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Con Cristina.

viernes, 21 de enero de 2011

La dirección nacional de la JG funciona en mi casa (1975)

Nunca he vuelto a ver gente como esa. El mundo cambió o, espero que sea eso, solo se es joven una sola vez.


Para el año 75 estábamos en la JG. Si mal no recuerdo en el círculo del Nacional Buenos Aires éramos 9. El cuerpo de delegados no era ni ilegal ni estrictamente legal tampoco. Supongo que todo el país vivía en un gran limbo. Por lo menos en la JG no teníamos dudas de nuestro papel en el drama. No sé en que momento del año nos anotamos todos como voluntarios para ir a pelear al monte en Tucumán. Me acuerdo que eso despertaba asombro y admiración. Imagínense lo que era discutir con nosotros, mientras ustedes hablan de la revolución, nosotros estamos juntando fierros para la Compañía de Monte etc.


Haría falta alguno de esos investigadores capaces de reunir una culada de documentación pero el desbande y la masacre, creo yo, empezaron justo después de que sucumbiera la guerrilla en Tucumán.


Lo especial de mí, aparte de pertenecer a la línea petardista, era que mi viejo, un señor de clase media arruinada, tenía simpatías con la guerrilla, lo que, en mi opinión, todos los tipos de clase media arruinada deberían tener.
Por eso, en ese departamento lóbrego y abandonado se estableció la Dirección Nacional de la JG.
Obviamente que en esta historia nadie se llama como se llama porque nadie usaba su nombre en esa época, ni los del partido radical.


El primero que apareció fue Daniel, era un muchacho rubio, a mis viejos se los ganó enseguida, se ve que tenía un pasado de clase media "como uno", siempre me traía discos y hasta instrumentos musicales para vender. Era como que se iba despojando de todo para quedarse nada más que con la organización. Después apareció, de este no me acuerdo ni el apodo, un cumpa un poco mayor, debía rondar los 21-22 años que creo que era el capo-capísimo de la JG, un tipazo que sabía discutir y sabía reírse.
A veces discutían sobre modelos de socialismo, la mayoría estábamos con el modelo cubano, obvio, pero una minoría hablaba de la Alemania Democrática. Ese país terrible del que "lagente" se quería escapar y que la cagaban coheteando en el muro. Y que ahora todo el puto mundo reconoce que fue una sociedad civilizada, democrática e igualitaria. Bueno pero ese es otro tema.


Y apareció también un compañero con acento norteño indefinible que se presentaba como indio puro, cosa más bien rara en un argentino. Andaba con saco y corbata y con una valija con chucherías que, supuestamente, eran para vender, ese era el minuto que tenía: el de ser un vendedor. Angel, así le decíamos, paraba muy seguido en casa. Me explicaba como tenía que ser la conducta de un militante revolucionario, que había que levantarse de madrugada, no beber, no perder el tiempo y vivir para los demás. Yo tenía claro que no pertenecía a esa clase de gente y, sin faltarle el respeto, me le cagaba de la risa. Pero Angel me tenía paciencia, una virtud rara en un revolucionario, además valoraba que un individuo con pésimas características personales como yo se arriesgara a militar.


Pienso que si hubiésemos triunfado, aramos dijo el mosquito, estos cumpas hubieran sido los perfectos gobernantes. Eran como el Che en serio. Gentiles, decentes, humanos e incorruptibles. En cambio si, de todas las cosas imposibles, hubiese gobernado gente como yo la calle estaría llena de miles y miles de tipos con pilares de concreto metidos en el orto.


De la dirección nacional el único que, probablemente, haya quedado vivo es el gordo Tito. Es el único del que tengo alguna clase de noticia, oí decir, allá lejos y hace mucho tiempo, que era de la colectividad y que había logrado zafar y conseguir la visa para Israel. Hasta escuché decir que tenía una pizzería en Tel Aviv. Que se cuiden los israelíes porque, si el pibe es coherente, el sótano debe estar lleno de guerrilleros palestinos. Que Jehova lo ilumine.


Tampoco me quiero olvidar de la guerrillera. Era una compañera alta y morena que hablaba con acento entrerriano-santafesino. El departamento era minúsculo y la muchacha tuvo que ir a dormir a mi pieza. Mi viejo me miró y me hizo una seña como diciendo: "ahora si que la hiciste bien, changuito". Durmió en mi cama y yo arriba de unas frazadas en el piso. No hace mucho nos reunimos algunos sobrevivientes y todavía nos acordábamos de ella.


Los más avispados que, entre otras cosas, intuyen que todo esto es tal cual lo estoy contando, se estarán preguntando que pasaba con los vecinos que veían pasar, al rubio y al indio, llenos de paquetes, bajando y subiendo. Pues los vecinos se hacían los distraídos y no decían ni mu.
Han pasado los años, las décadas y se terminó el siglo y aun no sabemos que era lo que eso quería decir ¿Tendrían miedo de la venganza del ERP? ¿Estarían secretamente a favor de los subversivos?
El día que estos buenos pequeño burgueses estiren la pata dios les va a hacer una recepción de gala y ni siquiera van a saber porque.


