Hace un tiempo estuve en una reunión de viejos izquierdistas ¿Por qué voy a reuniones de viejos izquierdistas? En primer lugar no hay reuniones de jóvenes izquierdistas si uno no anda cerca de La Cámpora o semejantes. Los jóvenes de clase media no están para el compromiso, al menos no con la izquierda. Los viejos izquierdistas se quejaban más o menos de lo mismo que se vienen quejando desde el 2009 o antes, les parece que el gobierno se ha “peronizado” mucho, que ha estrechado sus alianzas con gobernadores conserva y con los sindicalistas en conserva. Los viejos izquierdistas quieren que el gobierno se suicide porque si te aplastan, esta vez va a ser un aplastamiento electoral, al menos en primera instancia, después no se sabe, si te aplastan vas a poder decirle a los incrédulos que mantuviste los principios. Al menos ya no se escuchan lokillos que te digan que una elección en la argentina se gana proponiendo el “socialismo nacional” o dios-sabrá-que. Pero si el resultado en octubre es más o menos desastroso, eso sería que resulte por debajo de las PASO, no va a faltar el cumpa, bien intencionado pero volador, que va a sostener que se perdió porque el programa no era lo bastante izquierdista. La teoría “radicalizada” subsiste pero es troskistoide, si vas con un programa ultra-archi recontra radicalizado y prometes la expropiación de los medios de producción ganas las elecciones porque en el fondo lo que quiere oír el pueblo es eso. Por cierto que el troskoidismo abandonó cualquier pretensión de hacer una campaña radicalizada y habla de nubes de flatulencia como la megaminería, el atroz impuesto a las ganancias y la extinción del carpincho. La clase obrera está partida en dos, hay una aristocracia obrera que bordea las 15-20 lucas de ingreso. Y está la clase obrera que gana menos de la mitad que eso. Los intereses, al menos en este momento, divergen hasta hacerse casi antagónicos. En las marchas gorilas hay, es cierto, rentistas del campo y cortadores de cupones de la bolsa pero también hay obreros de 20 lucas. Supuestamente el peronismo debería “absorber” estas contradicciones por medio de internas, votos y roscas varias. Cuando el kirchnerismo es hegemónico lo hace pero, cuando no lo es, las cosas terminan en ruptura. La derecha te pide por los estatutos cuando queda en minoría pero no los respeta cuando es fuerte. En distritos donde la aristocracia obrera es mayoritaria se hace notorio. A la aristocracia obrera, en general, no le importa el retorno del liberalismo. Lo que le decimos nosotros: “Ojo que vuelve Delarua y te vas a cagar de hambre” es un discurso feo, hace que los tipos se sientan menospreciados. La verdad es que no quieren escuchar que no están ganando plata porque son poco menos que unos genios sino porque el estado populista les da la papita en la boca. Es un discurso impopular. Es como cuando en la campaña electoral el progre-kirchnerismo habla de los pueblos originarios. A los rubios de clase media nos gusta la onda de nuestros hermanos originarios pero los pobres y morochos se enojan si les dicen “indios” o “negros”. Me acuerdo cuando M*em era candidato, para los 4 zurdos de siempre, era obvio que el patilludo estaba a la derecha de Cafiero y que este último más o menos era como Alfonsin, pero enormes sectores del pueblo, que quedaron culo pa’arriba después, se negaban a aceptar que el “caudillo riojano” los iba a cagar. Incluso se negaron a aceptarlo después de 6 años calamitosos. Muchos amigos de esos que quedaban cada vez más en la lona, te decían que después de la etapa de las privatizaciones y cuando el país “se levantara” las empresas iban a volver al estado. Querían creer eso porque la alternativa era fantasiosa y un tipo que tiene que mantener a una familia no juega con esas cosas. La “gente”, sobre todo la que no está muy politizada, se resiste a creer cosas densas. Parece increíble pero si ofrecés grandes verdades sin una alternativa no sos un revolucionario, le haces el juego al sistema. La afinidad entre tipos izquierdoides y la oligarquía no es solamente por odio a la shegua, es algo más profundo. Pero el odio anti-Shegua es, en si, también fundamental es lo que permite que supuestos izquierdistas y progresistas charlen amablemente con un secuaz de la dictadura como Morales Sola y que a nadie le parezca extraño. Cuando el odio por la Shegua se debilita las posturas incongruentes de los opositores se notan mucho más. El gobierno democrático está más o menos frente al enigma de la frazada corta, si aumenta las prestaciones para la clase media invirtiendo en créditos para pymes, obras sociales y estimulando el consumo tiene que debilitar la asistencia social a los pobres. Por ahora el gobierno eligió darles prestaciones a los clase media. Uno de los problemas es que la clase media criolla tiene tantas vueltas, últimamente yo acostumbro decir que el esfuerzo que tiene que hacer un tipo, como uno más o menos, para entender que el gobierno populista beneficia a los pobres y que es un paso adelante en el proceso evolutivo de esta sociedad, es tan grande, que a los tipos concientes de clase media ya no les queda energía para nada más, no pueden militar ni comprometerse. Lo que me da mala espina es que, tal vez, llegue el momento, es posible que ya esté llegando, en que votar no sea suficiente. |
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