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Con Cristina.

jueves, 18 de mayo de 2017

1919 Un inglés en la Republica Socialista. Revolución Rusa 44


Arthur Ransome nació en 1884, era un tipo normal, un poquitin bohemio, de clase media alta, lo bastante para dedicarse a ser escritor, tuvo, ¿Quién no?, un primer matrimonio desastroso y se quedó de periodista, para el “Daily News” en Rusia, conoció a los líderes bolcheviques, en esos años compartía departamento con Karl Radek, un aventurero internacionalista alemán que terminó en el pelotón en el año 38. Simpatizaba con la revolución rusa, el servicio de inteligencia de su majestad lo tuvo preso un tiempo y ¿Por qué no? Se sospecha que trabajó para los mismos servicios. Se volvió para Manchester donde se dedicó a escribir libros para chicos, cuestión que no lo volvieran a joder. Terminó casado con la secretaria de Trotsky, lo que explica que era lo que le interesaba de la revolución. La secretaria llevaba joyas sacadas de Rusia de contrabando y esa guita, cosa de volverse loco, sirvió para financiar la revolución.

Petrogrado enero 1919.
Ransome ingresó, junto a unos periodistas escandinavos y un par de diplomáticos del soviet expulsados de Suecia, a fines de enero de 1919. Pasa varios días en la frontera, no a causa de los soviets sino de los finlandeses que no están muy seguros de que está pasando en Petrogrado. Cruzan la frontera por un puente, del lado finlandés ya hay una terminal nueva, del lado del soviet una terminal hecha pedazos, no hay que comer, ni comodidades. Lo saludan los soldados de la nueva república llevan escudos con la hoz y el martillo.
El tren no tiene calefacción ni comida pero los viajeros que van a la República del Soviet se dan calor cantando y bailando.
Se hospeda en el Astoria de Petrogrado, a aquel hotel de lujo, de lujo no le queda nada, salvo que está limpio.
Para enero de 1919 la ciudad de Petrogrado, hambrienta y con las fábricas cerradas, esta quedándose casi vacía. Cuando los obreros vuelven a las provincias suelen llevar las ideas revolucionarias, también muchos están en el ejército rojo. Pero, de hecho, en la ciudad no se ven armas por ningún lado.
En el legendario Smolni, Ransome tiene un almuerzo, una sopa y un pedazo de pan, con Zinoviev, se dice que Zinoviev no las tiene todas consigo, los asesinatos de Volodarsky y Uritzky, de unos meses antes, todavía lo tienen mal.
El ingles viaja a Moscú en un tren, le toca la cama de arriba del compartimiento, debajo de él viaja una multitud de mujeres, bebes y bolcheviques. La gente se queja de los precios de la comida. Un pasajero cuenta como en la lejana Archangel los aliados fusilaban soldados rusos que se negaban a combatir.

