La clase media se dividió, lo primero que se me ocurre es pensar cuando. En 1974-75, particularmente durante los días agónicos del rodrigazo, tuvimos perdedores y ganadores. Los ganadores tenían propiedades que podían conservar mientras que los perdedores vivíamos de un salario. Pero no es tan simple, amplias franjas de los perdedores y casi todos los ganadores avalaron el golpe. ¿Cuantos siguen estando con el golpe? Es decir… ¿cuantos que perdieron todo, entre el rodrigazo y el golpe, siguen estando a favor del poder que los marginó?
Durante unos cuantos años creímos que el consenso acerca de la criminalidad del golpe y los golpistas era casi unánime. Eso duró hasta que vimos que venían juicios de verdad. Ahora tenemos un sector de la clase media que propicia leyes del "olvido", que "nunca tuvo problemas" o que reclama "justicia para ambos bandos". Por un lado produce miedo y sospechas de que el elenco civil del golpe puede volver. La denuncia pingüina es oportuna. Detrás de la derecha "extraparlamentaria" está el golpe.
Hoy tenemos una parte de la clase media, los ganadores, que es fácil de describir como "neogolpista", "protogolpista", "kriptogolpista", "gorila" u otros adjetivos al tono. El reclamo a favor del "campo" está acompañado por denuncias de fraude, por una serie de diatribas contra los "votantes pagos", por la queja contra la inveterada holgazanería de "los negros" a quienes sitúan como beneficiarios de planes sociales, por la inseguridad, por la presunta corrupción y por el alineamiento a favor de regimenes progresistas latinoamericanos. Con poco, el gobierno pingüino ha despertado un odio que se creía perteneciente a épocas fenecidas.
Los medios tienen tres clases de estructuración del discurso gorilón: uno es el discurso legal dado por la información "aséptica", cuatro meses mostrando a los dirigentes gorilas, impresentables del campo sin hacerles una sola pregunta, mostrar a un "pobre" productor rural sin mostrar nunca las inmensas e inaccesibles camionetas importadas que poseen, haber escatimado imágenes sobre la destrucción de alimentos y sobre la violencia contra camiones o simples vecinos que pretendían viajar. El segundo es el discurso de los "comentaristas", periodistas supuestamente "independientes" que buscaban arrimar argumentos a la protesta usando un lenguaje pretendidamente progresista para cuestionar el derecho del estado a reclamar impuestos o a regular el mercado o simplemente a no hacer lo que la sociedad rural quería. A su vez los periodistas "independientes" pertenecientes a empresas ligadas a la SR y a los pooles de siembra pueden dividirse entre los "racionales" que pretenden demostrar que "no es tanta plata" o "el campo esta irritado por el estilo del gobierno". Los agoreros que vocean la llegada de la inflación, la desinversión, la diversión animada y los anuncios de las "calificadoras de riesgo" que avalaron a Delarua, después tenemos a los gorilas resentidos que expresan su furia contra… no se… contra el narcotráfico (antes no había), contra los (ciertamente odiosos) zapatos de Cristina y que en realidad están asustados porque intuyen que a continuación a los juicios contra militares y masacradores civiles les llega el turno a ellos que se sirvieron de los milicos para hacer carrera.
Por debajo de los periodistas "menos serios" se ubica la novedosa fauna de los "correos de lectores" que, si fueran parientes y/o allegados a los milicos asesinos estarían disculpados pero se trata de militantes del libre mercado que advierten que una acusación contra los genocidas es un argumento fuerte contra el sistema. Herbert Marcuse hablaba de la "plusvalia de la opresión", bueno los nuevos partidarios de "olvidar el pasado" son los que creen, tal vez no se equivocan, que sus vidas cómodas no se sostienen, a la larga, sin ese exceso de represión. El "correo de lectores" es como la libre asociación de la burguesía, es ahí donde las verdaderas fuerzas movilizadas a favor del campo o de los partidos de la derecha se hacen manifiestas. El alineamiento con el primer mundo, la defensa de la "propiedad privada", de los crímenes de la dictadura, de las leyes de impunidad varias. Los coquetos "lectores" son el lazo diabólico que une a los nazis de los campos de concentración con los demócratas del libre mercado. Se puede ser favorable al capitalismo sin ser un energúmeno racista, es cierto pero el sistema no funciona sin su plusvalía de opresión.
Hay, al menos, dos tipos de clase media. Están los que llamaríamos "los colados" que es gente que ganó dinero y obtuvo una buena posición pero que sabe que lo que ganó es producto de alguna oportunidad aprovechada, de algún talento con suerte o simplemente una buena herencia y están los que, por decirlo con pocas palabras, se la creen.
Durante los días agitados de la "movilización rural" se veían unos parlanchines, bastante lamentables por cierto, rodeados de unos individuos misteriosos, ocultos detrás de anteojos ahumados (cerebros ahumados se diría), usando sombrero a veces tirando a la parodia "Indiana Jones" a veces disfrazados de paisano, señoras mayores con camisas sueltas del tipo que la gente común no podemos pagar, disfrazadas vaya uno a saber de que. Son los trabajadores de la clase media, cansados de ver trabajar a los pobres en sus chacras. Cortadores de cupones, evasores de impuestos, pequeños explotadores que hacen trabajar a los niños y que después regalan colchones. La clase media que se sacrifica durante catorce horas por día sin que se vea que es lo que sale de ahí. La patria aunque no este país.
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