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Con Cristina.

miércoles, 27 de febrero de 2019

La unidad.

Todo el mundo esta haciendo esfuerzos para unirse, broncas que vienen de años, abismos ideológicos, debates sanguinarios, pasan al olvido.

Uno sospecha que lo que moviliza la unificación no es el puro deseo de vivir en un país mejor sino, más bien, la evidencia de que, el quede afuera, no tiene adonde ir.

Pero ese no es, no parece que vaya a ser, el problema más grave.

Lo grave es que el otro día los productores de verduras organizaron una venta en plaza constitución y fueron reprimidos, más allá de los injusto y abominable de la represión, esas cosas se pueden hacer porque… falla la unidad.

Tampoco hace falta aclarar que esos humildes productores son el futuro de la agricultura y de nuestro país. Es una obviedad.

Lo mejor es que un par de días antes se habían juntado otros compañeros, los de las organizaciones sociales, ellos no fueron reprimidos.

No los reprimieron porque son un montón, todas las ansias de reprimir y el amor por el "orden" se les pasa cuando se moviliza mucha gente.

Lo que no entiendo es porque no lo hicieron juntos, organizaciones sociales y los cumpas quinteros.

No se me pasa por la cabeza que las organizaciones sociales no hubieran marchado gustosos junto a los trabajadores de la tierra.

Es más, uno puede opinar y discutir lo quiera sobre las idas y venidas de, por dar un ejemplo, Hugo Moyano pero estoy seguro que, él personalmente y el sindicato, hubiesen participado.

Lo mismo vale para Palazzo en los bancarios y para Baradel y el resto de la dirigencia docente.

Me da la impresión de que hay un montón de organizaciones sociales, sindicales y hasta empresarias que están dando el combate pero el problema es que… van de a una.

En algún momento eso tenía una razón de ser, los tiempos no eran los mismos, mientras algunos compañeros estaban al frente, otros tenían una actitud más expectante, no importa porque, cada organización tiene su propia temática y los dirigentes tienen sus tiempos.

Hay una parte de la CGT para la cual parece que todo sigue igual, uno se pregunta que futuro tienen dirigentes sindicales que han estado sentados, esperando no se sabe bien que, mientras el país se cae a pedazos.

Así pasa siempre: hay tipos que no se despiertan nunca, o mejor dicho, se van a despertar cuando les cascoteen el rancho a ellos, ya sea porque les llegó el ajuste interminable del Payaso o porque cambió la mano y se les viene la noche.

Yo tengo la impresión de que la unidad hace que prescriban los delitos, las traiciones y las villanías, como si dijéramos, con fecha de expiración, si te demoras demasiado quedas pegado.

En los próximos meses a varios les va a pasar eso.

Pero eso no es lo importante.

Lo importante es lo que hay ahora, un montón de agrupaciones que tienen, en este momento, la necesidad de resistir.

No da la impresión de que sea complicado, vamos, es armar un grupo de wasap.

Tampoco creo que necesitemos una organización formal con himno, bandera, presidente y estatutos.

Si los quinteros van a armar un verdurazo no puede ser que no haya un montón de grupos para impedir la represión.

Cada vez que un grupo chico marcha corre el riesgo de ser reprimido, la dictadura ya no tiene para que esconderse.

Por otra parte los que esperan pacientemente las elecciones pueden llevarse un chasco, no sea cosa que nos den el golpe completo.

Con la proscripción, sin ir más lejos.


Este fin de semana vuelve, nunca se fue, la revolución rusa, esta vez volvemos a lo grande nos metemos con los judíos. Eso… ¿Qué somos los moishesitos? ¿Yanquis o marxistas?


Mientras leemos esto, Storzionelli sigue choreando. País generoso.

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