Me preguntaban el otro día porque un individuo ácrata, antinacional e iconoclasta, termina por escuchar, cuando nadie me ve, música de tango ¿Es que estoy tan cambiado?... ¿O lo que cambió es el tango? | |
Se van a sorprender pero, esta vez, no es culpa de la yegua. Es culpa de Piazzolla. Me está tocando ver en la vida situaciones, cosas, que se dan vuelta completamente. Me tocó ver en los 60 como la gente emigraba de España e Italia para acá, después me tocó ver las colas de los que buscaban el pasaporte para irse para allá y ahora los criollos que se fueron ya se están volviendo. En un par de años más vuelve la invasión europea. Piazzolla pasó de ser un traidor y un loco enemigo del tango y de todo lo que es sagrado a la canonización. Es una pena porque uno quiere escuchar al apocalíptico destructor del tango y no a un santo amado por el pueblo y bendecido por la tradición. El tango de verdad el único y original se bailaba entre hombres, mientras se esperaba el turno en el quilombo del barrio. No hay evidencias, no obstante, de que se haya planteado el matrimonio igualitario en aquellas jornadas. Leopoldo Lugones, que la tenía clara, llamaba al 2X4 “reptil de lupanar”. Era música de viciosos y fornicadores, judíos y comunistas. El tango descendió todavía otro escalón más hacia el reino de las tinieblas cuando algún atorrante, que nunca falta, empezó a cantarlo. Siendo obvio que no es música hecha para cantar. Los muchachos rana después de hacer de las suyas, bailar, robar, enamorarse y pecados cuyo nombre es piadoso ocultar se iban a disfrutar del último fresco, de la última oscuridad de la noche, a los boliches de Barracas. A beber ginebra, como Luca Prodan, y a jugar al codillo y al truco. Pero, claro, la serpiente de la antipatria nos deparaba aun otra desagradable novedad. Cuando parecía que la vergüenza no podía ser mayor empezaron a cantar el tango las mujeres. Imagínense estas víctimas del pecado y la decadencia capitalista salieron a divertir a los ociosos por las noches en vez de cuidar de sus maridos. Un espanto. Sin embargo a pesar de tantos desbarajustes por lo menos el tango seguía siendo tango. Piazzolla estuvo con Gardel en Nueva York, en serio. Fue cuando el mágico Zorzal estaba haciendo películas para la Paramount. La familia de Astor, no se si por cuestiones de laburo o simple chifladura, andaba por allá. Hay un chico que vende diarios en una escena de, corríjanme si me equivoco, “Rubias de New York”. Yo creo que con el tiempo va a pasar como en la película del “planeta de los simios” y no va a quedar ni el recuerdo de esa ciudad. La única evidencia de que alguna vez existió va a ser la peli de Gardel. Y, si no me creen, esperen mil años y me cuentan. Astor ya era un músico tremendo y Carlitos se lo quiso llevar, menos mal que no lo dejaron porque hubiera terminado en la fatalidad del avión de Medellín. O, tal vez, el joven Astor si estuvo. Tal vez se olvido el bandoneón en el hotel y cuando llegaba vio, entre lágrimas, el avión quemándose. Tal vez estuvo ahí y se abrió pasó entre las llamas. Tal vez logró frenar el incendio tocando “A fuego lento”. Tal vez fue rescatado de las llamas por un viajero del tiempo ¿Por qué no? Pero, claro, ustedes no creen en esas cosas. El joven Astor estudió artes ocultas e innombrables con el dodecafonal, microtonal, vanguardista y bochinchero Alberto Ginastera. Compuso la música, con textos del, no precisamente un santo, Mujica Lainez, de la ópera “Bomarzo”. Una obra de temática tan cuestionable que, caso único en el mundo, fue prohibida por el revolucionario Ongania. Piazzolla pasó a las ligas mayores del tango en la orquesta legendaria del maestro Troilo. Para comienzos de los 60 Piazzolla empezó a alejarse de todo lo que sano, de la voluntad de dios y de la familia tanguera. Para ese entonces Astor intentaba acercar al tango al jazz y a músicas siniestras y futuristas que no me atrevo a mencionar. Como el mal tiene que ser perfecto la orquesta de Piazzolla es poco menos que perfecta. Los tangueros, que todo lo entienden, vieron que esta música extraña, alejada de