jueves, 20 de marzo de 2014

Cristóbal Colon merece el monumento más grande de la ciudad, y más también.

Ese gran capitán de la mar océano anduvo ofreciéndose por todas las cortes que pudo, portugueses, venecianos, turcos, franceses y lo que sea. Por unos mangos el mundo era redondo y si querías que fuera cuadrado, también. Ninguna idea, lealtad o sentimiento ataba al gran Capitán, si ponían la tarasca, le daba todo lo mismo. Fue le fundador de la ONG "Alcahuetes sin fronteras".

Al Capitán de los océanos procelosos no le importaba de donde venía, a quien había que dársela o ante quien había que arrastrarse, en las cartas no habla de países, ni de pueblos, ni de cultura, solamente se dedica al oro. Un enfermo de codicia que tiene pocos con quien compararse, con Angela Merkel y con el culo roto del Rajoy, probablemente.

El héroe de los descubrimientos encontró una isla a la que describe, el mismo, como un paraíso, describe a los nativos como gente bella y bien alimentada. Los esclavizó brutalmente para conseguir, si, para conseguir el oro que lo obsesionaba, cuando los nativos quisieron rebelarse las represalias fueron brutales. La isla, que es la de Haití y la República Dominicana estaba poblada por más de un millón de indígenas, el genial navegante mató cientos de miles, a los tiros, a los sablazos, por medio de la hambruna y la esclavitud. 25 años después de la llegada de este hijo del renacimiento no quedaba ni un solo, puto indio en la isla, tuvieron que traer a los africanos para seguir la joda. Los africanos también fueron esclavizados, perseguidos, masacrados y reventados en la tortura para que el azúcar barata les pudriera los dientes a los miserables ciudadanos del Imperio.

Como para hacerla completa, el almirante era flor de pelotudo, estaba convencido de haber llegado al Japón o a la concha de la lora y no hubo forma de hacerle entender que estaba en el caribe, los mapas que le mostraban tenían una estrella o una mierdita para que no viera que había llegado a una isla.

Por eso proponemos, decretamos y establecemos que la ciudad tome un préstamo, a interés leonino, por otros 1500 millones de dólares equivalente a lo que la ciudad debe, y que fueron gastados, aparentemente en canteros y techitos del metrobus y ese dinero sea despilfarrado, para mayor felicidad general, en una estatua super gigante bañada en oro, dedicada a esa excrescencia, a ese traidor, a ese asesino descerebrado de Colon.

Porque siendo un buchón compulsivo, un genocida y un nabo del primer mundo representa, aun más que el boludo de Hitler, las virtudes que queremos cultivar.

1 comentario:

Piensa mal y acertarás