No se si alguien de afuera de la blogosfera politizada y de los, siempre algo misteriosos, guerreros de la redes sociales, sabía que ayer, creo que era ayer, se iba a producir un cacerolazo. Ya de por si, para la ideología liberal, movilizarse es un contrasentido. Si sos liberal todo pasa por el “libre juego” de las instituciones. En vez de salir a la calle a pedir algo, lo que tenes que hacer es votar un representante que lo lleve adelante en el parlamento. Perdiste la elección, te jodes. El liberalismo más o menos puro pasa por el Partido Radical, el liberalismo puro es como el marxismo puro, una pura nada, por eso el núcleo del radicalismo es Ricardo Alfonsin, es nada. El propósito de los cacerolazos es cuestionar el resultado de las elecciones. Dice: nos están jodiendo, eso, ese gobierno, no es lo que queremos. Nos han hecho trampa. Por eso las fuerzas conservadores siempre nos advierten sobre la posibilidad, más bien la certeza, de que viene el fraude. Los caceroleros son una paradoja andante, por un lado el país mayoritario es execrable, está compuesto de una masa informe de pueblos inferiores, de indios, de bolivianos, de judíos, por otro, ellos, la gente fina, los cultos, la gente de bien son mayoritarios y las elecciones les fueron robadas. Los liberales deberían tener serios reparos a tratar de corregir una realidad política que les disgusta por medios extra parlamentarios. Eso se refleja en la evidente incomodidad de la dirigencia y los políticos radicales o afines con respecto al cacerolazo. Tiene sentido, imagínense llegar al gobierno después de haber torpedeado al gobierno anterior a fuerza de protestas callejeras, cómo respondes cuando te protesten a vos. La extrema derecha no tiene, no debiera tener, reparos en salir a la calle para reclamar en beneficio de una minoría que perdió las elecciones. La extrema derecha ve al parlamentarismo y a las elecciones como un juego de sombras de las fuerzas reales, igual que los marxistas revolucionarios. La extrema derecha y sus aliados conservadores son democráticos mientras no se les presente la posibilidad de dar un golpe de estado. El gobierno M*mista empezó por un golpe de estado, es cierto que no hubo cacerolazos, ni siquiera tenían masa como para intentar algo así. Fuimos a elecciones con saqueos, hiperinflación y debacle general y con 2 candidatos ultraconservadores en los partidos mayoritarios. Los liberales decidieron competir contra los conservadores con un candidato aun más conservador. Desde el comienzo el gobierno patillista tenía el control de los medios y los grupos obreros o barriales díscolos fueron puestos en vereda por métodos paralegales. Las leyes de excepción económicas, que posibilitaron las privatizaciones y todos los abusos que siguieron, violaban la constitución pero ninguna acción era posible. Por lo menos hasta el 97 cuando los desocupados de Tartagal empezaron a cagar a tiros a la gendarmería. Delarua sinceró la situación declarando el estado de sitio y fue derrocado por los pibes de la moto, lo que podemos definir como una insurrección o, al menos, un contra golpe de estado. La cacerola era golpista cuando apareció, los viejos recordamos cuando en los barrios finos de Santiago de Chile, salía la gente de bien con sus cacerolas para mostrarnos que había desabastecimiento y no había que comer, Chile fue cercado no les permitían importar alimentos y los camioneros tenían cerrada la frontera con nuestro país. Algo parecido tenemos acá, los caceroleros salen a protestar contra la inflación y apoyan a las empresas y corporaciones que la generan. Lo que era una novedad era la convocatoria, llamar a salir a la calle desde los medios hegemónicos era un poco demasiado jugado por eso se convocaba desde las redes sociales. Eso tenía algo de pasado de rosca, de disparatado. La pregunta es cómo se daba esa particular sinergia donde el llamado de grupos, más que anónimos, impresentables, a través de redes sociales que son una especie de juguete, nadie se toma en serio Feisbuc o como se llame, podía sacar 100 mil tipos a la calle. El ánimo de aquellas manifestaciones era negar el triunfo, bastante rotundo, de los peronistas en el 2011. Salían para decirle al mundo, el derechista es un ciudadano del mundo ahora que el derechismo católico casi se extinguió, que el resultado de las elecciones no era cierto, que los ciudadanos, que no están atados por el clientelismo, la dádiva y el chorizan, no se sabe muy bien que quieren pero que están contra la shegua, los planes y el odioso populismo. En cierta medida ese objetivo se logró, ahora todos creen que la derecha liberal, la conservadora y la ultra son mayoritarias. Yo también lo creía, hasta que se empezó a votar. En cierto sentido es como si los loquitos de las redes hubieran caído en su propia trampa: 650 mil tipos afirman en tuiter, o lo que sea, que la semana que viene van a salir a la calle y que se van a hacer oír, por dios, que se van a hacer oír, todos se quedan en su casa y se ríen de los 20 pelotudos que fueron. Una cosa que a los liberales y a los demócratas de toda laya les cuesta entender es que no siempre el número es decisivo en política, si nos ponemos a hacer números los piquetes, saqueos y motoqueros que derrocaron a Chupete son menos, muchos menos que los caceroleros de alguna de las marchas del 2012. Durante las marchas de caceroleros nos decían que la caceroleada era para que el gobierno les “prestara atención”, no es cierto, la idea del cacerolazo está más cerca del golpe ya sea militar o “constitucional” como en el Paraguay que de una protesta ciudadana. Bueno, les faltó masa crítica. La tranquilidad de la vanguardia cacerola es también porque están convencidos de que van a ganar en el 2015, hasta los buitres, sabios como son, hacen planes para cobros jugosos en el 2016. El único mago de verdad que reconocemos en este blog es Tu Sam y decía: “Puede fallar”, muchachos, “puede fallar”. |
¿Cuándo va a dejar el frente de izquierda, o como se llame, de votar igual que el PRO? Después de todo Trotsky cometió muchos errores pero nunca votó junto con el Zar de Rusia.
Venía caminando por el callao, el jueves a la tarde, en la esquina de Viamonte, un tipo, megáfono en mano llevaba un cartel blanco con letras negras: "contra el gobierno", sacado de furia por su soledad y su impotencia se fue hacia Córdoba a ver si encontraba pareja... abrazo, visita http://www.radiolavoz.info/
ResponderEliminarAhora en el blog del Pibe aparece el anuncio de un nuevo caceroleo para noviembre !!!
ResponderEliminarEstos pibes no escarmientan más. En el fútbol te vas a la B, llorás un rato y te la comés sin chistar.
Estos quieren que se gobierne con el programa de los que perdieron. Gente con muchos problemas. Para mi que a mas de uno la mujer le pega o alguna de las viejas el hijo la tiene de esclava.
Ojalá podamos aguarle la fiesta a los cacerolitos en el 2015. Por desgracia, ellos cuentan con ventaja, casi todos los candidatos posibles son suyos, de un modo u otro.
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