Moscú.
En Moscú cae la nieve, todos se mueven en trineos, pero los tranvías aun funcionan, los caballos reciben una ración igual para todos, como los humanos, los negocios están todos cerrados excepto algunos como empresas del estado, tienen un cartel que dice que el negocio es del soviet de Moscú. El “negocio” le “vende“, por ejemplo, ropa a quien más lo necesita. Las viviendas se han repartido según la necesidad, un inglés amigo de Ransome, que administra una empresa, comparte su casa con los obreros, el inglés, tal vez cagado en las patas, tal vez influido por el clima de época, dice que está todo bien.
En Moscú le toca un hotel que está bajo la armada roja, el hotel está hecho pedazos, solamente el teléfono funciona, en la ciudad hay nuevas esculturas revolucionarias y pinturas futuristas creadas para festejar el primer aniversario de la revolución en noviembre. Al anochecer se encuentra con un tal Reinstein un militante del partido socialista de los trabajadores de América, dice que cuando, el soviet, tiene maíz no tiene locomotoras para llevarlo a las ciudades y que eso va a tener repercusiones políticas, tarde o temprano.
Habla con la señora que le limpia la habitación y que le dice algo inesperado, que bajo el soviet no hay mucho que comer pero que hay libertad, en esos primeros días recibió un ticket donde se le garantizaba una comida, nada de lujo pero aceptable, al día siguiente, averiguando descubrió que ese mismo ticket se lo daban a todos. También existía la posibilidad de comprar, a precios disparatados, comida de los especuladores. El pan a 1 rublo con 20 en el estado y a 20 con los especuladores. A pesar de todo, no hay duda de que hay hambre, al día siguiente ve pasar a un trineo cargado con restos de carne de caballo, el conductor del trineo intenta alejar a la multitud usando un látigo pero la multitud hambrienta parece no notarlo, las palomas han desaparecido. Pero no el frío de Moscú, los empleados del Kremlin trabajan con abrigos de piel y botas.
Ransome, a fin de cuentas, es un agente oficioso del gobierno británico, eso no es ningún problema para el gobierno bolchevique sino, más bien, lo contrario, le hacen llegar, estamos a 10 de febrero, una serie de propuestas de paz para ser llevadas a la conferencia sobre Rusia a celebrarse en una isla llamada Prinkipo, las propuestas se parecen a las paz de Brest-Litovsk. Reconocen a los aliados como el verdadero poder contra el que están luchando y se muestran dispuestos a negociar tanto los recursos de Rusia como el territorio. Todo excepto la existencia de la República Socialista. Ransome piensa que, cada vez más, los dirigentes soviéticos están menos interesados en comenzar una revolución mundial y más en darle de comer a la gente. Se encuentra con Kollontai, la divina madre bolchevique de todas las feministas, con Bujarin, de Bujarin tengo un libro entero preparense para conocerlo, siempre dispuesto a discutir de filosofía, con el líder del soviet de Vologda que había tenido un muy mal encuentro con el embajador francés, un tal Noulens, enemigo acérrimo de la República.
En el texto tienen su importancia los jefes de la diplomacia soviética, Chicherin un aristócrata, además de ser el bolchevique gay, que, al parecer, se caracterizaba por la cordialidad, que no es la virtud que uno relaciona con un dirigente soviético y también está Litvinov, uno de los muchos cuadros judíos del soviet que fue jefe de la diplomacia de la República hasta el año 39, porque Hitler difícilmente hubiera firmado un pacto de no agresión con un judío.
Ahora se encuentra nada menos que con Kamenev, el jefe del soviet de Moscú, los líderes discuten sobre la ineficiencia del gobierno del soviet, mencionan el jabón, aparentemente no hay jabón porque algún sabio piensa que mientras se hace el famoso “relevamiento” la industria debe permanecer paralizada. Para darle de comer a Moscú necesitan 100 vagones de tren con alimentos, por día, por ahora apenas llegan a 20. Muchas, demasiadas, escuelas permanecen cerradas, las escuelas son usadas por el ejército rojo como cuarteles. Las escuelas se las arreglan para darle de comer a los niños, alrededor de 180 mil pibes moscovitas reciben la sopa del soviet. La mala noticia es que los famosos cabarets de Moscú se han convertido en “clubes obreros” donde se leen libros y se hacen estupideces bolcheviques.
El soviet se reúne, Ransome dice que está más o menos como al principio de la revolución pero ahora hay muchos menos visitantes, llama la atención que tenga la palabra el delegado de los trabajadores chinos de Moscú.

Pymes y revolución.
Había una vez un ruso que poseía una fábrica de artículos de cuero, fundó, junto a otros burgueses un “soviet de propietarios” para luchar contra los obreros. Pasó Octubre, cuando leyó en los diarios la nacionalización de los bancos entendió que era el fin de los propietarios, en vez de suicidarse, se reunió con los obreros para formar una cooperativa, los obreros tenían que poner unos rublos que, por supuesto no tenían, de modo que el ex propietario puso la guita por ellos. Los pobres y la gente simple no tienen capacidad para odiar, o son demasiado inteligentes, ustedes elijan, eligieron al antiguo propietario como jefe de la cooperativa y decidieron pagarle decorosamente bien. Las revoluciones son así: salvajes. Pero llegaron los recaudadores de impuestos del soviet, apuesto a que esa no la tenían, que detuvieron al no-tan ex dueño, junto a él detuvieron a todos los burgueses. Al día siguiente aparecieron los obreros que pagaron una parte de los impuestos y consiguieron para el ex dueño un certificado que aseguraba que, justamente, ya no era propietario. La industria comenzó a crecer. La única preocupación del ex dueño es que los obreros lo siguen llamando “patrón”.

