martes, 22 de septiembre de 2009

Misterios Argentinos, hoy: El exilio en Suecia parte I



Mi primer contacto con los países nórdicos lo tuve en Río de Janeiro. Una señora mayor, creo que era la embajadora, me dio la bienvenida a Suecia y me dijo que, no me asustara con el idioma, porque me iba a resultar fácil. Me acuerdo que ese avión venía lleno con sudamericanos refugiados en Río. En el aeropuerto de Copenhague me encontré con otros sudacas. La gente alrededor nuestro se veía altísima, rubia y, así me pareció, con carita de orto. Lo que no sabía era que esos eran los daneses que son simpáticos, los suecos son todavía más cortados. Los daneses comen unos sándwiches de mariscos que deberían ser una exquisitez pero no lo son, ya están advertidos. Un avión chico nos llevó hasta un pueblo llamado Växsjö (no intenten pronunciar eso, no se puede). Yo creo que lo que se veía desde el avión era la aurora boreal.


Nos llevaron a un "campo de refugiados". Es divertido porque uno piensa en Etiopia, resulta que las "chozas" tenían alfombras y tapetes, cuadros en las paredes y muebles de verdadera madera como nunca había visto en mi vida. En mi casa en BA teníamos una mesa de fórmica. Vi a un cumpa que tenía una heladera por primera vez en su vida y lloraba. Lo entiendo pero, para mí, el único uso razonable para una heladera es enfriar la cerveza.Compartíamos la casa, era una casa con vista a un parque, con una pareja de orientales, eran mayoría, llamados Chidoro y Charito. Tomábamos mate, el mate uruguayo es como los sándwiches de los daneses, debería ser bueno pero…Y yo les contaba historias de BA, la gente que viene de pueblos chicos no tiene historias para contar, por más que pinten su aldea y sean universales. Comíamos en un comedor. Los suecos desayunan con caviar. El caviar de verdad, el caro, debe ser espectacular pero el de los suecos se llama "Kalle Kaviar" (Kalle=Carlitos) y tiene gusto a pescado podrido ahumado. Puedo decir que en ese el comienzo de mi lucha para alimentarme en las heladas estepas nórdicas. En los cinco años que viví en Suecia nunca me acostumbre a la comida. Servían ravioles como de seso, un pescado con pimienta carente de gusto pero lleno de espinas, una sopa de garbanzos aguachenta, una especie de mejunje tipo tortilla de papas pero horrendo y, como si esto fuera poco, una especie de morcilla con un, inexplicable, montón de azúcar. Los muchachos vikingos estos, no tienen una cultura del morfi como la nuestra, en general, comen para alimentarse. Están obsesionados por las vitaminas y la higiene. Pero algo les falla, tal vez sea como debe ser, porque casi todos los suecos viven con dolor de estómago tomando unas pastillas que no me acuerdo como se llaman.

En el campamento había material para escribir enciclopedias sobre las izquierdas latinoamericanas. Los cumpas chilenos eran bien de base, los argentinos todos de clase media radicalizada y los uruguayos un poco de cada cosa. Si uno se pone a pensar, puede que no sea recomendable, no se explica porque la izquierda de Chile que tenía tanto peso de clase obrera todavía no se pudo sacarse de encima a Pinocho (porque todavía no pudo). Y porque la izquierda argentina, de lejos la más débil, ha sido la que más avanzó. Supongo que, si uno más uno fueran dos, en política, tendríamos matemáticos gobernando como en las novelas de Asimov. Desde acá puedo oír como los peronistas se ríen de los marxistas. Los argentinos que veníamos del PRT, yo era de la JG, nos armamos la orga en seguida. La idea era volver al país cuanto antes, me acuerdo que leíamos los editoriales de "El Combatiente" o algo así, escritos por Luis Matini. Años después lo conocí a Matini y sabe de política menos que yo, lo que es mucho decir. Para volver al terruño nadie pensaba demasiado en una línea política o en una organización. Había que conseguir muchos fierros y volver a los tiros. Lo que era maravilloso, y más para mí que era un adolescente grandulón. Nos faltaban dos cosas, los argentinos no somos cubanos y además, en vez de a Fidel Castro, teníamos a Matini.

