Esto viene de…
http://elhombre3.blogspot.com/2009/08/los-montoneros-infiltraron-al-imperio.html
y después de…
http://elhombre3.blogspot.com/2009/08/auge-del-montonerismo-en-la-antigua.html
Esta es la Roma que nos gusta. A un garca, o al hijo de un regarca, lo ponen al frente de un ejército. El tipo lee un manual griego, es como si buscara en internet, para darse una idea y después le deja, el ejército, a un plebeyo que sepa algo.
Marcus Aemilius Scaurus es el jefe del partido agrogarca, su único merito es ser un coimero que sabe bien en que momento tiene que tranzar. Las reformas de los Gracchus que se refieren a la distribución de grano y a los equites permanecen. En cambio los aristócratas dejan de lado las más progresistas como la ampliación de la ciudadanía a los aliados latinos. Los grandes perdedores no son los plebeyos de Roma, ni la clase comercial de los equites sino los granjeros de Italia que pierden sus propiedades por la fuerza o son obligados a vender por monedas.
La clase media baja es el pato de la boda.
En esos buenos tiempos hay rebeliones de esclavos que no son eso sino el acto desesperado de un pequeño propietario que se insurrecciona junto con sus esclavos.
Eso si que es "piquete y cacerola".
El reino de Numidia quedaba donde ahora esta Marruecos-Libia su ruta, hace 2100 años no era desierto sino la más rica región agrícola, después de Egipto. Jugurtha era un lumpen carismático y muy, pero muy, picaro. Derrocó a los legítimos herederos al trono, se enfrentó con Roma y, llegado el momento, le tiró unos (muchos) mangos al jefe del partido conservador Scaurus y, asunto arreglado, se convirtió en el libertador de África. Los romanos, ya saben: dueños del mundo, se pusieron loquitos y, por una vez, mandaron a un general de verdad Metellus, que no es el general en el que están pensando. El General en sí era el segundo al mando, un muchacho de clase media baja, llamado Marius.
Marius regresó a Roma como si realmente fuera el General el 17 de octubre pero, que el peronchaje no se ofenda, el mérito le corresponde, en buena parte, a Metellus y también a un general oligarca pero, desgraciadamente, de una tenebrosa y fría inteligencia, Sulla. Dios nos libre de que aparezca uno como ese.
El legado de la guerra fue la constatación, innegable, de que los oligarcas, pese a mencionar 50 veces la palabra "patria" en sus discursos, no tenían problemas en entregar África por unos mangos y a la mamá también.
Jugurtha dijo que, de haber tenido la guita, hubiese podido comprar a Roma entera.
Y otra cosa más, ahora el partido popular tiene un líder. Marius, el General.
A diferencia de los cumpas hermanos Gracchus, Marius es un autodidacta que aprendió lo que es política en la guerra volteando muñecos.
Por esas fechas la república fue invadida desde el norte por los Cimbri una tribu, según se cree, conducida por un señor gritón de bigote chiquito. Ejército tras ejército romano, siempre con su muñeco oligarca al frente, es aniquilado.
La mezcla de soberbia con ineficiencia en la campaña por parte del partido conservador demuestra que, esta gente, no podía defender la patria aun cuando quisiera hacerlo.
¿Y que pasó? El General Marius fue nombrado comandante del ejército cuando aun se encontraba en África. Mientras los Cimbri aprovechaban el tiempo, sabiamente, para robar y matar, Marius pasaba a reclutar aliados y devolverle la confianza y la disciplina a las legiones.
Ahora los germanos del norte, tal vez conducidos por una gorda teutona, se unen a los Cimbri para destruir a Roma.
¿Quién sabe? Tal vez la batalla de Aquae Sextiae se la más importante que ejército alguno haya peleado y, si no, pregúntenle a los que estudian alemán. Piensen que, en esa batalla, la civilización greco-romana ganó 500 años para desarrollarse.
La batalla siguiente es contra los Cimbri y no queda ni el loro.
El partido conservador intentó atribuirle la victoria a uno de los suyos un tal Catulus. Pero, para ese entonces, el pueblo romano estaba lo bastante avanzado como para no creerles más nada.
Marius, el General, no parece haber sido un estratega destacado sino un administrador honesto y eficiente, corajudo ante el enemigo y capaz de compartir el rancho de los soldados sin hacer alharaca. Nunca se metió en política, siempre fue del partido popular.
El General era, en el fondo, un campesino, desconfiaba de la extravagancia, del acomodo y de la irracionalidad. Es redundante decir que el pueblo lo amaba y que la oligarquía lo odiaba, aunque no era un revolucionario como Gaius Gracchus.
Pero tampoco se puede todo.
Y su primera iniciativa es profesionalizar al ejército que pasa a ser un imán para los más pobres. ¿Qué me contursi? Lo único que se puede agregar es que el Aguila romana y esas legiones que aparecen en la película Gladiador p. ej. son un invento de Marius.