la tradición, ajena a los cánones, fascinante, tal vez, no era tango. Un tanguero de verdad puede soportar casi cualquier cosa en la vida, después de todo el mundo es un valle de lágrimas. Pero no puede soportar que una cosa nueva, sorprendente, se haga pasar por tango. En más de una ocasión los traidores apiazzollados sufrieron la arrolladora ira de los tradicionalistas ofendidos. Se han comido cachetadas y piñas esos modernos. Para dirimir esta controversia sin llegar a la guerra y la masacre los tangueros decidieron que había que conformar un tribunal. En las historias de Cordwainer Smith la galaxia es regida, desde la sombras, por una institución llamada “la instrumentalidad” su función esencial es mantener “humanos a los humanos”. 3 señores de la instrumentalidad constituyen un tribunal, para casos excepcionalmente graves se reúnen 7 señores y se considera que su fallo es inapelable. ¿Y quien podía ser el juez supremo de esta “porteñidad”? Cuando se haga la película, seguramente en la Paramount, basada en este artículo, al todopoderoso juez de la tangocracia no se lo mostrará de frente sino solamente de espalda. Don Osvaldo Pugliese era famoso por su curiosa combinación entre militante comunista y príncipe del tango. Las malas lenguas dicen que la orquesta del maestro Pugliese era un soviet en miniatura. La orquesta de Piazzolla se presentó frente a los jueces. Es probable que, en los primeros compases, Astor estuviera un poquitín cohibido. Tal vez haya pensado en el terrible destino que aguardaba a los enemigos del poder soviético. Pero aquel quinteto no podía tocar mal ni a propósito. Los tangueros se miraban entre si estupefactos. El tribunal estaba reunido. Si era tango, o no, podía discutirse pero algo estaba claro: era música del futuro. ¿Debe un artista llegar tan lejos? Los tangueros de verdad abominan del porvenir. Antes todo era más lindo, las chicas eran bellas, los jardines florecían, la luz era más clara, había esperanza. El futuro es terrible. Pugliese, el gran maestro salió con las manos en la espalda, impasible. Ni siquiera el tango puede detener el tiempo, les dijo. Ese sentimiento puede venir del futuro, de algún rincón o de donde sea. Pero es el tango. Después la polémica fue olvidada. La ciudad, ay!, terminó por alcanzar a Piazzolla. Si pensamos que la gente se pelea por motivos sucios y egoístas, entonces pelearse por una canción, pelearse por un tango, es hermoso. Y, hoy, tenemos otra vez músicos desengañados con Piazzolla que prefieren volver a la tradición. Y están los complacientes cuyo mandamiento reza: "No irás más allá de Piazzolla". Pero, en algún lugar, algún músico, inevitablemente joven, ingresa temeroso en un mundo nuevo. |
Este post está dedicado para el Turco y su mamá, agentes secretos de la tangocracia.
Si Pino, o cualquiera de esos, quiere recuperar la credibilidad lo único que tiene que hacer es hablar del negocio de la soja. ¡Vamos muchachos! ¿Qué tan difícil puede ser?
Binner se tiró contra los gay. Que de cuarta, ya ni liberales son.
Los grandes derrotados no son los políticos opositores. Son los medios.
Sería interesante conocer la opinión de Tabaré sobre las guerras contra Afganistán y contra Libia ¿No? O no quieren saber tanto?.
Un placer leer el post.
ResponderEliminarEn cuanto a las apostillas, es verdad, ya ni liberales son. Y sí, así como los Medios fueron los grandes ganadores en 2009, hoy son los grandes perdedores.
Alguna vez pense que el tango se iba a morir. Con Piazzola y todo. Uno piensa cada boludez, creia que el rock sinfonico iba a evolucionar casi hasta romper ciertas leyes fisicas. Hoy me encantaria ver a Emerson Lake and Palmer haciendo una version de El Choclo.
ResponderEliminarLa peli si mal no me equivoco era El día que me quieras. Boquitas pintadas (que es ese fox trot en el que Gardel abla de las rubias de New York( lo canta en el Tango en Broadway. Igualmente me encantóa la nota, ladisfruté mucho, mas en estos tiempos de La Chicana con una mujer hermana de un peronista de ida y vuelta al frente
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