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Con Cristina.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Grandes boludeces argentinas, hoy presentamos: La politización de la clase media.

No quiero extender hasta el pasado más o menos remoto, por una cuestión obvia, ya no es tan fácil saber que hizo o que dijo alguien cuando vino Videla.

Pero el filósofo criollo solo pide ecuanimidad. Al hombre sereno las perturbaciones lo encuentran buscando al universo en un vaso de Whisky.

Cuando la inflación de Joe (como le decía Magdalena) era de más del 100 % anual, el sabio miraba para un costado y se encogía de hombros. Lo más que podía sacársele era un: "Malos tiempos, hein" y en general ni siquiera eso, quejarse por los tiempos que se viven es como quejarse por la luz de las estrellas en la noche o por la salida del sol.

Cuando el borracho mandó a todos esos pibes a cagarse de hambre, a sufrir en el frío y a una muerte intolerablemente injusta, nuestro amigo apenas dejó ver una mueca de desprecio y desagrado. No mucho, a fin de cuentas, el mundo es un valle de lágrimas.

Cuando Alfonsin llevó la inflación al 700, al 1000 %, había que aguantarlo, la clase media perdió sus ahorros, su casa, sus medios de vida pero queselevahace.

Cuando la hiperinflación llevó a un ascenso imparable de los niveles de pobreza, a saqueos de multitudes de hambrientos y desesperados, no quedaba otra cosa más que aceptar las desgracias con serenidad como un árbol en medio de un huracán.

Cuando se privatizó todo y los servicios empezaron a pagarse en dólares no había nada que hacer, quejarse hace las cosas peores.

Cuando vino la hiperdesocupación la cola para un puesto de limpia pisos en el Mc Donald era de 3 cuadras y las madres iban llorando al aeropuerto para despedir a sus hijos que se iban con su título recién conseguido bajo el brazo, el hombre sensato dijo: "Es la vida" y nada más.

Cuando el gobierno de Chupete empezó matando gente, docentes que protestaban en un puente en Corrientes, el mundo siguió dando vueltas.

Cuando los bancos se llevaron la plata y no quedó nada y los boliches cerraban y gente, hasta ese entonces normal, empezó a vivir de bolsas de comida que repartía la municipalidad, el criollo esclarecido se encogió de hombros. Así era y así seguiría siendo.

Cuando el gobierno de Chupete terminó en una orgía de asesinatos sin sentido el hombre filósofo supo que era el destino, que todo estaba escrito.

Y también cuando la pesificación asimétrica hizo ricos a los de Clarín, premiados por haberse endeudado en dólares, y mataron a los piqueteros queriendo prevenir no se sabe que insurrección o lo que sea.

La serenidad del hombre del medio pelo criollo hace aparecer a Gautama Buda como un chiquilin nervioso, nada lo perturba, nada desvía su camino.

Pero un día, un día el hombre que todo lo entendía no quiso seguir más.

Porque llega el día en que hasta el hombre más asentado espiritualmente pierde la cabeza. Si, llegó el día de la furia.

Porque ahora, por fin, la voz indignada de este discípulo de Shidharta se hace oír.

Porque la pobreza que cuando era de más del 50% nunca le molestó se ha vuelto insoportable.

Y la violencia del gobierno criminal que persigue a los periodistas indefensos y los pacíficos consultores privados que, genialmente, son capaces de medir inflación sin tanta cifra llamando por teléfono a un supermercado de recoleta, ya no son admisibles.

Y la persecución despiadada contra el pueblo Quom, que desde siempre le han merecido el más profundo de los silencios.

Y los contratos secretos y terribles que van a dejar el país en manos de chevron y de los chinos que vienen por el agua.

Porque antes estaba todo más o menos, tampoco hay que exagerar, bien, si Iberia dejaba 10 mil empleados en la calle, son cosas que pasan, si el megacanje agregaba 55 mil millones de dólares de deuda, así es la vida, el vivo vive del pobre etcétera.

Pero si un gobierno fascista, polpotiano intenta imponer el comunismo ahí si que se acabó la tolerancia, hay que dar un golpe de estado para salvar a la democracia y sino el pueblo tiene que salir con un revolver y reventarlos a todos, ¿me oyeron?, a todos.

Si me lo preguntan, prefiero a la clase media apolítica, cuando más apolítica, mejor.

3 comentarios:

  1. A fines de los '90 tenía una clienta que me decía: -"Eh, no hay que hablar de esas cosas. Hay que pensar en positivo". Ojo, el país que se empezaba a caer a pedazos se la cargó a ella también.
    Pero hoy es la cosa, hoy está a los gritos pelados con este gobierno que es LO PIOR!.

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  2. No joda, seguro que usted es de esos que defiende a esta diKtadura impresentable, con la diktadora en calzas y el ministro de economía - ¿leyó bien?, de ECONOMIA!! - que odia las corbatas!. ¿Se da cuenta la enormidad de esos gestos salvajes? - Justo ahora que tanto dios como el papa son argentinos, usted defiende a estos desubicados.
    El colmo! y nadie hace nada..... póngase una manito en el corazón y dígame si en otros tiempos más felices, por menos, no teníamos los tanques en las calles y a marianito grondona escribiéndole dicursos a los generales...

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  3. La clase media ha redescubierto el placer de la indignación al cuete. Es lo que hace cuanto tiene paga la cuota del 0 KM.
    Si vuelven los inmombrables deberá volver hacer yoga, particularmente la posición del perrito.

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Piensa mal y acertarás