viernes, 13 de mayo de 2011

Y pensar que antes este era un blog serio, hoy: Mirtha Legrand de Tinayre.

Mirtha Legrand participó de la época de oro del cine argentino. Protagonizó más de 30 películas. Era un cine industrial de comedias o dramas o hasta policiales pero siempre "familiares". Eran películas dirigidas por artesanos o artistas necesitados de fondos o de fama. Mirtha era esa clase de actriz, el equivalente de, que-se-yo Andrea del Boca o la anoréxica Julia Roberts. Carisma y empatía. No podía competir con las peso pesado de aquellos tiempos, señoras como Olga Zubarry, Zully Moreno, Mecha Ortiz y tantas más.


Puede ser que esa limitación, no haber sido una actriz verdaderamente grande, la haya llevado a intentar durante los últimos 45 años su más importante papel: una actriz de comedia que pretende ser una oligarca. Creo que parte del éxito de público que acompañó a los disparatados almuerzos durante años se debe a lo irresistiblemente cómico que es usar toda una serie de aditamentos para impostar a un integrante de la elite social. Empezando por los vestidos estrafalarios que la hacen parecer una embarazada de 90 años y esa multitud de anillos y cosas que brillan y porquerías raras que le cuelgan y que se supone que son oro. Y los zapatos que son Versace o Chanel nº 5 o de la marca "Boca Juniors". Y la música que es como una falsa música barroca en versión "Cacho Castaña". Y la propia señora cuando abre su boca añosa para escupir algún prejuicio. O preguntarle por su éxito a Riky Maravilla.


La señora se nos muestra como una millonaria que lo tiene todo, lo que no le impide usar ropa de canje, ustedes saben "los zapatos son de Pascualito Tamangos". ¿Para que el canje si es tan millonaria? ¿Y por qué está siempre furiosa si le ha ido tan bien?
Solo dios conoce el alma que palpita detrás de cada actor fracasado, si no pregunten por Ronald Reagan. O pregúntenles a los californianos por el gobernador Chuarseneguer.


Es una especie de milagro al revés, haber llegado a cumplir más de 80 años y no haber aprendido nada. Solamente hablar de zapatos y carteras y ese continuo gesto de desprecio, de desagrado sin causa. Uno se pregunta que es lo que le pasó, a quien odia con tanta furia. De donde sale ese resentimiento. Sin embargo es importante reconocer la astucia del personaje que consigue, a partir de leer un papelito y de aprovecharse de la lentitud y/o complicidad de sus interlocutores, aparecer como una persona culta y hasta inteligente. Lo único que domina es mirar a la cámara y hacer un mohín.


La adhesión a los milicos le viene de ahí. Se supone que un oligarca debía acompañar al "despotismo ilustrado" de Videla. Es notable la prudencia de la Sra., en tiempo de los milicos su programa era todo una representación de la farándula grasuna y nada más, no vaya a ser cosa de que se cuele una inquietud, una crítica, una verdad.
Nada mejor que un país sin problemas porque, si tenías algún problema, te cagaban a tiros. Pero, por increíble que suene, eso no era lo más grave de todo. Lo peor era que esos años y el vacío que dejaron pesan toneladas en la cabeza de los que sobrevivieron. Esa zona muerta de la mente es el territorio de Mirtha.


No creo que hubiera verdaderas mediciones de rating en los tiempos felices de Videla. De haberlas habido Mirtha hubiese batido todos los records. Era el programa justo para el momento. En vez de tener buena comida de verdad, los argentinos de a pie, teníamos la imagen borrosa de un banquete en donde todos parecían divertirse. Los verdaderos artistas estaban exilados, o muertos, o presos en sus casas por el temor. Y deambulaban los payasos, los galancitos, los cantantes gritones, las trolas que les hacían las partuzas a los milicos.
Eran todos Mirthas, todos negritos de clase media que se trabajaban un jet-set y se colgaban joyas de utileria. Parados sobre miles de cadáveres y un país destruido.
Era como Gran Hermano pero más triste todavía. Una especie de Truman Show con una realidad construida en un estudio de televisión.


Como la vieja era pro-milica algún radical tuvo un ataque de lucidez y le sacaron el programa. Con la privatización de los canales los almuerzos volvieron. Durante los 90 sirvieron de vidriera para exhibir a los funcionarios nuevos ricos del gobierno me*mista. Y con la llegada de la Alianza de Delarua la decrépita conductora nos brindó momentos de genuina diversión poniendo en apuros a figuras patéticas como la ministra Pato Bullrich. Fue una especie de primavera mediática en la que se le podía pegar a los alcahuetes del poder. Pero, como todas las primaveras, duró lo que un suspiro. A Mirtha le quedaron los eternos viajes a Miami, el repudio a la clase media resucitada y los trajes de canje de “gronchito’s Sport”. En la etapa disolutiva de su decadencia la Sra. se descubre como operadora política. La mesa tiene su momento sublime con, aquellos grandes chacareros del país garca, Deangeli y el escurridizo Buzzi.


Finalmente el círculo se ha cerrado, del comienzo con los milicos ahora tenemos un final de ciclo con los nuevos pistoleros lumpenes.


Como comisario político en funciones se encargó de orientar a los miembros de la izquierda revolucionaria en aquella memorable cita con Altamira, Ripoll y no me acuerdo que otro rebelde.


Dentro del estudio no se han dado cuenta pero el país cambió, el rating de la presentación en sociedad de la patria chacarera tiene un rating paupérrimo. No es casualidad que a Mirtha se la hayan comido los programas de chimentos. La realidad de los programas de chismes pasa por el sexo rentado, el descontrol y los negocios sucios. En su sordidez es infinitamente más cercano a la vida de la gente común y más razonable que los buenos modales de la mesa del vejestorio.



En cuanto a los trenes. Opino que los trenes del conurbano de pasajeros siempre van a dar perdida de modo que no sirve mantenerlos en manos privadas. Que los trenes de carga son otro cantar. Que si el estado puede sacar adelante a un muerto como Aerolíneas no veo porque no puede, admitiendo perdidas, hacerse cargo de los trenes. Que si no quieren estatizar entonces que pongan a un administrador eficiente que controle a los privados. Que no hace falta que sea un experto en trenes. Que puede ser Tomada, Mariotto o cualquier otro penguin con inteligencia, buena imagen y buenos antecedentes. Que conviene poner a cualquiera que haga que nos olvidemos de Jaime.


Leo sobre Clementina, la primera computadora que tuvimos en el país, la trajo Sadosky en 1961. Dejó de funcionar en 1971, a ningún gobierno después de eso le interesó. No todos los tipos que están con el progreso están a favor del pueblo pero todos los tipos que están contra el progreso están contra el pueblo.

1 comentario:

Piensa mal y acertarás