sábado, 9 de diciembre de 2017

Recuerdos de otra era presente: preso político de la dictadura. (1977)

El otro día, en una reunión con amigos, me puse a enumerar los lugares de detención por los que pasé, a pesar de que me conocen desde hace años, la gente estaba sorprendida, no gratamente sorprendida. Estuve como prisionero-desaparecido en la ESMA, en Superintendencia, que en mi época se llamaba “coordina”, después me llevaron a Devoto donde me reconocieron, salí en el diario Clarín y todo. Es como que tengo un certificado, soy un subversivo con garantía de origen.

No creo que haya pasado más de unos días, casi diría horas en Devoto, no estuve en los, terribles, “yompas” donde se amontonan los presos, estuve en unas celdas más chicas, aparentemente, para presos VIP.

Recuerdo cuando nos llevaron, en primer lugar no sabíamos a donde nos llevaban, aunque siendo de día se podía esperar que no era para masacrarnos, no obstante lo cual, no hubiera sido la única vez, en que sacaron presos como si fuera un traslado, para liquidarlos.

Lo peor fue que teníamos compañeros, buenos chicos realmente, del tipo de los que se saben todas, nos dijeron que nos pusiéramos toda la ropa que tuviéramos para amortiguar los golpes, cuando nos cagaran a trompadas. Nos subieron a un camioncito de esos con celdas individuales, me pregunto si los usan todavía, bueno, mi consejo es: no se pongan toda la ropa. Como de costumbre en BA todavía era verano, para empezar el tamaño minúsculo de la celda, la falta de ventanas y la ropa que llevaba encima me resultaron una experiencia, única, inenarrable, hasta el día de hoy tengo algo de claustrofobia. De cualquier manera en lo que más pensaba era en mi viejo, ahora que tengo la edad de él, no quiero imaginarme lo que debe haber sufrido.

En cuanto llegamos, después de un viaje que debe haber demandado 3 horas como mínimo, aparecimos en un lugar desconocido, no tengo recuerdos de haber visto la cárcel desde afuera, nos hicieron sacar la ropa, ¡sí!, y nos hicieron, no me acuerdo como le llamaban, pero digámosle el túnel de la muerte. Eran 2 filas de milicos, los cuales parecían grandotes como chuarsenegger en sus peores momentos, munidos de palos y botas. Ya sé que han pasado muchos, muchos años pero espero ansioso la hora de reunirme con los miliquitos pateadores en el infierno, juro que les voy a meter un tridente por el culo. Lo que me gustaba era el clima, los miliquillos lo disfrutaban, era como una ocasión festiva.

Nos pelaron la cabeza, nos hicieron duchar, gracias a dios que era en verano y nos metieron en una celda de castigo, se le llamaba "los chanchos", la celda constaba de un espacio elevado, de cemento, como para poner un colchón, una ventana microscópica arriba de todo. El espacio apenas era suficiente para que cupiéramos los 4. Uno de los cumpas era un, no sé si boliviano, jujeño o lo que sea por el estilo, no sé si, los comentarios que hacía, eran graciosos o si, por las dudas de lo que nos esperaba, nos reíamos de cualquier cosa. El otro era un cumpa que, al parecer, era piloto en la zona de Neuquén, lo pescaron usando el avión con fines guerrilleros. Bien ahí. Entre los 2 me ayudaban a mantener de buen humor a mi viejo.

Fuimos a lo que llamaban “el fondo” de la cárcel, según parece era un pabellón de admisión, estábamos en la celda 805 ¡juéguenlo en la quiniela! Los presos políticos se juntaban según su color político, que otra cosa iba a hacer un preso político, después de todo, recuerdo que había muchos, más de los que uno hubiese podido imaginarse, que eran del PC, ahora seguro que todos están esperando que hable mierda del PCA, no hay nada en el mundo que me guste más que eso, pero los chicos presos del partido eran buenos compañeros, se mantenían organizados, supongo que les servía para repartirse cosas y para mantener la moral. Y la línea política que tenían era horrible, creían que era mejor Videla que un, eventual, Pinochet, yo creo haberles dicho, por cosas como esa es que la gente me quiere tanto, que me quedaba con el Pinochin.

Yo por mi parte fui rápidamente reconocido como de la JG, me acuerdo que me mandaron cigarrillos, uno de los motivos fundamentales para hacerse meter preso es poder fumar en paz, me mandaron unos puchitos bastante aceptables que decían “AVOMPLA”. Éramos 3 uno de los pibes, después me enteré, decían que había batido gente, no sé si es cierto, en todo caso si te ponen, tipos que son profesionales, la picana en los gobelinos habría que ver cuantos, que se las dan de no-se-que-cosa, se la bancarían, no sé, digo. El otro pibe, lo volví a ver 10 años después de esto, es el único tipo vivo que conocí que estaba para la guerrilla, me pregunto dónde andará, siempre que escribo estas cosas me acuerdo de él y si le hace falta algún chiflado que, todavía, pretenda arreglar el mundo, acá estoy, no tiene nada más que avisarme.

