cris

cris
Con Cristina.

jueves, 30 de enero de 2014

Hay riesgo de que el pueblo, en protesta contra tácticas que se pasan de viveza, vote cualquier cosa (un europeo te explica el avance de la extrema derecha).

Nuestros políticos no la tienen fácil. Los electores se empecinan en tener ideas políticas en plena temporada electoral.

Sin ir más lejos la mayoría de los votantes, incluso los de derecha, está en contra de privatizar lo servicios asistenciales y de salud que llevan a la lona a la salud y a levantarla en pala a los “capitalistas de riesgo” con sede en las islas Cayman.

Es una toma de posición que genera graves riesgos de que las elecciones traten sobre política. Nuestros políticos hacen todo lo posible por no caer en esa trampa. Votar en esas condiciones daría a los electores la posibilidad de votar a favor o en contra de alternativas ideológicas.

Para evitar definitivamente votar sobre la ideología de la privatización, y sus consecuencias, el gobierno de derecha ha encontrado una salida astuta. Han puesto una comisión que va a investigar si se puede prohibir a los capitalistas de la bicicleta apropiarse de los servicios de salud privatizados.

Esta brillante iniciativa viene del ministro de educación que hace unos meses, aplastado por la caída en el rendimiento de las escuelas privatizadas, la educación cayó desde el primer lugar a la mitad de la tabla, se acordó de que hay capitalistas muy chupasangre.

Parece una idea radicalizada. Pero adivinen cuando va a estar lista la investigación. Después de las elecciones, por supuesto. Y adivinen cual va a ser, pasadas las elecciones, la conclusión del estudio. Que en general es difícil separar a los buenos capitalistas de los malos y esencialmente imposible hacerlo con leyes.

Pero la maniobra está destinada a sacar a las privatizaciones del debate electoral. Todos, particularmente los reluctantes socialdemócratas, pueden señalar la investigación y la discusión después de las elecciones.

Desde el otro lado ayudan los sindicatos. Un problema político es que los sindicatos son un poco más contrarios a la ideología privatista que el partido socialdemócrata. Por eso los sindicatos han propuesto sentarse con la patronal y “negociar una salida”, lo que no es poco caradura, adivinen cuando van a estar listas las “negociaciones”. Si es que se hacen. Porque la ideología privatista no es una cuestión sindical sino política. Pero esta jugada también es para mantener a la política fuera de las elecciones.

El ministro de economía Anders Borg llegó recientemente a la conclusión de que no va a haber baja de impuestos. Eso gracias a una serie de encuestas que muestran que la ciudadanía quiere mejor educación y no más rebajas de impuestos para los más ricos. Pero ahí desapareció una cuestión ideológica y la oposición se quedó sin el argumento de “endeudarse para bajar impuestos”, un argumento que podría darle un contenido político al debate electoral.

Para evitar el debate en educación el gobierno de derecha presentó un viejo proyecto socialdemócrata de escuela de verano para los que reprobaron durante el año y de ese modo despolitizaron el tema.

Desde el partido conservador hasta los socialdemócratas han venido desarrollando una serie de invenciones geniales para desarticular cuestiones que los ciudadanos podrían considerar como significativas políticamente. Lo que implica que se vota cualquier cosa.

El riego de esta táctica que esas maniobras demasiado astutas es ese. Que en esa omitida electoral tan sabiamente despolitizada los votantes no valoren tanta picardía y que voten, literalmente, a cualquiera.

Si esos votos de protesta terminan en el partido de la izquierda, entonces nada grave ha sucedido, la izquierda va a ser solamente un socio menor de la socialdemocracia. Pero hay una alternativa peor.

Por cierto que no está nada claro como un partido xenófobo con raíces en el nazismo puede situarse en cuanto al estado de bienestar- excepto para señalar que todo es culpa de los inmigrantes. Pero no es la xenofobia lo que le lleva votos a la extrema derecha el 10% de la población no puede ser xenófoba. El atractivo es otro, claramente el voto castigo, mostrarle el dedo medio al establishment. Despolitizar la campaña electoral tal vez no sea tan piola como los estrategas y las empresas de marketing electoral han pensado.

Jan Guillou

Jan Guillou es periodista (no demasiado independiente) y escritor, escribió las novelas de Arn, un caballero templario medieval, que son espectaculares.

La privatización de las escuelas trajo un descenso del rendimiento educativo, catastrófico incluso en las propias escuelas privadas ¿No será que en esta Pampa generosa está pasando lo mismo?
La medicina todavía no se privatizó, tal vez no lo hagan pero no va a ser porque los socialdemócratas se oponen sino porque hay protestas y encuestas en contra.
Ojo con la idea de buscar leyes que limiten al “capitalismo loco” lo van a empezar a usar acá y no va a frenar ni al capitalismo ni a los locos.
Hacer cualquier payasada para no discutir de política ¿Dónde vi eso antes?
“Endeudarse para bajar impuestos”
Después de todo más voto castigo que votar a los nazis no se puede pedir.

1 comentario:

Piensa mal y acertarás