Cultura.
Ransome se encuentra con uno de esos bolcheviques liberales que se ocupan de la educación, el tipo dice que carecen de libros de texto para los alumnos, ni siquiera libros viejos, usados, dice que en unos pocos años el país entero va a quedar reducido a ruinas. En medio de la ruina, el hambre y las privaciones los teatros de Moscú están a toda máquina, mientras en Europa creen que los teatros están cerrados, hay ópera, ballet, shakespeare y lo que se les ocurra. Faltan, desgraciadamente, los grandes señores de frac con sus minitas, en lugar de eso hay soldados y señoras vestidas a la moda de las tribus tártaras. El teatro carece de calefacción, todos están con sus abrigos, incluso la orquesta, vestida en general con capas del ejército rojo, con la excepción del director que, “como un espécimen de otra era”, lleva un elegante sobretodo.
Hay una nueva clase de gente viendo la ópera, “rotosa pero inteligente”, a la salida, a la noche tarde, no se ve un solo guardia armado, las calles están llenas de gente. Ya nadie se pregunta si la revolución va a durar una o dos semanas.
En la mañana cristalina del invierno de Moscú, Ransome presencia una procesión religiosa, en la iglesia hay colgado un cartel que dice: “La religión es el opio de los pueblos”. Pero, por lo demás, iglesias y capillas están abiertas, como si gobernara aun el buen Zar. Después de recorrer Moscú, se encuentra con el jefe del comité de construcciones del estado, Pavlovitch, un revolucionario de la vieja guardia que fue parte del exilio europeo, dice que en Francia cuando mandaban a caballos en el tren los mandaban con la comida, con las herraduras y hasta los clavos, por el contrario en la Rusia revolucionaria mandan lo que pueden, que nunca alcanza, y que recibe telegramas con pedidos, de Trotsky específicamente, y que, obligados a cumplir, todo el trabajo de reconstrucción se retrasa. Sin embargo los ingenieros del soviet han ampliado los canales para acceder desde el báltico hasta el volga y que hicieron pasar una flota entera, es la flota que recuperó Kazan de manos de los blancos. Otra tarea ciclópea emprendida por los constructores soviéticos fue la construcción de una planta eléctrica para Petrogrado, inesperadamente la población de la zona se mostró contraria a la instalación de la planta, probablemente aconsejada por los blancos, este Pavlovitch, demuestra ser un buen cuadro, viajó y explicó las ventajas de tener luz en las casas, fue llevado en andas por los pobladores que enviaron telegramas a Lenin y a Zinoviev de agradecimiento. Pavlovitch habla de haber reparado no menos de 10 mil Km. de vías, dice que no pueden traer madera del norte porque el tren tiene que llevar soldados, trabajan en un ambiente a temperaturas bajo cero y terminan por enfermarse.
Ahí mismo, Ransome se encuentra con Sujanov, figura en esta serie como comentarista (menchevique progre) de la revolución de octubre, es amigo de Gorky y escribía en “Nueva Vida” la revista de este. Pavlovitch lo despide diciéndole que todo lo malo que quiera saber sobre los bolcheviques Sujanov se lo va a explicar con lujo de detalles. Pero Sujanov ya no es el mismo de octubre del 17, dice que la contra tiene apoyo de todas clases y que el pueblo de la república socialista cuenta solo con sus propios recursos. Sujanov piensa que Rusia podría ceder, por ejemplo, una parte de sus bosques interminables para importar las excavadoras y los ingenieros que necesita. Según Ransome los bolcheviques son incapaces de comprender la hostilidad de los gobernantes y de buena parte de los británicos.


La semana que viene la continuación.


1.Con el Zar estábamos de fiesta, estábamos.
2.Los 4 zurditos de siempre.
3.El ascenso revolucionario.
4.La revolución en el descenso.
5.El país oscuro.
6.El retorno.
7.La guerra es el mejor negocio, 1914.
8.La retirada interminable
1917
9.La revolución de febrero
10.Lo que dejó la revolución de febrero.
11.Lenin, el mismo, en Rusia.
12.La renuncia del ministro liberal
13.La gran ofensiva desastrosa
14.Semi insurrección semi bolchevique
15.El golpe de estado
16.Infiltración bolchevique
17.El Comité Militar Revolucionario contraataca
18.Del palacio de invierno al congreso de los soviets
19.El 25 de octubre
20.El nuevo gobierno
21.La batalla de Moscú
22.La despedida de Kerenski y la derecha SR
23.El poder a los soviets
24.La elección de la constituyente
1918
25.El fin de la constituyente
26.Se proclama la República Socialista
27.La paz infame
28.Contra en el sur round 1
29.Ucrania, Finlandia y el Caúcaso.
30.Cosacos al ataque
31.Los Checos, los SR y Samara
32.Sovdepia!
33.El denso verano de 1918
34.El Terror Rojo ¡Uy! ¡qué miedo!
35.Interludio Alemán.
36. El golpe de Kolchak.
37.Kolchak se despide.
38.Makhno, la guerrilla anarquista
39.El final de Makhno.
40.Siberia antes de 1919.
41.La contrarrevolución levanta la cabeza.
42.El 5to ejército rojo en Omsk!
43.De regreso a la URSS. Moscú, Hungría, su ruta.

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Piensa mal y acertarás