No sé si en el resto de la cárcel, en aquel momento,pero en ese pabellón no había cantina, la cantina es comida, o alguna otra pequeña boludez, que te compra tu familia, lo único que había para comer era el guiso de la cárcel, como constaba, normalmente, de unos huesos que flotaban en la sopa, se le llamaba “tumba”. Nos dejaban, en los días despejados, salir al patio, el patio era un espacio enrejado, para salir a caminar, algunos caminaban sin parar, otros jugábamos, mayormente, al ajedrez y al dominó, después se armaban grupos de charla.

Algunos personajes que recuerdo eran, por ejemplo, del lado de los carceleros, uno de bigote que trataba bien a todo el mundo, sospecho que hubiera pagado fortunas con tal de no estar ahí, en cierto sentido daba más lástima que los presos que, después de todo, “en algo andaríamos”. Uno de los guardias se llamaba Ruiz y tenía por hobby espiarte todo el tiempo, las celdas eran 1 metro y medio de ancho, con un inodorito, una ventana con vidrios gruesos que apenas dejaban entrar la luz y una cama arriba de la otra, el tipo podía pasarse el día entero espiándote, si estabas sentado podía sancionarte por estar durmiendo, si estabas de pie te sancionaban por estar haciendo gimnasia. Era genial.

Había un oficial al que le decían el bayo o algo así, porque tenía un mechón de pelo blanco, a ese se le atribuían varias muertes, al parecer le gustaba pasearse por las celdas de castigo y golpear, junto con otros valientes, a los castigados. Era un tipo inteligente, me vio en una fila y se dio cuenta, aun sin mostrarlo, que me le cagaba de la risa, casi me saca los dientes de un cachetazo. Hubo juicios por la U9 de La Plata y me parece que le tocó, a él, ir en cana. En un mundo más justo, el carcelero de él hubiera sido yo.

De los presos me acuerdo de Lumumba, no se llamaba así, le decían así porque era muy negro, era delegado, o tal vez ni eso, de una empresa metalúrgica, lo recuerdo por su sentido de humor, virtud inestimable en la cárcel, hay gente en la cárcel que llora todas las noches. A esto último se le llamaba, perdón por la palabra, "cajetear", añorar la señorita, al menos una parte de la anatomía de la señorita, que tenías afuera. A Lumumba lo volví a ver en Estocolmo años después, había pasado mucho tiempo en cana y estaba fascinado con todo lo que veía, creo que por eso fue que no lo vi más, que dios me perdone pero siempre fui uno de los escépticos con el primer mundo.

Uno, muy conocido, que estaba preso con nosotros era Piumato, si el sindicalista ultramoyanista o algo así, Piumato estaba enfrente y compartía celda con un chico al que le decíamos “Rodrigo Valdez”, lo mejor es que en los primeros días que salí en libertad estuve parando en la casa de Rodrigo, un tipazo al que nunca más volví a ver. Piumato y Rodrigo tenían buena onda se la pasaban haciendo postres y repartiéndolos. Esto era ya en los pabellones de adelante, estábamos rodeados de profesores universitarios que comían ¡prácticamente todos! una dieta especial que, en realidad, tampoco comían y la ligaba yo que había perdido, en los primeros meses, 10 kilos, soy un enano ustedes no saben lo que son 10 kilos para mí, de hecho me vino a ver la cruz roja que me pesó aunque nada más que eso, parece que con menores de edad, en cárceles de máxima seguridad, no había ningún problema.

La única vez que veíamos presos comunes era cuando nos cortaban el pelo, yo siempre pedía que me raparan porque si no te dejaban el pelo al rape en los costados y una especie de jopo en el medio de la cabeza, no sé si estaba consciente de eso, en aquella época, pero era el peinado de Hitler. El coiffeur era un preso no mucho mayor que yo en edad, decían que tenía una condena de 17 años, ni papillón sobrevive 17 años ahí, por haber matado a alguien en un choreo, los cumpas le tenían miedo, pensaban que por ahí le daba la loca y te clavaba la tijera en el cogote, a mí me pareció que el pibe estaba más asustado que yo, es más, me pareció que estaba más asustado que los presos que estaban asustados.

Después estaba Jauregui que era el padre de un guerrillero, creo que el cumpa era del ERP, al que mataron después de pelear una batalla en la que, ya sé que uno no es religioso pero ese cumpa esta con un montón de minas lindas en el paraíso, la quedaron varios agentes del orden. Para vengarse retrospectivamente lo metieron en cana al viejo, no sé qué fue del viejo, estaba muy deprimido o tenía un sentido de humor demasiado avanzado, decía que todos íbamos a morir ahí, es muy probable que en el caso de él haya resultado cierto.

