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Con Cristina.

sábado, 14 de junio de 2014

Superhéroes: 300, la última batalla de Maradona.

Ya sé que muchos relacionan esto con la famosa gorda rubia, que se lo llevaba al vestuario después del, mitológico, último match contra Nigeria. Pero esa, desgraciadamente, no fue la última batalla. Después de todo, perdió en el vestuario o en los inexistentes tribunales de la FIFA, se podría decir que lo FIFAron pero que no lo vencieron.

No, a Diego le tocó perder en la cancha. De algún modo Diego había retornado, si los peronistas, que perdonan tantas cosas, me perdonan, fue como cuando el General volvió, anciano y con Lopecito de la mano, en el 73. Diego había retornado, si, después de aquel partido terrible contra Perú, con una tormenta en el medio, ese día entró Palermo, inexplicable, para meterla.

Para colmo en el partido siguiente la selección jugó el mejor partido de la eliminatoria y le ganó a, probablemente, el mejor equipo uruguayo de los últimos 40-50 años y en Montevideo. Vino la euforia, creo recordar que la selección hizo una especie de gira, no importaba mucho que estuviera Messi o quien sea, el solo hecho de que Diego tocara tierra era como la llegada de Colón, en este caso de Santa Fe, al nuevo mundo. Diego era el capitán fugitivo de Motín a Bordo, recibía coronas de flores de los nativos y las gronchas bailaban con esas polleritas de paja.

Diego hizo lo que hubiera hecho cualquier criollo de ley, se rodeo de los amigos. La verdad que no se cuantos eran, se que todos los veteranos del mundial 86 y alrededores aparecieron como “asesores”, recuerdo que, de algún modo hubo internas y peleas. Son cosas que pasan.

Y llegó el mundial, la FIFA, los antiguos FIFAdores, se restregó las manos, Diego hacía show en las conferencias, chistes, sabiduría criolla, pateó 6 tiros libres al ángulo seguidos. Incluso los detractores, los más encarnizados enemigos de la “la mano de dios” se entregaron. Maradona, guiado por las recetas del fútbol bien jugado, del fútbol bonito, del fútbol estético, había creado al equipo perfecto.

Lástima que después hubo que jugar.

Estábamos todos con una fe ciega en ese equipo, era el equipo del pueblo ¡Jugaba Tevez! Pagaba 2 pesos en las apuestas. No había otros candidatos, nadie jugaba a nada.

Los nigerianos salieron, a aquel primer partido, tomaditos de la mano ¿Cómo harían, bwana, para enfrentar al médico brujo, al Gran Shaman? Pasados unos minutos vieron que, con toques, gambetas y lujos, el equipo argentino no pasaba nunca y al rato llegó el gol de cabeza de un defensor, Heinze, que se avivó y le ganó en el salto a un chico nigeriano que supongo que no volvió a jugar más, porque si haces eso en Nigeria te cortan las piernas, pero en serio. En el segundo tiempo, las águilas nigerianas, descubrieron que, si salías tocando, te marcaban Tevez y Messi y que, 20 metros después, no te marcaba nadie. Las águilas estuvieron a punto de empatar, no empataron porque el delantero de ellos, después se supo, se había puesto los botines al revés. Aun así, todos vimos, me incluyo, un triunfo demoledor y espectacular.

Los coreanos entraron a la cancha en estado de pánico y se hicieron el primer gol ellos solos. Del partido con los griegos no me acuerdo, se que quisieron usar el Caballo de Troya y dejaron 11 en la cancha. Con los mexicanos fue una debacle en todo, menos en el resultado, parece que, con ciertos equipos, no importa lo mal que se juegue, se les gana con la camiseta. Durante 30 minutos los charros golpearon la puerta y se comieron, mejor dicho el réferi se comió, un gol en orsay, a continuación un cuate le dejó la pelota en los pies a, no se si fue, Messi o Higuaín o Dalma y Gianina y después Carlitos Tevez hizo el golazo que no le había salido en 50 partidos con la selección y los aztecas, aun perdiendo 3 a 0, siguieron jugando mejor.

Después de ese papelón disimulado, los futboleros, no uno que es un pajarillo errante y al que no le interesa el fulbo, de verdad, esos que hinchan por equipos chicos y van todos los domingos y/o sábados a la cancha, le perdieron la confianza al equipo. Peor fue cuando se supo que, el equipo contra los alemanes, iba a ser el mismo, es que el rival no importa, vos siempre jugá igual. Diego tenía 5 docenas de asesores, parece que ninguno le contó como jugaban los alemanes.

En, prácticamente, la primera jugada, los teutones llegaron hasta ¾ de cancha, al alemán, nadie se acuerda quien era, el defensor argentino, que si me acuerdo quien era, estaba mirando la tribuna o pensando en otra cosa, se lo llevó puesto, el tiro libre era a 20 metros de área, había un solo jugador de barrera, la pelota fue de rastrón o casi, la tocó otro germano y ¡pum! adentro, desgraciadamente todavía hubo más, el primer tiempo terminó 1 a 0 porque los delanteros argentinos, creo que había 5, corrieron a los medio campistas de ellos hasta agotarse, para el segundo tiempo no hubo cambios, no había plan B, la selección de Diego salió con todo, la línea de 4 se adelantó hasta la mitad de cancha y nos comimos 3 más.

Uno podría pensar, si terminamos acá, que los alemancitos eran unos demonios que la descocían, al partido siguiente los agarraron los españoles, que, estos si, ni se deben acordar del partido, los alemanes, invencibles ellos, tiraron un par de centros, corrieron un rato y después del primer gol pudieron ver como jugaban los galaicos, con la ventaja de que pagaron entrada. El equipo que aplastó a la selección de Diego no jugaba a nada, ni siquiera tuvieron huevos para tirar patadas, pelearse y hacerse echar.

Después de eso, los futboleros, nos hicieron acordar de que la única experiencia de Diego era como técnico de Mandiyú.

Esperemos que el sacrificio de Diego, los 300 asesores y los otros 23 no haya sido en vano.

1 comentario:

  1. Lo peor fue Otamendi de 4. No lo llevó a Zanetti porque no se quien corrió la bola que era mufa y los demás se fueron a la Edad Media a darle bola al consejo. Y Otamendi contra los alemanes... Ayyyy!!!! Bueno, el resto también Ayyy!

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