domingo, 4 de julio de 2010

El único que nos podía salvar era Mick Jagger. Pero nos agarró Susana...

Se supone que hay maneras y maneras de perder. Dolina habla de los, pérfidos, refutadores de leyendas que intentan destruir la música explicando que una canción es solamente determinada combinación matemática. Los constructores de leyendas son buenos.

Dicen: “¿Ve usted ese cascote ahí? Es una de las piedras que usó David en su honda”. No siempre la creación de leyendas es tan inofensiva.


Pino Solanas, sin ir más lejos.


Lo único que realmente me preocupa de la paliza infernal que nos dieron el sábado es que no jugó Riquelme. No es que me preocupe que Roman sea una leyenda boquense sino la creación del mito de Riquelme en la selección. Toda paliza, si no te matan, y, en este caso, no es más que un partido de fútbol, toda paliza deja una enseñanza. Hubiera jugado Roman nos salvábamos de otro mito destructivo más.


El mundial, la selección y esas vainas tienen un fin muy concreto: darle alegría a nuestra gente. Después de algunos minutos de ver el partido me di cuenta de que lo único que esperaba era que ocurriera el milagro, que se cumpliera el síndrome de Jagger, de que dos de esos deportistas patolandeses se chocaran, como les pasó a los brazucas, y se la embocaran a si mismos, de que un patolandes se enloqueciera y la manoteara en el área, o que tomaran jugo del bidón de Branco. De ningún modo se me pasó por la cabeza que alguno de nuestros muchachos pudiera hacer algo. No sentí específicamente dolor, uno siente dolor cuando tiene chance y no se cumple, sino más bien fastidio y aburrimiento por lo predecible.


Los once patolandeses se pararon escalonados, la peleaban a muerte en la media cancha y tiraban el orsay. De esa forma Serbia les bajó el copete a los mismos patolandeses hace un par de días. En una época teníamos un equipo de profesores en el colegio, jugábamos de esa forma. Todos detrás de la mitad de cancha, marca furiosa en zona y teníamos uno que jugaba bien y un delantero al que le tirábamos pelotazos. Jugábamos contra pibes de 20 años y ganábamos siempre. Una y otra vez los pibes querían pasar gambeteando, una y otra vez corrían por la punta, una y otra vez tiraban pelotazos donde los estábamos esperando de frente. Ganábamos siempre. Hasta que nos agarró un equipo que hacia lo mismo que nosotros pero mucho mejor.


Después de media hora esperando que los patolandeses tuvieran un percance me di cuenta de que se jugaba a más de 40 metros del arco. Ni el Mick Jagger, poderoso hechicero del rock, te puede mufar jugando tan lejos del arco. Hubiera hecho falta que Carlitos el privatizador, con todo su gabinete, entrara en la cancha con la camiseta de Patolandia.


Maradona dijo que al partido lo perdimos a los 3 minutos cuando nos hicieron el primer gol. Pero esta vez Diego macanea.
Perder, es seguro que perdíamos, pero la derrota se selló en el momento en que Diego decidió salir con el mismo equipo que jugó contra México. Digamos que no estoy muy seguro, si no nos hubieran dado el gol en orsay capaz que los chamacos nos eliminaban o a lo mejor ganábamos igual pero salíamos contra Patolandia con un planteo más de jugar al fútbol en serio.
Jugamos mal, requetemal contra los manitos. Y miren que México, particularmente este equipo mexicano, da muchas ventajas. Salió segundo de la zona esa de centro y norte América debajo de los yanquis y por encima de Honduras.


Porque la verdad lo que hicimos en Sudáfrica no fue demasiado parecido al fútbol, fue como una especie de exhibición ante equipos que, en los tiempos en que eran 16 en el mundial, no hubieran llegado ni a palos. La verdad, fueron partidos muy divertidos con mucha emoción y muchas jugadas. Si claro.


Los patolandeses no juegan a nada pero no son Grecia, si salís a torearlos con 5 delanteros te vacunan. En la nota anterior puse que los brasileros tendrían que haber ganado caminando su partido pero que los traicionó la amargura del técnico, leí que en Brasil lo querían matar, y que los agarró, en este caso es casi en serio, el síndrome “stone”. Lo que quiero decir es que si los brasileros, que tienen los mismos problemas que nosotros, pueden armar un equipo competitivo porque no vamos a poder nosotros. Salvo que estemos inventando algo nuevo, bailar a equipos chicos y después salir a perder contra equipos competitivos. Me suena como el “contrato moral” y la “coalición cívica”.


Me vino el Déjà vu del partido contra los patolandeses del 74 y ¿saben que? Me parece que en el 74, cosa de volverse loco, tuvimos más chances. Lo que si, es que, el equipo del 74, tenía no-se-cuantos técnicos (?) y que, por algún motivo, improvisaron a Pancho Sa, entrañable ídolo del equipo del Lorenzo del 76, como marcador de punta.


El equipo del 74 era un rejuntado de estrellas que se conoció en el avión, eran muy buenos jugadores que hicieron lo que pudieron por la camiseta. Les digo más, si bien todo el mundo puteaba por el rendimiento, ese equipo llegó a clasificarse y dejó afuera a Italia. Igual ya les dije que pusieron una moneda para que los polacos, que no eran profesionales 100%, le hicieran la boleta a los italianos. Aquella selección ganó un solo partido, le ganó a Haití. Pero deberíamos, en nombre de la justicia, reconocerle el empate con Italia. En el partido contra los patolandeses todo el mundo sabía que íbamos por el milagro, no me acuerdo cuanto aguantamos, pueden haber sido 20 minutos. El equipo argentino tenía 3 o 4 delanteros habilidosos, no se si varios no terminaron jugando en Europa, a los que nunca les llegó la pelota. En mis recuerdos, la vimos menos cuadrada que el sábado.


¿De veras hay alguien que crea que si no nos metían el gol de movida era “otro partido”? ¿Por qué? Los patolandeses juegan siempre igual, hubieran esperado igual, hubieran tirado el contraataque igual y hubieran pasado igual.
Lo que me pregunto es si Diego realmente armó convencido el “equipo de exhibición” o si tenía que poner a todos los delanteros buenos que tenemos para darle el gusto a la FIFA o dios-sabrá-a-quien. Porque él debería junarla lunga, aun jugando para el orto, en el 90 llegamos a la final porque era imposible meternos un gol.
En vez de perder con dignidad prefiero ganar con indignidad. Que se queden calientes los amigos patolandeses.


Prefiero equipos que les peleen y que les jodan la vida a los patolandeses.


Después de todo, los campeonatos de jueguitos, gambetas y taquitos no existen. Por algo será.


Por último quiero decir que no soy supersticioso pero que al peluquero retardado ese y a la sra. Gimenez no los quiero ver en un mundial, ni cerca de un mundial, nunca más.


Para el 2014 que sean puestos en cuarentena por portación de mufa
 

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