Teníamos visitas que, por aquel entonces, en esa cárcel, eran sin el teléfono de las películas yanquis, mi vieja, pobrecita, no era la persona más adecuada para pasar por una situación así, a la entrada requisaban y verdugueaban, verbo este muy útil para describir la cárcel, a los familiares. Las chicas decían que habían unas guardia cárceles tortilleras que abusaban de ellas, que lindo es que la gente se quiera. Pero mi vieja o, mejor dicho, nosotros tuvimos muchísima suerte. Esto daría como para explayarse más largo pero mi viejo tenía un patrón, un viejito que no era nada, pasaría desapercibido en casi cualquier circunstancia, y que le mantuvo el trabajo y el sueldo durante todo ese año. Cuando lo volví a ver no sabía que decirle, creo que no era, en absoluto, consciente de lo que había hecho por nosotros, han pasado muchos años, debe estar en algún lugar esplendido del paraíso y todavía, en el paraíso la eternidad debe ser igual que un instante, no debe tener idea de porqué.

Hablando de requisar y verduguear, la requisa era uno de los momentos culminantes, se llevaban las cosas que escribías, te afanaban la yerba, te cagaban bien a patadas y te podían mandar a los chanchos por no tener hecha la cama.

Otro aspecto que no mencioné era como venían los presos, casi todos venían heridos y aterrorizados después de haber sufrido golpizas importantes y torturas, de las torturas no voy a hablar porque tiene algo de morboso y de siniestro, aun así les cuento que la gente hablaba de la parrilla, una de esas viejas camas de metal conectada a unos electrodos. Se hablaba de cosas mucho peores. En general los presos que venían de Coronda o de Sierra Chica decían que la U9 era como una colonia de vacaciones.

Después de que liberaron a mi viejo fue como que ya no estaba más preso, la verdad es que me gustó quedarme con la celda para mí solo, mi viejo, un pequeño judío corajudo, todavía me vino a ver, le dije que se dejara de joder y que no viniera más, lo único que conseguí fue ofenderlo.

Al poco tiempo me largaron a mí también. Descubrí que la única ropa de civil que tenía era la que había usado mientras estaba secuestrado, algún cumpa que se daba maña con la aguja y el hilo me la arregló. De cualquier manera por la edad que tenía, el corte de pelo y los remiendos, medio que daba 100 % un colimba. Cuando me largaron estaba oscureciendo, una de las historias de las que siempre se hablaba en la cárcel es de cómo te dejaban en libertad de madrugada y te hacían desaparecer o te aplicaban la “ley de fuga”. Al salir di vueltas medio al pedo y me subí a un árbol, nadie me seguía.

En las primeras épocas que anduve por la calle me pasó de encontrarme con gente conocida y que salía corriendo de verme, eso siempre me ha parecido muy divertido.


Dedicado a la Sra. Milagro Sala, a Boudou, De Vido, D'elia, Zanini, Jones Huala y demás presos políticos.

4 comentarios:

  1. No se que poner, las que pasaste. tu mama teniendolos a tu papa y vos detenidos. El temor de Uds, que por mas que estuvieran a disposicion del PE puede que no hubiera sido seguridad. Que malos tiempos aquellos. Recuerdo que escuchaba las canciones "subversivas" ( no se como van la v ó b) muy bajoneada pensando si algun dia se acabaria esa desazon. Despues Alfonsin,fui con mi hijo chico a la Plaza, salimos a las 6 de la mañana fuimos caminando hasta el Congreso, estaba nublado y cuando llegamos empezaba su jura y el cielo escampo literalmente se apartaron las nubes y crei que era una bendicion del cielo. Que emocionante fue, "and now this" Te aprecio muchisimo, gracias por compartir parte de tu vida, Regina Campos

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  2. no se si a esta altura su texto me ayuda a tomar con humor a varios parientes que añoran el maravilloso tiempo de la dictadura. digo, si usted es capaz despues de tantas experiencias oscuras reirse un cacho de nuestra realidad tragica e ironica en sus vueltas, que me queda a mi con mis broncas e indignaciones. tengo un tio secuestrado/desaparecido por un dia, por ser homonimo de otro. un tipo que se caso de apuro a los 17 por miedo a la guerra del beagle. un tipo al que los milicos le violaron y le precipitaron la vida de un monton de formas y ahi esta, defendiendo el maravilloso tiempo de la pantera rosa. ya se, pocos se salvan de la quemazon, pero la compasion se me agoto hace rato. un saludo, con todo respeto

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  3. espectacular don chango. un abrazo

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  4. Gracias por el testimonio. Estoy leyendo el libro de Carlos Samojedny en el que relata sus años en el penal de Rawson y muchas cosas me lo recordaron. pensar que nuestros millones de compatriotas que pasean por la calle con La Nación bajo el brazo se horrorizan por Guantánamo o por películas estilo "Expreso de medianoche", sin querer enterarse de la historia pasada y presente de su propio trágico e inconcebible país

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Piensa mal y acertarás