En los viejos tiempos para la navidad/año nuevo se juntaba toda la familia. Incluso los parientes pobres. Mi abuela tenía una hermana de crianza y el hijo de esa señora, una viejita pasa de uva, era el tío Lito. Los preparativos para la nochebuena empezaban a las 9 de la mañana. En aquellos tiempos felices no había supermercado ni chino del barrio que valga, el pan dulce era casero y un mazacote, por cierto. Había que ponerle agua de azar, o algo así y el secreto era dejar una lata con agua dentro del horno. Tener el horno prendido durante horas y horas era, como decirlo, sacrificado, en esos tiempos el aire acondicionado existía en las películas yanquis y no se conocían esas mariconadas modernas como los ventiladores. El chancho no se si estaba ya engordado o si lo compraban un par de meses antes. Cuando se acercaba su hora final el animalito e'dios gemía y chillaba. Le clavaban un cuchillo limpiamente en el cuello. Lo ponían en agua hirviendo como si dijéramos que lo afeitaban, el resto del destripamiento nunca me lo dejaron ver. Armaban una especie de casita con chapas y encendían un fuego debajo. El lechón se cocinaba hasta que la piel quedara crocante y estaba listo para la tarde. Al lado del horno tenía que haber alguien que vigilara el fuego, diera vuelta al chancho y cosas así. Esa tarea era siempre encomendada al tío Lito que, con tal de que le sirvieran un vasito del vino berreta y empalagoso de aquellos tiempos, estaba feliz. El tío tenía rasgos africanos, era metalúrgico, es mentira que los metalúrgicos ganaran bien en esa época, los que ganaban bien eran los torneros y soldadores. Era bondadoso e inocente. En el mundo ya no debe quedar gente así. La abuela tenía un montón de hijas, si exceptuamos a las solteronas, se habían casado con inmigrantes llegados después de la segunda guerra. Habían comprado unos terrenos de mierda y se habían construido unos ranchos. Recuerdo uno que, al principio, vivía en una casa de madera que estaba bastante bien hecha, se hizo construir una casa de ladrillos que tenía paredes torcidas. A pesar de eso tenían un aire sobrador y burlón con respecto al tío Lito. Desgraciadamente ya se habían inventado los Winco y estaban ampliamente difundidos. Lo más terrible que se escuchaba era una especie de disco de año nuevo, donde un coro siniestro decía: "…faltan 5 para las 12 el año va a terminar…". Paradójicamente pienso que si la humanidad sobrevivió a ese disco, todavía hay esperanza. Cuando querían escuchar buena música ponían un disco de Rodolfo Zapata, mi canción favorita era, desde luego, esa que afirmaba: "Hoy es lunes comienza la semana/se casará mi hermana no vamo'a trabajar/no vamo'a trabajar". La comida era barata en esa época pero eso no quiere decir que se viviera bien. En 1972 murió mi abuelo y las reuniones dejaron de hacerse. Muchos años después volví a ver al tío Lito. Era su velorio. Los parientes pobres estaban sorprendidos de verme ahí. Los que no somos garcas pero somos de clase media deberíamos llevar una señal de identificación. Me insinuaron que el tío había muerto a causa de su afición al trago. El origen de la desgracia, y la profunda tristeza, del tío era un amor no correspondido. Los pobres a veces son tan pobres que ni para el amor les queda. El tío se hubiera cagado de la risa de saber que yo, el sobrino judío rubio que vivía en el centro, terminé trabajando, también, de metalúrgico. De una forma u otra los parientes medio pelo se las rebuscaron, a pesar de mis buenas intenciones, para que los mandara a la mierda. A los parientes pobres nunca los he vuelto a ver. |
Don Chango:
ResponderEliminarUsted nombro al winco y me hizo recordar los "asaltos" y las apiladas de los simples. Ojo! Siempre se ponian primero los movidos y arriba de todo los lentos. Tambien se aggiornaba el ambiente con alguna bombitas de luz difusa, que se encendian cuando empezaban los lentos jajaj.
Al respecto de los troscos recuerdo con una sonrisa la existencia del POR-T (Partido Obrero Revolu Troskista) en la Facultad de Filo y Letras de Independencia. Sus mujeres debian llevar la falda por abajo de las rodillas y pulover de cuello alto, Usted puede imaginarse el Pan Dulce que nos haciamos con ellos. (Circa 1972)
Tenian una extraña creencia que sostenia que existian civilizaciones extraterrestes avanzadas de cuño socialista y que mas temprano que tarde arribarian a la tierra y se llevarian a una especie de paraiso socialista a los iluminados que hubieran seguido el camino correcto al socialismo intergalactico ( O sea militando en el PORT).
Nada queda de aquellos heroes galacticos troskistas. Quizas se los llevaron a los confines del espacio. Pero aun hoy dia puede verse por alli unos pocos de su descendencia que gracias a un elixir magico se mantienen milagrosamente identicos a si mismos a traves de las mareas de la historia.
A mi me parece que esos extraterrestres troskos eran posadistas. El otro día, leyendo lo que escribía Feimann sobre el peronismo, me acordé del cantito que les dedicábamos, era así, y estoy seguro de que a alguien se lo cantamos: "No son marcianos ni luces de colores/son posadistas en platos voladores". Esos troskos loquitos eran progres, en cambio los troskos serios nos salieron unos liberales de derecha. Igual me acuerdo, esto fue hace vergonzosamente poco, de una troska. Era una morocha alta del PTS. Para subirse había que ser muy hipócrita. No, déjeme a las anarcas, cumpa. No me obligaban a disimular tanto mi ideología.
ResponderEliminarEn cuanto a las civilizaciones extraterrestres, por lo que estoy viendo, practican la esclavitud.
Un abrazo y cuídese cumpa, recuerde que los invasores tienen durito el dedo meñique. Y son una bocha.
este post es tan tan bueno que no tengo otro remedio que afanarle una frase para ponerla en la cabecera del mio (una garcha, no lo invito a pasar porque especialmente hoy no estuve inspirada) y por supuesto dejarlo en el blogroll para seguirlo de cerca. Bello, muy bello.
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