De las enfermedades mentales no sabemos nada. Pero nada de nada. Solamente sabemos que algunas personas dicen que otras las padecen. Un amigo me decía que los sicólogos son todos unos farsantes y no se que más. El motivo de la diatriba era la ausencia de un protocolo del tipo de las ciencias duras. Aplicar los métodos de la física para analizar las cosas que le pasan a la gente en la cabeza, eso si que sería una locura. Se puede inventar una prueba, más o menos infalible, de que un tipo está loquito. En la gayola, ahí si que estamos los tipos rudos, hay un método por completo infalible para detectar a los locos, si quieren saltéense el siguiente párrafo porque hasta a mi, hombre cruel y macho hasta decir basta, me da impresión. El método, científicamente comprobado en la tumba, consiste en darle a probar al interno, así te dicen los guardias "el interno", un trozo de excremento. Si el interno se come un tereso pueden apostar a que está loco. Si lo repudia no es más que otro maldito estúpido cuerdo que se pasa de vivo. Los que se pasan de cuerdos en la cárcel se hacen pasar por loquillos porque estar mal del balero tiene sus privilegios. Un loco puede cargosearte y hasta robarte la comida sin recibir las represalias, bastante tremendas, que impone el severo código de conducta del presidiario. Pero cual sería la prueba para demostrar que un paciente no esta chiflado. Ahí sonamos, nos encontramos con tipos que perdieron su casa en el casino, con tipos que perdieron los empleos que les daban de comer trompeando al jefe sin tener motivo, tipos que perdieron a la mujer/al hombre de su vida porque estaba un poco gorda/gordo o porque no era judío/cristiano/musulmán/peronista/gorila etcétera. Un acto es o no una locura por las consecuencias que trae. Suponemos que la gente que no tiene capacidad para predecir esta sonada. Ahora por pícaro que uno sea, siempre hay un límite a lo predecible. Además predecir demasiado es peligroso. Volviendo a la cárcel, he conocido pibes que estaban sacados porque predecían que, mientras ellos daban vueltas en el patio, la mujer se les había ido con otro. La limadura es, obviamente un asunto cultural. Pero en esta, nuestra edad de hierro, los locos han vuelto a ser peligrosos. O son terroristas sin causa o pueden ser capitalistas que se pasaron de rosca y al no poder emular a Donald Trump se dedican a hacerles la vida imposible a los que estamos del otro lado. Puede ser que Laurie Anderson tenga razón y que "el lenguaje sea un virus" pero las palabras, aun las peorcitas, siguen siendo palabras. Está pasando algo mucho más peligroso que la locura de los desesperados, los frustrados y de los, como decían en la URSS, de "psiquis capitalista". Es la profusión de drogas para curar a los locos. Está pasando y está pasando ahora. Imagínense que un porro pone boluda a una persona normal. Un amigo le llama, al efecto del porro, "cara de payaso". Estamos hablando de drogas millones de veces más fuertes. En una época uno se espantaba de ver a la gente dar vuelta por los loqueros divagando y pechando cigarrillos pero ahora esas drogas, que estaban confinadas a casos muy graves o situaciones de excepción, parecen tener vía libre. No todas las falopas de siquiatras son iguales pero me está tocando ver a gente a la que el cerebro le está quedando como un chinchulin a la parrilla. Hace años hubo una tendencia a la "desmanicomialización" que parecía repiola. Negaba la necesidad de tener a la gente encerrada. En un país como este los locos van a parar simplemente a la calle ¿Qué otra cosa esperaban? Yo me pregunto si no estamos viendo una masacre sin sentido y no nos damos cuenta. El problema sigue siendo que hacemos con los locos. El peor problema con los malditos es que la locura no existe. Por eso los amigos científicos no pueden armar una teoría como la de los neutrones que la explique. Si un orate (que palabra fina) es un tipo que hace cosas raras entonces miren a todos esos amigos de clase media que, literalmente, se matan trabajando para comprarse un auto con motor de 96 válvulas y un castillo en los Alpes suizos. Esos boludos normales están todos del tomate. Nuestros hermanos los indios no tenían ni locos ni manicomios, si un tipo actuaba raro era simplemente una señal de los dioses y a otra cosa. Incluso en estos tiempos los cubanos que no tienen un sistema capitalista la llevan bastante bien. El verdadero problema es que los locos se niegan a trabajar y eso, en este sistema, implica que te cagues de hambre. Los tipos dementes, que se cagan parados de locos que están, si tienen guita, salen por televisión. Se pintan, dicen boludeces sin sentido y salen con el culo al aire. Los dioses hablan a través de ellos. Eso nos lleva a otro enigma. Supongamos que cae el Palacio de Invierno. Supongamos que construimos máquinas, que trabajamos 6 horas por día y que somos todos iguales. Supongamos que no hay locos, solamente compañeros que hablan con los dioses. O con Lenin si así lo quieren. ¿Qué hacemos con los sicólogos? Yo también voy, ya que estamos. |
cris
jueves, 8 de septiembre de 2011
Artículo donde aclaramos adonde vamos a internar a los locos cuando llegue el comunismo.
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Compañero :
ResponderEliminarUd no debe desconocer que los psicologos no medican. LOos que medican y estan al servicio de las compañias farmaceuticas son los psoquiatras.
Que le paso Don Chango? Tuvo transferencia negativa con algun terapeuta? jajaj
Un abrazo
Bueno, pero un psicólogo es peor que un psiquiatra. Te inocula la falopa de la dependencia eterna. Y de su consultorio se sale más adaptado. O sea, un poco más crápula si sos un crápula.
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