La JG tenía su propia revista, "Juventud Rebelde", era nuestro orgullo. Hubo casos en que los pibes de la dirección nos consultaban a nosotros para escribir algún artículo. La revista se la vendíamos a todo el mundo. La sección que más me gustaba era la que enseñaba a hacer cajas volanteras y petardos caseros. El nivel siguiente era el "circulo de lectores" para los que gustaban de discutir la revista con sus propios dueños. Si los muchachos estaban interesados en militar teníamos el círculo de aspirantes. Si algún militante se mandaba una cagada, llegar tarde a un cita p. ej., podía ser degradado al circulo de aspirantes. Ese castigo era inusual y se lo consideraba de mucha crueldad.
Por fuera de eso, la línea, a comienzos del 75, era crear y ayudar a mantener organizaciones de base que debían ocuparse de problemas locales.
Por lo que se, algunos de los pibes de la Dirección Nacional participaron del ataque a Monte Chingolo. Para ese momento de las "garantías constitucionales" y esa clase de cosas no quedaba mucho en pie. Había que tomar las armas o huir pero la dirección, cualquiera de ellas, ya había perdido la brújula y seguimos como si estuviera gobernando el Tío Campora, Lanusse o la morsa Onganía. Todo eso es del año 76.


Otros pibes que conocí eran de la dirección intermedia, es decir que probablemente eran de las direcciones locales. Una característica de los pibes, espero que esto no sea usado para facilitarle las cosas a alguna dictadura del futuro, era que todos llevaban alguna clase de paquete-bulto o valija a cuestas. En general en los bagayos iban revistas, ojala hubieran sido armas. Por eso Roque siempre andaba con una valija que era más grande que él. De Roque me acuerdo que salía con Chivi una piba del colegio, Chivi vivía en un departamento en pleno Belgrano que te caías de culo. Me acuerdo que la madre era sicóloga y que me vio una vez y habló un par de palabras conmigo, después de eso le dijo a la hija que yo era peligroso y me prohibió entrar. Dios sabrá que fue lo que le dije pero ahí demostró ser una buena sicóloga. De Roque dicen que se rajó para España y que, hace una punta de años, trabajaba para una variante ibérica de burócrata sindical.


Otro que recuerdo es al surrealista, no se como le decían, le decíamos así porque el surrealismo lo acompañaba donde fuera. Si el flaco veía un colectivo destartalado, había muchos en BA en aquella época, exclamaba: "¡Es surrealista, me caga la vida!". El surrealista cayó en cana en el 75 y, por lo que sé, lo dejaron ir. Si después de eso lo volvieron a pescar, se pueden ir imaginando lo que eso significaba, o si se pegó el raje, no lo se.


Un destino más cercano a como es el mundo ahora fue el del Cordobés. El pibe era, obviamente, de Córdoba, allá la represión llegó antes y fue fulminante, y nos conoció cuando le dimos alojamiento. Al Cordobés lo volví a ver en París. En los años 80 se consiguió una novia "revolucionaria francesa" que se fue para Nicaragua, él tendría que haber ido para allá también pero nunca viajó. Me acuerdo haberlo escuchado, siempre hablaba de Paris nunca hablaba de los años de militancia.


Lo relaciono con otro cumpa que quedó con problemas de alcohol y que volvía a las historias del 73-74 y que no podía o no quería avanzar más allá de eso. A uno le fallaba en el tiempo y a otro en el espacio. Lo que viene a ser lo mismo ¿No?
Lo que creo realmente es que si alguien puede hablar de lo que pasó con nosotros, con nuestros compañeros de la dirección de la JG, como estoy haciendo yo, es porque no lo entendió.


A comienzos del 76 la dirección decidió que la casa ya no era segura, tal vez fue cuando cayó en cana el surrealista o no, no se, pudo haber sido cualquier otra cosa.


Para mediados del 76, cuando desaparecieron nuestros compañeros del Nacional Buenos Aires, la JG y su dirección nacional o lo que fuera eran solo un recuerdo.

7 comentarios:

  1. cambiá la letra que no se entiende nada, parece latín

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  2. don chango,que chico es el mundo. mi cuñada es promocion setenta y cinco del nacional.

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  3. y yo dende mientras, hacia que no pasaba nada o casi (yo sabia, yo sabia) y me casaba y esas cosas. Aca estamos.

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  4. tanto me sigui dando vueltas su relato don chango en la cabeza, desde ayer, que lo copié con link en mi blog. Jodasé, que quiere que le diga.

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  5. Me encantó su relato, don Chango.
    Soy militante de la actual Juventud Guevarista y tipos como esos que contás siguen siendo nuestro ejemplo y sus sueños siguen siendo los nuestros. Como decía el Negrito Ortiz "No hay nada imposible para un joven guevarista"
    Saludos
    AVOMPLA

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  6. AVOMPLA y felicitaciones, cumpa. Espero que no la caguen demasiado. Al menos no de modo irreparable. El que nunca se equivocó en política es porque nunca hizo nada.

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  7. Y La Gallega que salía con el Cordobés? Y Vivi, la de rulitos que parecía Shirley Temple? Esa cayó unos meses y la soltaron, hecha mierda pero la soltaron. En su casa nos reuníamos seguido. Yo era de los aprendices, un año menos que Malena. Tal cual lo contás.

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