Más que ninguna otra cosa, los ataques de la oligarquía habían llevado a Marius a comprometerse con el partido popular. Pero Marius, el General, era revolucionario antes de meterse con el partido, después de la batalla convierte a todos los soldados aliados en ciudadanos romanos.
El partido popular había estado en la sombra durante 20 años, había servido para que, gatopardistas, hicieran carrera criticando al gobierno para después pasarse al partido oligárquico. O para los marginales de siempre, esos que, seguramente, lanzamos diatribas desde los blogs sin poner en riesgo al sistema. De entre estos últimos, rescatamos a Glaucia y a Saturninus (inexplicablemente conocido como "el pato"). El pato Saturninus era un opositor violento al partido garca y era propiamente un blogger que conocía todos los chanchullos del garcaje. Además el partido popular no tuvo ningún problema en utilizar a los soldados de Marius para "orientar el voto" de modo que Marius fue electo cónsul, Saturninus tribuno y Glaucia pretor.
En 2100 años el programa no ha cambiado, repartir el pan, extender la ciudadanía.
Marius es el General porque encarna a la nación entera pero carece de la cintura política de otro General en el que, tal vez, algunos estén pensando.
Cuando uno lee que Marius se reunía en una pieza de su casa con los populares, y, en la otra, con los oligarcones, uno no puede sacarse de la cabeza que, a eso, ya lo vio en algún lado. Se produjo lo peorcito de todo lo que puede pasar: entre Marius y el partido popular hubo ruptura.
Y, adivinen lo que pasó, el pato Saturninus quedó aislado. Vale la pena aclarar que, aun así, el cumpa Saturninus contaba con el proletariado e, incluso, con muchos esclavos. Es decir no era un ideólogo boludin encerrado en una pieza. El pato Saturninus pasa a la insurrección.
Ahora llega la parte que a los, muchos, partidarios del General no les va a gustar. Como cónsul, Marius debe ser el encargado de poner freno a los desórdenes. No solo lo exigen los oligarcas sino también la clase media, aterrorizada por las demandas del pueblo. No estaba en el espíritu del General convertir la represión en una masacre pero, cumpas, el General ya no manda.
La restauración conservadora se fortaleció, todos los que tenían algo que perder se volvieron hacía el viejo orden oligárquico.
PD esto sigue hasta que alguien me mande mensaje confesando que esta podrido de los romanos
http://elhombre3.blogspot.com/2009/08/los-montoneros-infiltraron-al-imperio.html
y después de…
http://elhombre3.blogspot.com/2009/08/auge-del-montonerismo-en-la-antigua.html
Esta es la Roma que nos gusta. A un garca, o al hijo de un regarca, lo ponen al frente de un ejército. El tipo lee un manual griego, es como si buscara en internet, para darse una idea y después le deja, el ejército, a un plebeyo que sepa algo.
Marcus Aemilius Scaurus es el jefe del partido agrogarca, su único merito es ser un coimero que sabe bien en que momento tiene que tranzar. Las reformas de los Gracchus que se refieren a la distribución de grano y a los equites permanecen. En cambio los aristócratas dejan de lado las más progresistas como la ampliación de la ciudadanía a los aliados latinos. Los grandes perdedores no son los plebeyos de Roma, ni la clase comercial de los equites sino los granjeros de Italia que pierden sus propiedades por la fuerza o son obligados a vender por monedas.
La clase media baja es el pato de la boda.
En esos buenos tiempos hay rebeliones de esclavos que no son eso sino el acto desesperado de un pequeño propietario que se insurrecciona junto con sus esclavos.
Eso si que es "piquete y cacerola".
El reino de Numidia quedaba donde ahora esta Marruecos-Libia su ruta, hace 2100 años no era desierto sino la más rica región agrícola, después de Egipto. Jugurtha era un lumpen carismático y muy, pero muy, picaro. Derrocó a los legítimos herederos al trono, se enfrentó con Roma y, llegado el momento, le tiró unos (muchos) mangos al jefe del partido conservador Scaurus y, asunto arreglado, se convirtió en el libertador de África. Los romanos, ya saben: dueños del mundo, se pusieron loquitos y, por una vez, mandaron a un general de verdad Metellus, que no es el general en el que están pensando. El General en sí era el segundo al mando, un muchacho de clase media baja, llamado Marius.
Marius regresó a Roma como si realmente fuera el General el 17 de octubre pero, que el peronchaje no se ofenda, el mérito le corresponde, en buena parte, a Metellus y también a un general oligarca pero, desgraciadamente, de una tenebrosa y fría inteligencia, Sulla. Dios nos libre de que aparezca uno como ese.
El legado de la guerra fue la constatación, innegable, de que los oligarcas, pese a mencionar 50 veces la palabra "patria" en sus discursos, no tenían problemas en entregar África por unos mangos y a la mamá también.
Jugurtha dijo que, de haber tenido la guita, hubiese podido comprar a Roma entera.
Y otra cosa más, ahora el partido popular tiene un líder. Marius, el General.
