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Con Cristina.

domingo, 16 de enero de 2022

Lecturas de verano: Mis recuerdos como preso político.

Una vez, hace mucho tiempo, me vinieron a buscar.

La JG, la Juventud Guevarista una agrupación juvenil que seguía la línea del ERP-PRT me había encargado ocuparme de la biblioteca, constaba, básicamente de las obras completas de Lenin, en el departamento de mis viejos había funcionado una especie de local, nunca vimos armas, dios quiera que si haya habido. La cuestión es que decidimos, estaban cayendo todos, llevarnos los tomos a la farmacia donde laburaba mi viejo.

Nunca he estado del todo seguro de eso pero como suele pasar en estos casos, la farmacia se incendió, los bomberos encontraron los libros y decidieron servir a la patria denunciándonos.

Intenten, por un momento, entender lo que siento por la gente común que te denunciaba a la cana.

Llegaron en masa, vestidos medio de civil, armados con armas pesadas y drogados hasta el culo, si pudiera cambiar algo les dejaría una botella de whisky con un veneno bien jodido, de esos que no te matan pero te dejan hecho mierda para siempre.

Se identificaron como “ejército argentino”, 2 mentiras, a mi vieja la ataron, la amordazaron y la dejaron dentro de un placard, a mí me dejaron knock out a patadas y a mi viejo se lo llevaron porque les dijo que, si me llevaban a mí, lo llevaran a él también.

Si algún día vuelven, por supuesto que no pienso sobrevivir a eso, ni falta que me hace, se van a llevar un regalo mío, tengo cosas lindas para ellos.

Por si les interesa, se llevaron todo lo que pudieron, un equipo de música, un televisor, ropa, un anillo de boda, lo que se les ocurra. He escuchado muchas historias de ladrones locos y desesperados pero ninguna como esta.

Nos metieron en una camioneta del ejército de color marrón, nos pusieron en el piso de la parte de atrás y nos pisaban.

Pasamos por debajo de ese túnel de la avenida libertador y nos llevaron a un lugar de la ESMA que estaba lleno de columnas.

Un tipo me tomó declaración con una máquina de escribir.

Nos dejaron encadenados a una pared, el gancho de la cadena estaba muy abajo y no podías ponerte de pie, cuando me saqué la venda de los ojos el lugar estaba lleno de gente, a un chico, ahora los veo como jovencitos, de barba se le veía la sangre y otro estaba tirado en el piso y se quejaba, se los llevaban, si ya se, se parece a alguna clase de película de la Gestapo, y se escuchaban gritos. Una chica estaba embarazada, era notorio, la recuerdo morena de tez clara y más afligida que asustada, la recuerdo vestida con una remera roja pero podía ser sangre, les dije que esto fue hace mucho.

Con mi viejo hablamos algunas palabras, alguno de los chicos nos decía “ánimo compañeros”. Para conservar energía, decidir dormir todo lo que fuera posible.

Traté de levantarles el ánimo, yo también, incluso de hacerlos reír, no me crean, si así les place, podrían llevarse la imagen, absurda en el contexto, de que soy un valiente.

Me asomé por unas ventanas vi un terreno vació una vía y el río.

Nos metieron en un auto y nos llevaron, con una remera en la cabeza, no sé si de peligrosos que éramos o para verduguearnos, a superintendencia de algo, policía departamento táctico. Era verano y hacía calor, nos metieron en unas celdas a las que llamaban tubos eran microscópicas.

Había otros secuestrados, algunos la habían pasado mucho, muchísimo peor. Encontré una pintada con el nombre de una compañera de colegio y una fecha, 10 de junio de 1976.

Ahí, en ese departamento táctico podías hablar con los canas, algunos, definitivamente cagones, te vendaban los ojos para hablarles, temían al ejército revolucionario fantasma. Otros entendían mejor la situación y daban explicaciones, eran el occidente cristiano, de ahí quedé, por así decirlo, obsesionado en mi deseo de que el oriente no-tan-cristiano los haga bien mierda a todos. Disculpen carezco de distancia y la necesaria objetividad.

Si me lo permiten, era como que, en ese lugar, torturaban también a los familiares, a veces les hacían creer que iban a largarlos, a veces se llevaban guita, a veces los seguían y siempre los intimidaban. A una señora mayor, a un viejito que nunca participó de nada, a un desconocido, tampoco era tan difícil.

Cuesta creer, tal vez estos tiempos sean más coherentes, que te tuvieran secuestrado en un centro clandestino de detención y que te permitieran visitas. Occidente cristiano, en fin.

Finalmente pasamos a la categoría de PEN, presos por el poder ejecutivo nacional. Categoría pensada para casos de guerra por un tiempo determinado y en una región determinada. Hubo gente que pasó los 7 años de dictadura así, presa sin causa, ni juicio, sin límite de tiempo ¿Por qué no? Quien carajo te manda a leer a Lenin, después de todo.

Sospecho que ahí mataban, violaban, torturaban y dios sabrá que más, pero no en ese momento, supongo que preparaban la declaración de victoria contra la subversión de abril del 77.

