El último fin de semana nos dimos una panzada de fulbo. En general no le doy excesiva bola, prefiero, mientras pueda, jugar un picadito o prefiero mirar alguna película o caminar o no hacer nada y ver el sol en los árboles. Sigo a boquita, por ahí un clásico y, a veces, miro algo más, algunas veces al Barcelona, al Manchester donde juegan los argentinos, al Bayern. Pero de vez en cuando. Quería aprovechar para escribir esto ahora que ganó boquita para que no se tome como “llanto del perdedor”. De cualquier manera de los equipos de 1ª no se escapa ninguno. Se hacen cosas que antes no se hacían. Todo el que alguna vez en su vida pateó una pelota de fútbol, que más no sea de trapo, una pulpo, esa chiquitas nº 1 para los nenes, lo que sea, sabe que la plancha es una jugada jodida, es difícil sacar ventaja poniendo la plancha cuando salis a marcar, si no le pegas el palazo se te escapan, la única finalidad de la planchita es lastimar al contrario. Los jugadores de fútbol son tipos muy especiales, a mí, si me tiras un planchazo, te cago a trompadas y no jugás más conmigo. Un suelazo bien pegado y podes quedar roto, seriamente roto, ligamentos, huesos que-se-yo-que. No se, a lo mejor soy yo pero, últimamente, veo cada vez más planchas criminales. De todos los equipos, en todos lados, no en el fútbol europeo. A la plancha se la completa con el pisotón, particularmente en el pie de apoyo, no sea cosa de que le érren, el pisotón es para hacerte sufrir, lastimarte y obligarte a salir por un rato, a veces, si estas en posición de hacer un giro, es peligrosísima. La patada deslizante, a pegar, no a la pelota, está prohibida por la FIFA, casi no hay jugada de ataque en el fútbol criollo que no termine en una hermosa patada deslizante en donde el delantero o bien pega un salto y suelta la pelota o bien sale volando, una buen opción es saltar y caer, con los tapones de punta sobre la pierna del deslizado. Onda “Tomá guacho!” Después esta el codazo que termina con el contrario desmayado, es la versión siglo XXI del cortito de Martín Karadagían, el “manotón” a la cara o a los ojitos, el pechazo, el salto del tigre, la patada voladora del Dr. Karate, el “caballito” y el todos contra todos en el área. En síntesis: una batalla. Los primeros que se perjudican con esa lucha grecorromana, son, obviamente, los más habilidosos, en el fútbol europeo se ven, todavía, apiladas de 60 metros, por acá, ya no, después de gambetear a uno el segundo te pega un hachazo que te deja mormoso. Y eso no es todo, como el arte de la defensa se basa en pegarle al contrario, nos encontramos, cada vez más, con defensores grandotes, largos de piernas, rápidos y que, si no pegan, no pueden marcar ni al poste, deberían jugar al rugby, al football americano o dios sabrá a que pero de fulbo ni ahí. Un tercer efecto es que la diferencia entre los equipos con buen pie, con técnica y los menos dotados, se reduce, se hace mínima, con un árbitro suficientemente contemplativo “cualquiera le gana a cualquiera”, sobre todo si once guerreros se te cuelgan del travesaño y te muelen a palos. Por otra parte la lucha libre va a terminar matando al negocio del fulbo, por un motivo simple, el entusiasmo por ver a 22 soldados pegarse va a ir decreciendo, es inevitable, hay tipos que se pegan más y no necesitan una pelota de pretexto. Los clubes que compran jugadores de esos que juegan van a dejar de pagar fortunas por los Messi y van a traer atletas que practiquen Kung Fu. O a alguien se le ocurre que, con el tiempo, la gente va a ir a ver a 11 atletas forzudos en vez de jugadores. Va a ser como la película “Rollerball” o como carajo se llame. No solamente eso, la violencia se contagia, parte de los problemas de seguridad en las canchas de nuestro país, vienen de las broncas de los hinchas con jugadas violentas. Si es válido y hasta admirable que al habilidoso contrario lo dejen colgado de una patada, entonces ¿Por qué no va a ser válido meterle un navajazo al hincha enemigo? La respuesta está por el lado de los árbitros, hay que empezar a echar gente, las patadas violentas, las mal intencionadas, cortar un ataque con el “foul táctico” y los quiebres de huesos en general deben llevar la roja. Cuando pegar no de ventaja deportiva se acabó la milonga. Fíjense que los mismos rompehuesos de todos los domingos, cuando van para allá, para las uropas, se convierten en unos perfectos caballeros. |
No puede ser, no puede ser que el elemento más activo, más lúcido, más ágil de la justicia argentina, haya renunciado, el Juez Fayt no se nos puede ir así, el país necesita más jueces como él, enérgicos y despiertos.
En conclusión: Son unos hijos de mil putas.
Te faltó algo que, si bien a veces no constituye falta, ayuda al clima bélico. Me refiero a la fuerza excesiva con que se va a las pelotas divididas, aún cuando se sabe que no se va a llegar. Incluso llegan a tirarse sobre la posición en donde un momento después alguien va a rechazar una pelota, tipo kamikazes.
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