventos, obvio que la mosca iba para la revolución.Una vez en ese local, no puedo precisar la fecha, resucitó el comité argentino que, en realidad, jamás se reunía. Me acuerdo que estaban unos peronistas a los que apodaban "la banda de los cuatro", que hacía referencia a la mujer de Mao, pero que eran cuatro atorrantes. Los cuatro peronistas nos manejaban la reunión como querían a los 50 zurdos que estábamos ahí. Uno de los cuatro, no voy a poner el nombre, llegó a ser funcionario de M*em, bastante famoso. Terminó quemado, tal vez injustamente, porque era, ahora me doy cuenta, un tipo piola. Una vez, años más tarde, me lo encontré en la calle corrientes. Me dijo: "Changuito…", por aquel entonces todavía era pendex,"…dejate de joder con el zurdaje. Venite que te llevamos al PJ". Era una oferta generosa. No la rechacé porque previera para donde iban con M*em sino porque uno no es peronista y listo, con esas cosas, los tipos de mi generación, no jodemos. Es como cuando un amigo, queridísimo, me pidió que me bautizara para que fuera padrino de su nene. Me dio pena pero, participar de un rito católico sin serlo, es una ofensa para los católicos.Nuestro periplo rumbo al norte continúa. Más allá del local y, sobre esa avenida espantosa que les dije antes, estaba otro puesto de Kebab. Pero estas no eran como las de antes, eran parecidas a la que te venden unos muchachos africanos en la calle lavalle, vayan que es riquísimo y, de paso, pueden impresionar a sus novios/as como gente de mundo, con un pan finito y, cosa rara en Estocolmo, con culadas de picante. Lo bueno de ese local era que, aunque te cagaras de frío, podías sentarte en la vereda, que estaba abierto hasta bastante tarde a la noche y que podías elegir que salsa ponerle a tu sándwich. En aquellos tiempos había muy pocos lugares para salir de noche, dicen que eso cambió pero, cuando anduve por allá, la ciudad era un desierto, había boliches en los que no dejaban entrar a los extranjeros. Uno de los pocos boliches que había era un pub muy de cuarta que era donde paraban los taxistas. Una vuelta apareció un pibe, no se de donde era, argelino, tunecino o algo así, después de contactar a todos los grupos posibles consiguió crear una discoteca cooperativa de los grupos juveniles. El lugar estaba muy bueno pero era para escuchar rock y para bailar. El rock si, pero me temo que bailar no era lo nuestro.Por último, pasando el boliche de las Kebab estaba la biblioteca central. Así como extrañar, extraño a los amigos que se quedaron o que se dispersaron por el mundo. Fuera de eso, hay dos cosas más, en primer lugar las bibliotecas increíbles que hay en todas partes, te traen el libro que vos quieras, en el idioma que vos quieras y te podes llevar el libro a tu casa. Y extraño los locales que había por todos lados con piletas de natación, climatizadas claro, y con gimnasios del puta madre, la entrada era, prácticamente, gratis. En nuestras pampas, la edad de los libros ya nos pasó de largo y, muchos, hacen la gimnasia, corriendo la coneja que es un ejercicio estupendo. |
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