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Con Cristina.

domingo, 2 de octubre de 2016

El (extraño) país de los bolicheros de clase media.

Por supuesto que uno siempre va a tener una impresión parcial de la situación del país, cualquier análisis es incompleto. Es posible que encuestas y sondeos de opinión digan alguna que otra verdad, en general son operaciones pagas. Incluso creo que, en otros tiempos, los medios estaban menos controlados y se podía leer a tipos medianamente lúcidos, medianamente confiables.

En estos tiempos de control de los medios masivos, lo mejor para orientarse es ver que es lo que pasa delante de uno, en la calle.

Los boliches chicos son importantes en este país. Que más no sea, como una perspectiva que ayuda a seguir adelante, tipos que tienen laburos de mierda se sacrifican para juntar unos mangos y ponerse su bolichito, era lo que hacían nuestros abuelos inmigrantes, en esa tesitura, también se invertía en pagar un terreno en cuotas, solían ser terrenos de mierda en lugares que se inundaban, y juntar ladrillos.

La cultura del bolichito, deliverys, despachos de pan, venta de plantitas, peluquerías era la ventana de muchas familias obreras hacia una vida mejor. Quien sabe, a lo mejor esos humildes emprendimiento que, como alguna vez observó Jauretche, no figuran en las estadísticas, fueron el gran logro de la época peronista, la de Perón pero más que nada la de los Kirchner.

No necesitamos ninguna encuesta, estudio o cifras para saber que esos boliches de los barrios o bien ya cerraron, o bien agonizan. Algunos pueden sobrevivir en la modalidad zombie, enganchados de la luz, del agua, vendiendo el stock que acumularon, evadiendo impuestos, como si fueran manteros de la plaza pero con un pequeño local.

Eso fue hasta julio, más o menos, ahora la crisis avanza hacia el núcleo del voto macrista, y dentro de eso, a los pequeños comerciantes de verdad, los que tienen locales en avenidas, los que tienen unos millones de mangos en mercadería, los que tienen empleados. Esos no le venden o no le venden mayoritariamente a los vecinos, le venden a pequeñas o medianas empresas, a otros comerciantes, a gente que produce algo, labura o tiene cierto poder adquisitivo. Incluso pueden ser pizzerías equipadas o grandes quioscos, no importa.

Las ventas cayeron un 20, un 30 y hasta un increíble 40 %. Además tampoco pudieron, es una serie de rubros donde existe la competencia, descargar en los consumidores todo el peso de la inflación, por dar un ejemplo el precio del pan no subió tanto como el de la leche, donde si hay un virtual monopolio.

Es por eso que los Pratgay de siempre no entienden el porque de la resistencia al tarifazo. Con ventas mermadas, con márgenes reducidos a la mitad, el tarifazo se siente muchísimo.

La estrategia de supervivencia de estos individuos es más sofisticada que la de los bolichitos, despidieron empleados, redujeron horas, redujeron salarios, buscaron productos de 2das marcas, ofertas, algunos dieron literalmente de baja los aires acondicionados y los calefactores. Ya achicaron, vendieron y redujeron todo lo que podían, a partir de ahora empieza la pérdida de capital. Muchos usaron la lógica de siempre y compraron dólares, los que compraron dólares en enero deben estar afilando la bombilla para cortarse las venas. Compraron mercadería y ahora o no tienen a quien vendérsela o tienen que liquidar.

Les conviene cerrar y desensillar hasta que aclare. Pero, en general, no lo van a hacer, en parte todavía campea, no esta a mi alcance entender esto, un ánimo optimista, el año que viene, dicen, dice Clarín, mis amigos, no se, alguien, vamos a crecer un 3 %, o un 5 o tal vez un 2. El optimismo está basado en que “siempre que llovió, paró”, en la teoría, extraordinaria, del rebote, en el regreso de los capitales, en que “tarde o temprano…”.

El viejo Einstein, ese judío sabiondo, decía que la locura no era probar alguna nueva boludez, era probar siempre lo mismo y esperar un resultado distinto.

Algunos compensan su debacle económica con un estado depresivo infernal, si no me creen miren algunas caritas en la calle, pienso que ese estado de ánimo tiene que ver con los estallidos de violencia, no se si llamarle fascista o directamente sicótica, de las últimas semanas. Algunos tipos empobrecidos y desesperados están reaccionado contra la pesada herencia, la ruina tiene que ser culpa de Aníbal Fernández y de la Shegua ¿De quién va a ser, después de todo?

Un cuarto grupo, todavía bastante minoritario, está mandando a cagar todo lo que aprendió durante décadas y se está pasando de bando.

Somos una gran Nación, a lo mejor va siendo hora de que lo demostremos en la cancha.


Parece que Dra. Carrió esta mal del cuore, si esto es tan cierto como sus denuncias mediáticas, me temo que tengo que anunciarles que nos va a enterrar a todos, aunque eso, en realidad ya lo hizo.


Espero que valoren la sutileza de ilustrar este artículo con el cadáver de un elefante atropellado por un tren.

2 comentarios:

  1. Si usted lo pide...

    Excelente artículo, sobre todo por la foto del cadáver del elefante atropellado por un tren.

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  2. Falta que el tarifazo se descargue con fuerza, porque lo vienen amortiguando. 2017 va a ser un año del orto, se va todo al carajo, no veo otra. Eso del crecimiento con métodos keynesianos priorizando un Metrobús a diez viviendas, se lo van a hacer meter donde no les da el sol.

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Piensa mal y acertarás