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Con Cristina.

martes, 4 de octubre de 2022

El resultado de la elección en Brasil es igual que el del 2019 en Argentina.

1ero El resultado muestra algo evidente que con un candidato más moderado, un Macron, no confundir con Macri, un Piñera, un ¿Cómo se llamaba ese que estaba en España? Rajoy o lo que sea, la derecha ganaba.

¿Por qué no pudieron poner a un tipo menos chocante, al menos con mejor imagen? Para mí es un misterio.

Es obvio que cuando te radicalizas tanto se te escapan los votos.

Pero volvamos al año 2019. Las encuestas de Brasil daban más o menos como dieron las PASO de agosto del 2019, recuerdo que Macri salió a movilizar, apareció con esas viejas fachas en actos multitudinarios por medio país. En una elección menos polarizada, Macri anduvo por los votos que sacó Bolsonaro más del 40 %.

Habría que ver qué gestión fue peor.

Pienso, por ejemplo, en el manejo de la pandemia por parte de Bolsonaro que fue catastrófico, las cifras oficiales de muertos dan 700 mil y uno piensa, llevándose de los números del Perú, por ejemplo, que tiene que ser el doble.

Bolsonaro y sus ministros nos salieron anticuarentena, antivacuna, y lo que ustedes quieran. Repartieron toneladas de lavandina o antipulgas que, supuestamente, curaban el COVID.

Toda esa payasada con recesión, inflación y decadencia general.

El único que lo supera en mal gobierno es, ustedes saben, O mais grande do mundo: el Payaso.

No sé si se acuerdan pero desde la quiebra de abril del 2018 y el préstamo del FMI del que nadie vio un mango, se especulaba con que vendría un candidato a suceder a Macri, se mencionaba a la Sra. Vidal, a la que se veía como similar pero no tan incinerada.

Pero no, tenía que ser Macri, no sé si es porque efectivamente media mejor o igual o porque por algún motivo que no llegamos a conjeturar no se podía poner a otro. Los que no somos partidarios de nuestro ingeniero estrella, pensamos que podría ser que existan carpetas, coleccionadas por la inteligencia macrista con, como decirlo, cositas feas sobre otros candidatos.

Uno tiende a creer que en las filas de la derecha todos tienen el culo sucio.

Es posible, difícil de creer, que en Brasil pase lo mismo.

También hay diferencias, Macri, sé que suena como un chiste, es un político mucho más hábil que Bolsonaro, piensen que los yanquis, al menos públicamente, salieron a despegarse del brasilero.

No creo que Bolsonaro participe en conferencias con garcas yanquis como si fuera un estadista.

Después está el hecho estremecedor: que los yanquis les metieron una religión y que los líderes religiosos les están manejando el país.

Es una religión protestante basada en la sumisión, el sacrificio y el individualismo.

Quizá lo peor sea eso es una religión bien del norte de Europa, no tiene un carajo que ver con el Brasil y su gente.

Sin ese fundamentalismo Bolsonaro no existiría. O si pero sería menos retrógrado.

Aunque eso me genera dudas.

Da la impresión de que la extrema derecha es una herramienta para que los privilegiados se aferren al poder.

Cumple con el postulado, se le atribuye a Marx pero anda dando vueltas desde siglos antes.

Un sistema solamente se extingue al agotar sus últimas posibilidades.

Después hay una asimetría evidente: los economistas de la derecha de nuestro país son loquitos y aventureros, incluso hoy en día hablan públicamente de dolarizar, como el Ecuador, como todos sabemos una potencia.

El brasilero, ese tal Guedes, viene liquidando al país metódicamente, con plan y mano segura.

Por otra parte se demuestra que, eso varía según las circunstancias, el empobrecimiento fortalece a la extrema derecha.

Porque rige el sálvese quien pueda.

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