Nos reconocieron como presos PEN, de hecho era un modo de perdonar la vida, nos llevaron a Devoto y nos pusieron en uno de los pabellones chicos con presos comunes, eran buenos pibes, al menos en comparación con nuestros amigos de la cana, federal, ejército, penitenciaria o lo que sea.

Cuando entramos a la U9 de La Plata nos hicieron, no recuerdo como le llamaban a eso, el túnel de la muerte o algo así, te hacían desnudar y te hacían correr en medio de 2 filas de milicos maricones que solamente podían golpear a alguien desnudo con palos y en patota.

Sé que no hay un cielo para mí pero, si ese lugar existiera, sería un lugar donde pusiera agarrarme con esos tipos uno contra uno y a mano limpia. Y que conste que, por desgracia, no soy ni matón, ni valiente y ni siquiera se dar pataditas de karate. Pero tengo una fe infinita en la cobardía de ellos.

Nos dejaron en un pabellón del fondo, recuerdo que nuestra celda era, juéguenle a la quiniela, la 805. Había lugar para 2 camas, una arriba de la otra, una ventana con vidrios opacos, y un inodoro, he visto celdas similares en una serie yanqui pero parecían un hotel de lujo con un régimen tipo boy scout en relación con lo que me tocó.

El castigo consistía en una celda sin luz y donde de madrugada te sacaban el colchón y estabas 18 horas por día contemplando una pared de cemento, le llamaban “los chanchos”, los presos le ponen poesía a todo. Algunos oficiales que eran como el bastión de occidente, te iban a visitar a lo noche y te golpeaban en patota. Hubo juicios por eso y fueron presos casi 40 años después.

Era un lugar agradable pero peligroso, podías morir de muchas formas, suicidios nunca del todo claros que, en algunos casos, eran de verdad, supuestos intentos de fuga, y gente con mala suerte que se caía y moría de un buen golpe.

El ser humano… ustedes saben, etcétera, etcétera, había gente a la que ese ambiente ameno y cordial la volvía loca, estoy hablando de clínicamente loca, no de gente conflictuada y cosí cosá, se la escuchaba llorar en las noches.

Uno de los presos declaraba que le daba tanta rabia, pero tanta, que se mantenía de buen humor y bien sanito.

Si llovía, para mi gusto llovió demasiado ese año, tenías que quedarte dentro de la celda, supongo que pasarte varios días dentro de una pieza del tamaño de un bañito encerrado con otro tipo que la está pasando mal no es como para festejar, salvo que uno esté consciente de que era medio milagroso sobrevivir a un secuestro.

Si había sol podías salir al patio, en los pabellones del fondo eran minúsculos rodeados de alambrado, podías jugar ajedrez o sentarte y reírte de los milicos.

Pasamos a los pabellones de adelante, el patio era más grande y la mayoría eran gente mayor que recibían una dieta especial que tampoco podían comer y me venía a parar a mí. Tenía 16 años pero aparentaba menos, si eso es posible.

Algunos de los canas intentaban quedar bien con los presos, otros eran del tipo revancha social, esto es interesante, odiaban a los presos, muchos de los presidiarios ostentaban diplomas universitarios, y ellos eran archi pobretones venidos de provincias lejanas que se expresaban en un castellano dificultoso. El poder que tenían era arbitrario, me pregunto si no mataron a algún profe demasiado sabio para su propio bien. Qué lindo occidente ¿no?

A eso le llamo yo meritocracia.

Mi viejo salió antes que yo, me dio, vaya uno a saber porque, tanto alivio que, el tiempo que pasó después de eso, casi no lo registro.

Creo que me tocó salir un día de reyes, jua!, de 1978, llevaba una camisa remendada, el pelo al rape, había convencido al chico que nos cortaba pelo, un común condenado a perpetua, de que no me hiciera el corte carcelario donde te dejaban una especie de jopo estilo Adolfo Hitler.

Decían que se la daban a la gente al salir, decidí dar una vuelta por el barrio, había gente sentada en la vereda tomando mate, no sé si me miraron. Encontré un árbol y me subí. Pregunté donde pasaba el micro, había mujeres lindas.

Fui a la casa de un compañero que conocíamos de la cárcel, vivía cerca del hospital de niños en constitución, estuve unos días ahí y nunca más lo volví a ver, que habrá sido de la vida de él.

6 comentarios:

  1. Muchas gracias Chango!...relato muy bueno, creo que necesario para vos y para todos los que te queremos y nos sirve lo que contas para aprender y confirmar en que mundo vivimos, queriendo siempre cambiarlo hasta la victoria, que va existir aunque no la veamos. Mil abrazos🤗🤗🤗🤗....
    ...y por suerte tiene tu sello de buen escritor....
    Pido permiso para compartir también con quienes te conocen y me conocen. Ya está en tu blog 👏👏👏👏

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  2. El ERP que conspiró contra Juan Perón? Jodete, campeón.

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    1. Alcahuete de los milicos que después de 50 años todavía tiene miedito de dar la cara, campeón.

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  3. Hola pibe, cómo estás? Fuerte lo que contás. Me gustaría verte.

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Piensa mal y acertarás