Hay un vino que es berreta, puede venir en cajita o en botella, le ponen azúcar para disimular que es agrio, le ponen colorante, le ponen algo para “añejarlo”. No te emborracha, ya de por si cualquier vino que te emborracha es malo, te descompone. Aun así ese vino es muchísimo mejor, tiene más controles de calidad y es menos jodido para la salud que el fumo trucho que anda dando vuelta. El fumo del orto que curten los pibes del barrio, esto no es la av. Quintana ni las lomas de San Isidro, esta curado con vaya uno a saber que veneno, lo queman en un horno para venderlo más rápido, le ponen kerosén o cualquier otra porquería que se les ocurra. Te das cuenta porque no huele a fumo sino al humo del caño de escape de un auto. Los pibes tienen la garganta quemada y, tampoco es que tengan mucho que decir, no pueden hablar y cuando respiran les suena el fuelle y no es un tango. Van a respirar por una máscara cuando tengan 25 años. ¡Vamos! Van a ser Dath Vader de Villa Caraza, van a ser. Y, de repente, el dealer, que no es un dealer, ni un narco sino un pibe igual que ellos que financia su consumo vendiendo, les dice que hubo golpe en Paraguay, que se hundió el (?) barco o que Hollande (el presidente de Francia, es una metáfora no sean boludos) anda con una pendeja y no hay fumo. Y les vende un polvito y les dice que son anfetas y es una mierda cortada que ni la puta que lo pario sabe de donde mierda viene, y sino les vende merca, y es peor porque la merca del barrio tiene 10%, estoy siendo generoso, de frula y el 90% restante es una porquería dulce, azúcar impalpable, frutas secas que sobraron de la navidad, puloil, lo que se les ocurra. Y la nariz les queda hecha mierda y les sale sangre. Lo que con el tiempo quiere decir infecciones, tuberculosis y un cáncer machazo. Y el pibito que les vende tampoco es nadie, cuando los pibes se cansan de que los estafen porque les vende fumo que es pura semilla y esta mezclado con radicheta o lo que sea, le dan una patada en el orto o le tajean la trucha o lo cagan a patadas y el pibito se va a vender la misma mierda a tres cuadras y después viene otro. La droga de verdad te la consume la clase media y te la receta un siquiatra y es todo legal, ese es el secreto de tanta gente, en apariencia normal, que tiene el cerebro quemado. El que no es feliz es porque no quiere. Si un siquiatra-sicólogo-dotor cualquiera le puede recetar halopidol o anestesia para elefantes a cualquier boludo que dice que esta deprimido todas las guerras antinarco son pura comedia. Y en esta tierra de promisión ni los narcos trabajan para el mercado interno, lo que hacen es ponerla en latas de tomate, subirla a los barcos y mandar la mierda al primer mundo. Es gracioso porque tenemos ejércitos, que pagamos nosotros mismos, destinados a evitar que los señores del primer mundo se caguen drogando ¿No es genial? Después tenemos a los amigos jipones y jiponazos que siembran el fumo en la terraza pero, por un secreto designio de dios, una terraza de mierda en Villa Crespo no es el Paraguay, ni Jamaica y sale un yuyo dudoso que los jipones se fuman de onda y cuyo único efecto alucinógeno es que te hace cajeta los pulmones. Y si no me creen vengan a algunas de las reuniones que hacemos con amigos y a los amigos jipones los reconoces en seguida, son los que tosen y les salen pedazos de alvéolos de la nariz. Y un último capítulo sobre el paco: una droga que vale dos mangos y que mata a sus consumidores en 3 meses no es un negocio, no es por donde se lo mire, parece un experimento de algún servicio de inteligencia yanqui para aniquilar a un montón de incautos y sembrar el caos. Y no me vengan con que los paladines de la democracia no hacen esas cosas o voy a empezar a creer que ustedes también tienen receta. |
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ResponderEliminarDesde que el hombre es hombre utilizó diversas sustancias, que la madre naturaleza le proveía, para alterar sus estados de conciencia.
Combinando sabores, aromas y colores aprendió, ya desde Neardenthal, a ver, oir y coger distinto bajo la influencia de preparados cuya receta era celosamente custodiada por los ancianos, los sabios, los jefes tribales, chamanes, etc.
Todas las cosmogonías abundan en referencias, casi siempre muy explícitas, al uso de estas sustancias, y - ya en tono más moralista - a las consecuencias nefastas de su abuso.
Las sociedades pre-estatales aprendieron, largo y arduo camino, a regular y dosificar la utilización de estas sustancias, generalmente por el método de controlar su producción, circulación y distribución.
El acceso a las mismas solía estar restringido a ciertos grupos etáreos (lactantes, por ejemplo); sociales (prisioneros de guerra, esclavos); o religiosos (algunas ramas sacerdotales).
El consumo, entonces, se reservaba para ciertas especiales ocasiones, pero, fuera de algunas restricciones como las citadas, era universal.
Estaba férreamente pautado, y aceptado por la fuerza del derecho consuetudinario, que en esas ocasiones era admisible, e incluso recomendable, experimentar la influencia de algún compuesto o brebaje sobre las percepciones comunes y corrientes.
¡Cuánto mito o leyenda no habrá sido pergeñado bajo el influjo de estas ingestas o aspiraciones!
La evolución en las formas de organización social, consecuencia de los cambios en los modos de producción de la vida material introdujo al mercado como reemplazo de formas más arcaicas de redistribución de la riqueza como la reciprocidad y el intercambio, y estas sustancias no escaparon al destino común de otros productos fruto del esfuerzo humano: se mercantilizaron.
¿Porqué, entonces, debería asombrarnos que una organización social que convierte todo en mercancía dejase de hacerlo con las ante citadas sustancias, naturales o de diseño?
Hay gente mal pensada, yo, por ejemplo, que por ahí tiene la peregrina idea de que esas "drogas"/mierda no son ni casualidad ni rebusque, sino un eficaz medio de control social ("preventivo", porque agarra a los potenciales quilomberos tiernitos, pichones y los hace moco antes de que exista la posibilidad de que se vuelvan un problema mayor).
ResponderEliminarY para que no se avive la gilada, el permanente staff de opinadores, panelistas, matasanos, curas, viejas chotas, viejos chotos y, la frutilla del postre, la cana, como encargada de disponer que ninguno llegue, si zafa de la pudrición cerebral, a ser precisamente un problema.
Es un esquema que funciona bien, para sus inventores, amigos y favorecedores; así que, ya sabe, un poco de hipocresía, agua bendita y la promesa de un paraíso venturoso fuera de este mundo es más que suficiente, el tío sam contento y, usted, cuídese de andar proponiendo cochinadas que interrumpan los flujos de caja.
Yo la veo a Lilita tan ocupada de la droga y sobre todo el paco que estoy dudando que sea malo. Esas cosas la provoca TN. Terrible y nociva falopa si las hay.
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