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Con Cristina.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Ahora sabemos quiénes eran los que se tenían que morir, muertos por covid en nuestro barrio.

Murió la pedicura, si, la señora que te arregla los pies, no sorprende porque andaba de casa en casa, no podía rebuscársela sin su laburo, es un emprendimiento que no requiere grandes inversiones y los laburantes caminamos todo el día y siempre tenemos los piecitos fundidos. Lo que llama la atención es que la señora, vivía sola, en el barrio especulan con que tenía/tuvo un gran amor que quedó en segundo plano, la señora tenía alrededor de 50 años, concuerdo en que no bien llevados, solamente las señoras ricachonas o con genes privilegiados se ven jóvenes a los 50.

Tal vez si hubiese estado mejor informada, hubiese mandado a la mierda la podología, después de todo hubiese conservado los instrumentos, ustedes saben esos filos y pinzas, y hubiese conservado la clientela, los vecinos somos comprensivos.

Es mejor comer de la olla y conservar el pellejo que probar manjares sentado junto a Jesucristo/Mahoma o nuestro buen Moisés, dicho con todo respeto.

Pero eso no coincide con lo que nos vienen diciendo, es cierto que son los mayores, alrededor de 75-85 años los que aportan la mayoría, habría que ver que tan mayoría, de los finados, la cuestión es que a medida que se difunde la enfermedad y caen más, hay cada vez más gente, no tan mayor que cae. No solamente eso a la señora no se le conocía ninguna patología estilo asma, hipertensión, obesidad, problemas respiratorios o lo que ustedes quieran.

También se murió la señora que era como la jefa informal de la remiseria, esto es particularmente siniestro porque medio barrio, literalmente, usa los remises. Son nuestros remiseros de confianza, manejan bien, son educados, los autos son limpios y, para el caso, bastante nuevitos, además nunca te cobran disparates, incluso, si te conocen, y nos conocen a todos, podes arreglar el precio. Esta señora tenía alrededor de 60 años, si ya se: no era que ese no era grupo de riesgo, pero estaba un poco gorda, no terrible, mórbidamente, gorda, con panza, como está cualquier matrona de 60 que no trabaje en Hollywood. Para colmo de males, la señora, cuando no estaba manejando, estaba en la oficina, atendía el teléfono pero muchos, ya sé, somos de la vieja escuela, íbamos directamente a la oficina a pedir un auto.

Otra cosa más, no era que el virus atacaba más los hombres. Bueno, por ahora, van 2 mujeres.

Junto con la jefa murieron 2 remiseros, uno era un señor mayor pero no más de 70 años, era una persona completamente normal para esa edad y lo recuerdo como un tipo feliz, que lavaba su autito, modesto pero decoroso y en perfecto estado, escuchando música rockera.

Apenas si lo conocía, no sé si se tenía que morir porque dios, parece más bien el Otro, para el caso, así lo quiso o porque todo está escrito en no sé dónde o porque queselevaahace. Pero, en todo caso, me da cosita la muerte. Supongamos que sin el virus le quedaban 3 años de vida, mis queridos, es un montón.

Es probable que tuviera una familia y que tuviera que darle de comer. Si la familia hubiese podido elegir, tal vez, hubiera comido de la olla y hubiese preferido tenerlo vivo. El auto cargándole la batería y con un poco de grasa, el año que viene, hubiese podido andar fenómeno.

Me da más cosita todavía que, en una de esas, lo mató contagiándolo uno de esos nabos que no quieren usar barbijo, uno de esos que son anticuarentena o uno de esos teresos gigantes que van a conchetear, inútilmente a los boliches.

El cuarto finado es otro remisero, un muchacho joven, con él viajábamos para llevar, a veces, a mi hija a la escuela. Tenía mujer y un hijo chiquito, no se si no estaba esperando otro, no le conocí ninguna enfermedad, no lo vi usar ese paf o como se llame que usan la gente con asma, tampoco escuché que necesitara insulina, era gordo pero normal como la gente que se ve por todos lados, en particular los que se ganan la vida en empleos sedentarios.

En el barrio hay comedores funcionando, no sé si los remiseros y la pedicura hubiesen podido integrarse y aportar, mucha de la gente que come de la olla es de la gente que hace años que sobrevive de ese modo. Tampoco sé si el menú es siquiera parecido al de gente de clase media que, aunque pobre, está acostumbrada al asado y los ravioles.

Hablando de asado, hay todavía un muerto más, en este caso es un viejo, no lo conozco pero sabiendo cómo es nuestra gente, sospecho que ahí se contagió.

Lo único importante en este último caso es si sabía que se estaba exponiendo y, con la determinación trágica de morir en su ley, no le importó o si se descuidó porque se informó con los medios basura.

En este último caso, lo mataron.

Y una cosa más, casualmente los que se tienen que morir, según los malparidos, somos siempre los mismos.

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