A diferencia de los cumpas hermanos Gracchus, Marius es un autodidacta que aprendió lo que es política en la guerra volteando muñecos.
Por esas fechas la república fue invadida desde el norte por los Cimbri una tribu, según se cree, conducida por un señor gritón de bigote chiquito. Ejército tras ejército romano, siempre con su muñeco oligarca al frente, es aniquilado.
La mezcla de soberbia con ineficiencia en la campaña por parte del partido conservador demuestra que, esta gente, no podía defender la patria aun cuando quisiera hacerlo.
¿Y que pasó? El General Marius fue nombrado comandante del ejército cuando aun se encontraba en África. Mientras los Cimbri aprovechaban el tiempo, sabiamente, para robar y matar, Marius pasaba a reclutar aliados y devolverle la confianza y la disciplina a las legiones.
Ahora los germanos del norte, tal vez conducidos por una gorda teutona, se unen a los Cimbri para destruir a Roma.
¿Quién sabe? Tal vez la batalla de Aquae Sextiae se la más importante que ejército alguno haya peleado y, si no, pregúntenle a los que estudian alemán. Piensen que, en esa batalla, la civilización greco-romana ganó 500 años para desarrollarse.
La batalla siguiente es contra los Cimbri y no queda ni el loro.
El partido conservador intentó atribuirle la victoria a uno de los suyos un tal Catulus. Pero, para ese entonces, el pueblo romano estaba lo bastante avanzado como para no creerles más nada.
Marius, el General, no parece haber sido un estratega destacado sino un administrador honesto y eficiente, corajudo ante el enemigo y capaz de compartir el rancho de los soldados sin hacer alharaca. Nunca se metió en política, siempre fue del partido popular.
El General era, en el fondo, un campesino, desconfiaba de la extravagancia, del acomodo y de la irracionalidad. Es redundante decir que el pueblo lo amaba y que la oligarquía lo odiaba, aunque no era un revolucionario como Gaius Gracchus.
Pero tampoco se puede todo.
Y su primera iniciativa es profesionalizar al ejército que pasa a ser un imán para los más pobres. ¿Qué me contursi? Lo único que se puede agregar es que el Aguila romana y esas legiones que aparecen en la película Gladiador p. ej. son un invento de Marius.
Más que ninguna otra cosa, los ataques de la oligarquía habían llevado a Marius a comprometerse con el partido popular. Pero Marius, el General, era revolucionario antes de meterse con el partido, después de la batalla convierte a todos los soldados aliados en ciudadanos romanos.
El partido popular había estado en la sombra durante 20 años, había servido para que, gatopardistas, hicieran carrera criticando al gobierno para después pasarse al partido oligárquico. O para los marginales de siempre, esos que, seguramente, lanzamos diatribas desde los blogs sin poner en riesgo al sistema. De entre estos últimos, rescatamos a Glaucia y a Saturninus (inexplicablemente conocido como "el pato"). El pato Saturninus era un opositor violento al partido garca y era propiamente un blogger que conocía todos los chanchullos del garcaje. Además el partido popular no tuvo ningún problema en utilizar a los soldados de Marius para "orientar el voto" de modo que Marius fue electo cónsul, Saturninus tribuno y Glaucia pretor.
En 2100 años el programa no ha cambiado, repartir el pan, extender la ciudadanía.
Marius es el General porque encarna a la nación entera pero carece de la cintura política de otro General en el que, tal vez, algunos estén pensando.
Cuando uno lee que Marius se reunía en una pieza de su casa con los populares, y, en la otra, con los oligarcones, uno no puede sacarse de la cabeza que, a eso, ya lo vio en algún lado. Se produjo lo peorcito de todo lo que puede pasar: entre Marius y el partido popular hubo ruptura.
Y, adivinen lo que pasó, el pato Saturninus quedó aislado. Vale la pena aclarar que, aun así, el cumpa Saturninus contaba con el proletariado e, incluso, con muchos esclavos. Es decir no era un ideólogo boludin encerrado en una pieza. El pato Saturninus pasa a la insurrección.
Ahora llega la parte que a los, muchos, partidarios del General no les va a gustar. Como cónsul, Marius debe ser el encargado de poner freno a los desórdenes. No solo lo exigen los oligarcas sino también la clase media, aterrorizada por las demandas del pueblo. No estaba en el espíritu del General convertir la represión en una masacre pero, cumpas, el General ya no manda.
La restauración conservadora se fortaleció, todos los que tenían algo que perder se volvieron hacía el viejo orden oligárquico.
PD esto sigue hasta que alguien me mande mensaje confesando que esta podrido de los romanos
siga hombre, siga que está bueno. No sólo de actualidad vive el hombre.
ResponderEliminarNada que ver, pero el Pato Saturnino me hizo acordar un sketch de Peperino Pómoro en Chachacha:
"Yo soy peperino, eterno bambino,
yo soy aquel que vio al pato Saturnino"
El pato saturnino es un pato de una serie para chicos que la gente de mi generación, inexplicablemente, recuerda con afecto.
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