Lo que hacíamos en el "campamento" además de hablar macanas, leer a Matini y añorar el asado, era estudiar una cierta cantidad de horas. En realidad los gringos te tenían en el "campamento" para que aprendieras lo básico y buscaras un laburo ¿Para que otra cosa ibas a estar ahí, después de todo? Así que después de, no me acuerdo cuantas, horas de estudio te ayudaban a buscar un empleo, a alquilar una vivienda y listo. Muchos latinos ya se deben haber jubilado de los laburos que consiguieron hace treinta años. Muchos cumpas se sentían cómodos en el ambiente medio de guardería que tenía el campamento y se pasaban años metidos ahí. Es angustioso de solo pensarlo.


La orientación que tenían los empleados que nos cuidaban era que fueras a vivir a algún pueblito donde hubiera bastante trabajo. En la época, me parecía medio una mierda ¿Qué es eso de que te lleven a vivir a pueblitos de diez mil habitantes? Ahora veo que, también en eso, tenían razón. Me acuerdo que nos llevaron a uno de esos pueblitos, como una excursión del colegio, y que había unos muchachos que protestaban y que exigían que nos llevaran a ver a los pobres. En un país de esos no hay villeros, en realidad a los villeros medio que los liquidaron, o los echaron, a todos, en las hambrunas de fines del siglo XIX por eso tuvieron que traer a los cotures, y a nosotros, para que limpiáramos el piso. Cuando llega el invierno la temperatura baja, fácilmente, a 20 bajo cero y hay un metro de nieve. Así no hay villero que aguante.


Eso no quiere decir que no haya pobres. Si nos ponemos a comparar entre un pobre que vive allá de la seguridad social y un cartonero de los nuestros. El cartonero tiene mejor calidad de vida y más libertad. Me encantó escribir esto. Casi puedo sentir el ruido de calabazas que se partieron. Siempre y cuando nuestro aguerrido cumpa cartonero sea joven y sano y no tenga 7 u 8 hijos. Los pobres de allá no pueden trabajar en negro, porque "no hay corrupción" de bichos chicos, claro. Al sueco pobre le cuentan las moneditas y lo vigilan para que no se zarpe. Lo vigilan dándole la guita justa para comer, ni tetra, ni choripan, ni fútbol gratis y lo vigilan inspeccionándole la casa. Y son unos rebuchonazos a niveles inimaginables en esta Pampa bárbara. Ahora, si tenes alguna discapacidad, bueno ahí si, son civilizados. A un cumpa que los milicos lo habían dejado paralítico le regalaron, directamente, un auto especial, que dios sabrá cuanto costaría. Un cumpa que tenía 7 hijos vivía sin trabajar porque le daban una guita por hijo que iba aumentando con la cantidad y porque le daban una casa gratis. Una maravilla. Habría que ver, después de un montón de años de gobiernos de derecha, si las cosas siguen siendo así.



Rinti: "Participe del film "El sacrificio" de Tarkovsky, yo aparecía en la parte en que los misiles reventaban al mundo, la verdad: no entendí un carajo"

rr

Tenemos una libertad menos y una vergüenza más: el falso cacerolazo de Clarín


Para combatir la pobreza hay que subir las retenciones a la soja.


Que la iglesia done los subsidios que recibe para escuelas de lujo que cobran cuotas de miles de pesos.



Aparición con vida de Pino y premio para los culpables

3 comentarios:

  1. Pregunta argentina berreta:
    Dicen que los latinos les gustamos a las vikingas como para un touch and go y mucho ¿Es cierto?

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  2. Hola Donchango: Estuvimos allí, en Alvesta desde febrero del 78, luego en Malmö. Varios compañeros se quedaron allí. Los visité en el 2005 y 2007. Algunas cosa cambiaron a favor de la derecha pero no tanto. Es interesante, cuando las cosas se hacen bién y consolidás una estructura de país seria es muy dificil que los intereses del capital puedan torcerlas de la noche a la mañana. Saludos

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  3. No deberían existir ni las villas ni los villeros como tampoco dar tanto subsidio a quien no valora la educación gratuita que tenemos en argentina.

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Piensa mal y acertarás